– Te extrañé – susurró en mi oído, abrazándome por la cintura.
– Y yo a ti.
Nos separamos de nuestro cálido abrazo, me mantuvo pegada a su cuerpo y se acercó tanto a mi rostro que pude sentir su respiración chocar contra la piel de mi mejilla. Admiré sus hermosos ojos verdes.
– ¿Sabes?, mi padre me enseñó que a las mujeres no se les pide permiso...
Y fue cuando juntó sus labios contra los míos de nuevo, después de estar separados, estábamos juntos de nuevo, éramos uno solo de nuevo. Sentí su lengua juguetear con la mía y hacer movimientos tan sensuales que me daban ganas de llevarlo a la cama en ese instante.
– Lo siento – dijo cuándo se separó de mí. – Tenía que hacerlo, no aguantaba la tentación.
– ¿No quieres hacerlo de nuevo?
– Lo haría todo el día...
Volvió a pegar sus labios contra los míos, pero ahora con más pasión, con más entrega.
Mi mano viajó hasta su nuca y empecé a juguetear con el extremo de pelo que le sobresalía de la camisa. Mientras yo me mantenía pegada a sus labios, él tomó las rosas de mis manos, me levantó en el aire sin despegar nuestros labios y empezó a subir las escaleras conmigo en brazos aún.
– Vamos a caernos – reí.
– No vamos a hacerlo – rio también.
Reí todavía más.
– ¿Sabes cuánto me gusta tu risa?
Negué con la cabeza.
– Me encanta. Es la risa más hermosa que haya escuchado jamás.
Le sonreí ampliamente y regresé mis pensamientos al momento exacto en el que Ashton me besó por primera vez, en el momento que su mano viajó hasta mis bragas y empezó a acariciar mi feminidad con delicadeza y me invitó a tener una de las noches más perfectas de mi existencia.
– ¿Qué pasa? – me preguntó mientras me depositaba en el suelo.
– Tenemos que hablar, Ashton– solté sin ningún rodeo.
– Dime, princesa.
Cerré los ojos e intenté no soltar las lágrimas que se avecinaban en mis ojos. Tomé un suspiro y besé la comisura de sus labios.
– No quería hacer esto, porque sé que me lastimo yo y te lastimo a ti, pero no es correcto mentirle a la persona que te ha hecho feliz durante varios meses... 6 de hecho. Quiero aclararte que han sido de los mejores meses que he vivido y que esos recuerdos no se irán fácil de aquí – puse ambas manos en mi pecho señalando al corazón y alcé la mirada para poder notar un par de lágrimas en los ojos de Ashton. – Te amo, de verdad que lo hago, pero ya no puedo engañarme a mí ni a nadie más...
– Ve al grano, ¿quieres? – espetó casi en silencio.
– Siento cosas por otra persona, y creo que no mereces sufrir. No quiero hacer lo mismo que tú me hiciste a mí. Prefiero besarte hoy todo el día en lugar de acostarme con cualquiera mañana... Te invité ésta tarde como amigo, como parte de mi vida, porque lo que pudimos vivir no fue cosa de inventos, fui sincera contigo y creo que tú también lo fuiste, pero hoy solo quiero disfrutar de tu amistad, de tu compañía, tal vez de tus besos, de tus abrazos y de todo lo que no podré volver tener nunca más...
Cuando terminé me solté a llorar. Estaba decidiendo en un hombre, en uno solo, cuyo nombre era Theo James.
– Hey... – me jaló hacia él y me abrazó. Besó mi frente y acarició mi espalda. – No pasa nada, preciosa. Sé que lo que hice no estuvo para nada bien, y que te duele lo que te hice... merezco sufrir por tu amor, eres una chica excepcional. Te lo digo como tu amigo, novio, profesor, como lo que desees: lo único que quiero es que seas feliz. Nada más. Espero que con quien quiera que sea el próximo que te tenga entre sus brazos haga lo que yo nunca hice; valorarte y tratarte como la gran dama que eres.