Aprovechando las oportunidades

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En cuanto dejé mis maletas en la que se suponía era la sala me dí cuenta de que el folleto con la supuesta casa que mis padres habían comprado no era realmente la que tenía frente a mi. Era más como una cabaña, todo era de madera y el piso rechinaba cada que daba un paso, la ventana de la sala estaba rota y la cocina tenía una ventana con vista directa a lo que parecía un establo. En la primera planta al parecer solo se encontraba la pequeña sala, la cocina y el baño, aún seguía tratando de descifrar donde se supone que iba el comedor.

La segunda planta se conformada de dos recámaras pequeñas y un baño con regadera en medio de ambas, hasta este momento la casa lucía agradable a excepción de las escaleras, en las que casi mato al tratar de subir las escaleras. Los escalones al también ser de madera están unos más disparejos que otros y a la hora de subir se vuelve toda una odisea el trayecto.

- ¡Niñas necesito que terminen de acomodar sus cosas, iremos a inscribir a Liza en cuanto acaben!- escuché a mi madre gritar desde la planta baja.

Debido a la repentina mudanza, había tenido que adelantar mis materias sí no quería dejar truncó último semestre. Por su parte, en el colegio de Liza no le habían dado la oportunidad de completar las materias para que se le validará el octavo grado de secundaria, y si no quería tener que volver a cursar ése grado, tendría que buscar una secundaria lo más pronto posible y hallar la forma de que le revaliden las materias hasta donde las tenía en el colegio.

- ¡Liza sí quieres seguir con tus estudios como hasta ahorita, te recomiendo que bajes lo más pronto posible y así poder irnos!- mi madre sonaba más severa ahora.

- ¡Pues sí no querías batallar me hubieras dejado en Monterrey y asunto resuelto!- y ese fue el detonante para que una guerra de gritos comenzará.

Como era de esperarse mi hermana y yo no éramos las más contentas con el asunto de la mudanza, pero Liza parecía ser la más inconforme con ello. Desde que llegamos no dejaba de quejarse de hasta el pájaro que volaba en cielo y buscaba cualquier oportunidad para hacérselo saber a mi madre, la cual como la mujer "comprensiva" que es, en menos de lo que canta un gallo, se le ponía al tu por tu.

Al ver que la pelea iba para rato, salí al patio y descubrí que la casa contaba con un gran campo, lleno de árboles y diversos tipos de flores. El cielo estaba medio nublado, pero no se veía con probabilidad de lluvia, así que decidí sentarme en una de las oxidadas mecedoras que había ahí y disfrutar del aire libre.

Con lo ajetreada que se había vuelto mi vida en los últimos días no había tenido tiempo de sentarme y reflexionar sobre ello, y al estar sentada en aquel relajante y silencioso lugar comencé a pensar en lo que había dejado antes de venir.

Había dejado a Sera y Lucas, sin siquiera poder cumplirles la promesa de llevarlos a mi casa, muy apenas pude despedirme de ellos y no fue del todo agradable ése momento. Muy y apenas y había acreditado la preparatoria, al no tener los puntos necesarios para pasar, tuve que adelantar exámenes y proyectos para así por lo menos pasar las materias.
Prácticamente había dejado todo inconcluso y me sentía terriblemente mal por no haber terminado, como se debe. lo que empecé, tanto en mis estudios como en el trabajo.

Después de casi una hora de contemplar la naturaleza que rodeaba mi nuevo hogar, mi madre salió y me avisó que ya era hora de ir al centro para inscribir a mi hermana. Al llegar ahí noté que el centro se componía de una plaza, un pequeño hotel, uno que otro restaurante y cafetería y la primaria y secundaria del pueblo.

Le avisé a mi madre que mientras ella inscribía a Liza en la secundaria, yo iría a dar una vuelta por el centro y que me llamará en cuanto se desocupara para vernos en la plaza.Al ver tal panorama, caí en la cuenta de que si aquí no había preparatorias cercanas, mucho menos habría universidades.

Serás míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora