Ya en el baño, me quité la sudadera café y me quedé solo con el top que llevaba debajo de ésta. Me acerqué al espejo y vi como hasta el top estaba manchado de ese líquido rojo. Tomé una toalla para las manos y la humedecí con el agua del lavabo. Limpié mi rostro, mi cuello, mi escote y parte de mis brazos.
– ¿Estás bien ______? – preguntó Hellen cuando entró al baño.
– Ah, sí, solo fue una tontería de mi parte – dije regresando mi mirada al espejo para seguir limpiando las manchas rojas.
– Pero, ¿qué fue lo que pasó? – preguntó con intriga.
– Iba a tomar un trago del vino y Ashton me espantó. Salí corriendo porque me dio algo de vergüenza haberme asustado con tanta simpleza.
– Oh – suspiró. – No debería darte vergüenza. Fue un accidente.
Le sonreí a través del espejo. Se acercó a mí y empezó a recoger mi cabello. Me recordó a mi madre, cuando me había pasado algo malo en el colegio y veía que tenía una cara triste, desenredaba mi cabello y lo trenzaba suavemente.
– Ashton debe ser afortunado al tenerte, dulzura. Ese chico era todo un... Ah, ¿cómo decirlo? – seguía trenzando mi cabello. – Era gordito, tenía problemas de acné... En teoría, no era nada atractivo.
– Yo tampoco lo era.
– Eso no lo puedo creer - exclamó sorprendida.
– De verdad. Usaba frenos y no me gustaba ser morena así que me hice güera un tiempo hasta que empecé a cambiar.
– Todos pasamos por eso.
Después de un rato, Hellen le llamó a una chica y la mandó a traer algo de ropa para mí. La mujer regresó con un vestido negro con escote en la espalda muy bonito. Me metí a un baño para cambiarme. Cuando salí ya habían más de 5 mujeres esperándome con varias herramientas de belleza; maquillaje, planchas para el cabello, pinzas, etc.
– ¿Y esto? – les pregunté señalando los artefactos.
– Ashton va a quedar impresionado cuando terminemos contigo – dijo Eleonor.
Le sonreí y me senté en una silla robada del conjunto de mesas de afuera.
Después de una hora más o menos, salimos todas. Ellas me cubrían ya que me daba algo de pena salir. Me asomé para ver a parejas bailando en la pista y unas cuantas mujeres que estaban sentadas platicando mientras que otra bolita de hombres fumaban unos cigarrillos lejos de las mesas.
Y ahí estaba Theo, besando a otra chica que no era yo, acariciando su cabello, sonriéndole de esa manera que solo él sabía. Y al otro extremo se encontraba Ashton, solo, mirando al piso, enamorado de mí.
– Vamos dulzura, tienes que darle una grata sorpresa a Ashton.
– Sí, solo quiero que me lleven hasta él mientras me esconden. Tiene que ser una buena sorpresa – susurré.
Me obedecieron y me llevaron hasta el lugar en el que se encontraba mi querido Ash. Se detuvieron enfrente de él y Ashton solo les sonrió y les preguntó por mí. Nadie contestó nada. Salí de entre ellas y me miró como si fuera la octava maravilla del mundo.
– ¿______? – divagó.
– La misma – dije sonriendo.
Me abrazó fuertemente y me levantó entre sus brazos. Plantó un beso delicado en mis labios y volvió a depositarme en el suelo sin dejar de besar mis labios. Tomó mi rostro entre sus manos y siguió chocando nuestras bocas en una sola. Cuando dejó de besarme comenzamos a reír. Me abrazó por la cintura y me dijo lo hermosa que me veía al oído.