Salimos de la especie de cueva después de volver a ponernos las prendas para nadar encima de nuestros cuerpos y darnos un chapuzón. Nadamos hasta el bote que ya se encontraba lleno de todas las personas que habían llegado ahí con nosotros.
Theo me levantó de la cintura y me hizo subir al bote para que después él con sus brazos y su fuerza sobrehumana subiera a un lado de mí y me abrazara completamente en el momento en que quedamos estables sobre el piso de madera del bote. Nos levantamos en un solo movimiento y nos incorporamos para disfrutar de un beso cálido y suave. Nos separamos y avanzamos hasta llevar a donde se reunían todos. Theo entrelazó su mano con la mía y yo en reflejo le abracé el brazo sintiéndome tan afortunada de tenerlo así.
Caitlin le dio una mirada a Theo y luego me regaló una sonrisa inocente y linda. Le correspondí y solo agaché la mirada para esconderme detrás del brazo de mi novio.
– Regresaremos hoy por la tarde a la ciudad, ¿de acuerdo? – anunció Cathie con tono autoritario.
– De hecho, mamá, nosotros regresaremos justo al atardecer.
– ¿Perdón? – dijo Cathie algo conmocionada por la decisión de Theo.
– Madre, podrían ser los últimos momentos que pase junto a ______ antes de que sus padres me impidan verla por las vacaciones que probablemente tendrá. No quiero perderme ni un minuto. – habló suave y claro mientras me apretaba la mano y me abrazaba por la cintura. – La amo. Solo quiero unos minutos más.
Cathie lo miró con dulzura pero dureza también. Su gesto mostraba ternura y admiración, pero su porte indicaba lo contrario. Quería concederle eso a su hijo, a su único hijo, aunque eso significara que era débil y no podía resistirse a esa mirada suplicante y bochornosa de su hijo. Accedió.
– Pero, promete que llegarás al desayuno.
– Lo prometo.
El bote nos llevó hasta donde lo tomamos por primera vez para que bajáramos y todos nos despidiéramos entre nosotros. Theo abrazó a todos para después apegarme a su cuerpo y abrazarme por la cintura.
Me besó la frente y vimos como Ruth se acercó a nosotros. Theo se puso rígido y me aplastó más a él.
– Theo... – susurró con voz ronca. – No quería incomodarte, de verdad lo lamento.
– Ruth, solo... no lo hagas. No te humilles más de lo que ya has hecho. – le dijo Ruth algo frío y duro.
– Theo... – intervine. No quería que fuera tan rudo con ella.
– No, ______, debe saber que te amo, que no hará nada para separarnos, ni en mil años. – Theo miró a Ruth con odio y asco y me daba miedo verlo así.
– Yo nunca...
– Por favor, no te engañes más, Ruth. Lo nuestro pasó hace mucho, tuvimos nuestros momentos, pero nunca una historia. Hazlo por ti, no por mí. Olvídate de todo eso, de que te besé y que te hice sentir bien solo un tiempo, y haz tu vida, no te humilles más de lo que ya has hecho.
– Theo... – le dije con tono enojado.
Miré a Ruth. Estaba a mirando a Theo como si fuese una extraña especie en extinción, que todo lo que ella había amado de él estaba desapareciendo justo frente a sus ojos. Las lágrimas inundaron sus mejillas y solo me miró a mí y agachó la cabeza seguida de un sollozo. Di un paso al frente despegándome del cuerpo de Theo para poner mis manos en los hombros de Ruth intentando llamar su atención.
– Ruth... – susurré. – No llores. Por favor, yo lo amo, lo amaré para siempre y sé que tú también lo haces, aunque lo dudo después de presenciar lo que acaba de pasar, pero... no detengas tu vida por alguien que no ve lo hermosa y linda que eres, lo amable y dulce que llegas a ser en momentos como éste. Tienes mucho por delante.