Me metí al baño para ponerme el bañador que Cathie había empacado para mí. Era uno de dos piezas, nada fuera de lo común. Mi ropa interior la metí en una bolsa de plástico y encima del bañador me puse el mismo short que llevaba puesto minutos antes y el cárdigan azul que me cubría todo el torso.
Salí del baño y ya se escuchaban los chapuzones al agua. Me acerqué a todos y me miraron extrañados.– ¿No vas a meterte? – exclamó Chaz dentro del agua.
Miré el agua nerviosa, no sabía si sería buena idea meterme al agua. Me estiré las mangas del cárdigan hasta las palmas de las manos y me cubrí la cara mientras negaba apenada.
– Vamos, está tibia.
Dudé un poco hasta que me senté en la orilla y metí mis pies al agua disfrutando la sensación de calidad en mis ellos. Cerré los ojos y me detuve a pensar en lo mucho que me gustaba esa sensación.
– Vamos, ______. No querrás que Theo tenga que aventarte a la fuerza. – dijo una voz detrás de mí.
Me volví para averiguar quién era. Ruth. Estaba cubierta por una playera holgada que le llegaba hasta los muslos. Se lo subió hasta la cabeza para dejar ver su cuerpo semidesnudo. Sentí un vuelco en el estómago. Era linda, mucho. Aventó el ropaje a un lado y se sumergió en el agua como si fuese algo que hiciera todo el tiempo para después salir a la superficie y acomodarse el cabello mojado hacia atrás.
Me levanté algo enojada y empecé quitándome el short. Tenía unas piernas muy lindas; rellenas pero moldeadas de la manera más linda que pudiese haber querido gracias a todo ese entrenamiento en gimnasia. Luego me quité el cárdigan con cuidado y me acomodé el sostén del bikini para impedir algún accidente.
Mi piel estaba ligeramente bronceada por la cantidad de tiempo que había pasado en el sol la semana anterior. Era un tono canela muy tenue, pero que se veía perfecto con todos mis atributos. Volví a sentarme en la orilla dándome cuenta que Chaz y Ryan me miraban asombrados. Ellos se habían dado cuenta de lo que su amigo había conseguido, todos lo sabían en ese momento. Me metí delicadamente al agua y aguanté lo más que pude dentro, pero mis pulmones gritaban por algo de oxígeno así que salí a la superficie y nadé hacia donde estaba Caitlin.
– Está deliciosa. – dijo mientras salía del agua.
– Perfecta. – agregué.
Nos quedamos un buen rato hablando y jugando dentro del agua hasta que Theo apareció de la nada detrás de mí dándome un susto increíble.
– ¡Demonios! – refunfuñé aventándole un poco de agua al rostro.
Él soltó una carcajada tan escandalosa que tuve que reírme tan bien. Estábamos riéndonos, siendo felices nuevamente.
– ¿Quieres matarme acaso? – le reclamé.
Me acercó a él jalándome por la cintura. Puse mi mano en su pecho por reflejo y toqué sus labios con mi dedo pulgar.
– Es lo último que haría, créeme. – comentó con tono seductor.
Sonreí ligeramente y le besé la mejilla.
– No quiero que me beses en la mejilla, ______.
– Pero tus padres están viéndonos.
– ¿Hay problema con eso? Todos aquí saben que te amo como a nada en el mundo.
– Pero ellos no saben que amas a una niña de 18 años. – le recordé.
– Solo son seis años, ______.
– Los suficientes para que mi madre quiera acusarte de pedofilia. – dije algo seca.
– No puede acusarme de nada, eres mayo de edad y eres capaz de tomar tus propias decisiones. – arrugó el entrecejo. – ¿Por qué crees que me acusaría de eso?