Sentí agua en mi mano. Abrí los ojos, estaba llorando. Me moví y sentí una superficie suave y el sonido del mar retumbando en mis oídos.– ¿Soñaste algo bello? – escuché la celestial voz de mi novio.
– No – dije entre sollozos.
Theo se dio cuenta y me acarició el brazo.
– ¿Qué ha pasado? – me preguntó en voz suave.
– Te habías ido – recordé entre lágrimas.
Me di vuelta para verlo de frente. Me miró con tristeza y dibujó una sonrisa muy tenue en su rostro. Limpió las lágrimas que aún caían por mis mejillas con la yema de su dedo índice y besó mis labios.
– No voy a irme a ningún lugar, princesa.
Sonreí suavemente y me pegué a su cuerpo para quedar oculta en su pecho. Me abrazó y besó mi cabello. Subí la mirada y me puse encima de él en una maniobra que no explicaré porque ni yo misma supe que hice.
– ¿Por qué me trajiste? – le pregunté interesada.
– Hey, tranquila, apenas estamos relajándonos. Después iremos a cenar a un lugar que estoy completamente seguro que te encantará.
– ¿Cómo puedes decir eso? A penas y me conoces.
– Te llamas ______ Masen, tienes 18 y te gusta el sexo conmigo.
– Ah, no seas tan modesto – rodeé los ojos.
– Sabes que es verdad.
Oculté mi rostro en su regazo. Me levanté de un brinco y me di cuenta que traía un traje de baño y un vestido azul precioso.
– ¿A qué hora me vestí? – le pregunté.
– Hace como una hora. Te quedaste dormida por el golpe que te diste en la cabeza con las piedras de la cueva – empezó a decir. – Te dije que no te durmieras en lo que yo iba por un par de hielos, pero pusiste la toalla que traje en la arena y te pusiste a dormir. ¿No lo recuerdas? – preguntó con gesto preocupado. Mientras revisaba mi cabeza
– No – admití riendo un poco y apartandome.
– ¿Te duele la cabeza? – dijo mientras se acercaba a ver mi cabeza más de cerca.
Theo me dejaba por unos 15 centímetros así que cada vez que se acercaba a mí, tenía que ver para arriba.
– No. Solo me siento un poco confundida. No recuerdo ni cuando llegamos aquí.
– ¿Segura que no quieres que busquemos un médico? – preguntó todavía más preocupado.
– No.
La verdad es que no me sentía absolutamente mal, solo tenía la imagen de Ashton alrededor de mi cabeza como si fuera un estruendoso recordatorio de que lo lastimé. La última vez que nos habíamos visto, me había acompañado hasta que Theo llegó a la casa, nos habíamos besado y nos habíamos recostado en la cama de huéspedes. Me abrazó de una manera que no voy a olvidar, porque fue el abrazo más doloroso que pude haber presenciado en toda mi vida. Le dije que no lo quería más, aunque de cierta manera sé que es mentira, que lo sigo queriendo, y que me gustaría poder estar con él todavía, pero es algo complicado ir por la vida amando a dos objetos de mi misma especie.
– ¿Quieres ir a comer? – dijo Theo en voz suave y baja.
– Sí – casi forcé mi sonrisa.
Me tomó de la mano después de que fue a recoger todo lo que era suyo y empezamos a caminar sobre la arena. Cada que podía me quedaba mirando a Theo, viendo su perfecto perfil alumbrado por el atardecer. Sus ojos miel se volvían verdes con la luz del sol y su cabello castaño se tornaba completamente dorado bajo éste, su piel brillaba como un diamante y sus labios se veían más deliciosos que nunca. Quise besarlo, pero supe que era algo erróneo seguir pensando en Ashton y besarlo. ¡Dios! ¿Qué iba a hacer?
– ¿Te gustan los mariscos? – preguntó mientras su mano sujetaba firmemente la mía.
– Soy abierta a todo – admití.
– Bueno, de verdad espero que te gusten.
Sonrió de lado. Sentí como el color subió por mis mejillas haciéndome tener un poco de vergüenza.
....
Al principio comimos mucho, luego, Theo me llevó al centro. Había un baile. A decir verdad nunca pensé que Theo fuese un buen bailarín, pero me di cuenta que de verdad lo era. Varias veces había hecho que mi corazón latiera fuertemente gracias al roce de mi sexo contra su entrepierna. Sentir sus músculos era la mejor sensación del mundo. Después caminamos por toda la zona artesanal. Me compró un anillo y le grabó una frase: "La eternidad nunca será suficiente". Cuando me lo dio sentí un golpe tremendo en mi pecho. Lo besé interminablemente hasta que me dijo que tenía mucho tiempo para comérmelo a besos.
Cuando salimos de la zona concurrida por toda la gente que era turista y la local, me llevó de nuevo a la playa, pero ahora me llevó a una isla, una isla que quedaba una hora lejos del muelle en bote. Fue un viaje totalmente placentero; ver a un ser tan perfecto era realmente placentero.
Cuando llegamos a la isla, Theo se quitó su camisa y me levantó en sus brazos, me besó ferozmente y me bajó del bote. Cuando pudimos tocar la arena me recostó en esta y empezó a retirar el vestido poco a poco. Primero empezó a tocar mis muslos y levantar el vestido a través de caricias. Subió su mano hasta mi cadera y empezó a desatar los hilos de la braguita del bikini. Sus labios viajaron a mi pecho y empezó a lamer la parte desnuda de mis pechos. Solté un gemido esperando que no fuera ridículo.
– Me encanta ponerte así – dijo.
Arqueé mi espalda y lo acerqué más a mí. Mi mano bajó deseosa a su miembro y empecé a acariciarlo lentamente, disfrutando cada sensación que me otorgaba su cuerpo.
Una ola de pasión nos invadió a los dos, nos hizo desnudarnos mutuamente a la luz de la luna, hizo que nos besáramos incesantemente hasta desgastarnos nuestros labios.