Abril 2012
Hoy era el tan esperado día, habíamos viajado desde Monterrey para que mi madre se encontrará con una vieja amiga. Según nos había contado, la señora era viuda y vivía con sus cuatro hijos en el pueblo en el que ella se había criado. Llevábamos tres horas de camino en carretera y según mi madre, todavía nos faltaba un largo tramo.
- ¿Ya vamos a llegar?- preguntó mi hermana menor Liza. Tan sólo era menor que yo por cuatro, tenía 10 años pero a veces se comportaba como si tuviera cinco años.
- No, todavía falta.- le respondió cansada mi madre.
- Pero me anda del baño.- hizo un bailecito que hacía cuando le andaba mucho del baño y empezó a moverse de un lado a otro en su lugar.
- Pero fuiste hace menos de una hora.- le replicó exhausta mi madre.
- Pero me acabo de terminar ese bote de agua.- señaló una botella de litro y medio de agua.
A duras penas mi padre logró estacionar el auto a una orilla de la carretera y entre mi madre y yo le hicimos una especie de jaula a mi hermana, para que los conductores no notarán a una niña haciendo sus necesidades a una orilla de la carretera.
Después de ese incidente, retomamos nuestro camino y dos horas más tarde nos encontrábamos tocando la puerta de una casa dos veces más grande que la mía. Nos recibió una señora un poco más baja que yo, pero más alta que mi madre, no es que yo fuese muy alta, pero al parecer todas las amigas de la generación de mi mamá no habían crecido muy altas. La amiga de mi madre nos abrazó a las tres como si fuésemos de su propia familia y a mi padre le dio un pequeño abrazo, no se si era porque Andrés andaba de visita, pero en cuanto la señora nos abrazó emocionada y creí que iba a empezar a llorar, me dieron ganas de unirme a ella. Era tan cariñosa que ya hasta, me daban ganas de decirle tía.
Al terminar con ese emotivo recibimiento, nos hizo pasar y tomar asiento en la sala, nos contó que tenía un hijo mayor de 21 años en sexto semestre de facultad, dos gemelas de 19 años en segundo semestre de facultad y un hijo de 17 años a punto de salir de la preparatoria. Por lo que tenía entendido su hijo mayor se había ido a la ciudad para estudiar la carrera, mientras que una de sus hijas estudiaba para maestra y la otra una carrera técnica, el menor estaba en último semestre de preparatoria y por lo que había escuchado todos estaban en clases.
María, así se había presentando la amiga de mi madre, nos había pasado al comedor y ya sólo esperábamos que llegarán las gemelas y su hijo menor para poder comer.
-¡Ya llegamos!- se escuchó una voz femenina desde la puerta.
-¿Qué vamos a comer?- deje de mirar la mesa, para encontrarme con unos hermosos ojos entre miel y verde frente a la mesa, mis manos comenzaron a sudar y mi corazón a latir tan rápido que creí que se me iba a salir. Nunca me había sentido así en la vida, hasta que lo vi, su cabello castaño, su cuerpo aparentemente trabajado bajo esa camisa de cuadros y esa hermosa sonrisa de oreja a oreja. Sin duda alguna deseaba algún día probar esos gruesos y rosados labios.
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Está es una nueva historia 100% original que espero y les guste. No se olviden de dejar sus comentarios y votos.Instagram: priscila_guerra_
xoxo Caro
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Serás mío
RomanceEn cuanto su madre se contactó con una vieja amiga de la infancia, la vida de Layla dio un giro de 360°. Pues lo que al principio era sólo un amor platónico y el constante deseo de sentirse notada, terminó siendo el inicio de una etapa, por la cual...