Después de la tormenta el sol saldrá.

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21 de Agosto 2015

La clase de Derecho Civil se me estaba pasando más rápido de lo que me gustaría, de alguna manera el Maestro Carrizales te hacía interesarte en la materia como ningún otro profesor en la Facultad. Se metía tanto en el tema y explicaba con una pasión tan cautivante, que sí ibas con las mentalidad de que esa materia no era para ti, salías con una nueva visión sobre todo, y por ejemplo sí eras como yo, que querías que tu área fuese la penal él te hacía dudar y ampliar tus horizontes.

El punto es, que por más que amará su materia y su manera de explicar, hoy no quería que su clase terminara. Nicholás me había invitado a comer después de clases y yo tratando de demostrar que todo iba a volver a ser como antes, acepté, pero por alguna razón no me encontraba convencida del todo.

- Layla que bueno que te encuentro.- a pesar de que me había tardado lo más humanamente posible en salir del salón, terminé encontrándome con la persona que menos quería ver en esté momento.

- Hola Diego- me apresuré a caminar por los pasillos tratando de hacerle ver que tengo prisa y lo mejor sería hablar luego.

- Quería hablar contigo de algo muy importante- no había sonrisa en él, por lo que sí no hubiese sido por mi apuro, no me hubiese dado igual.

- Me encantaría oírlo pero tengo prisa en este momento, así que ¿porqué no hablamos mañana?-ya casi llegábamos al estacionamiento por lo que mi nerviosismo había aumentado severamente.

- ¡Layla!- escuché que me gritaban a lo lejos y sentí estar cerca de un colapso nervioso.

- Creí que ya no se hablaban- tragué en seco, al ver el ceño fruncido y la mirada de decepción de Diego.

- Así era, pero...

- ¡Layla apúrate!- al oír aquello el ceño de Diego se frunció más e inconscientemente aparte mi vista, no soportando las lo que con su mirada me decía- Layla se nos va a hacer tarde y perderemos la reservación- ¿reservación?

- ¿No crees que si quisiera ir contigo, ya lo habría hecho? Está más que claro que no quiere ir contigo amigo, así que deja de presionarla, por favor- nunca había escuchado una voz tan rígida salir de Diego y la mirada que le daba a Nick no era precisamente la más amistosa, aún así aquello había hecho que una sonrisa se colará en mi rostro.

- ¿No crees que si eso fuera cierto, ni si quiera habría aceptado tener una cita conmigo?- según yo era una salida normal, no una mentada cita.

- ¿En serio Layla? ¿Una cita?- el tono de reproche que usó, me hizo sentir muy avergonzada de mi misma y ni siquiera sabía porqué.

- Lo qué oíste amigo.- Nicholás le dio unas palmadas en la espalda mientras le dedicaba una sonrisa cínica. Por mí parte, no sabía que hacer, pero las palabras simplemente no salían de mi garganta.

- En ese caso, que se diviertan- y sin decir nada más, se dio la vuelta y con las manos metidas en cada uno de sus bolsillos se fue.

Creo que estuve en uno de esos lapsos, en los que todo pasa tan rápido que cuando quieres reaccionar, ya todo está hecho. No sabía cómo, pero cuando salí de mi trance, me encontraba junto a Nicholás en su auto.

Me sentía como secuestrada por mi propio cuerpo, tenía muchas ganas de decirle a Nicholás que detuviera el auto, que me sentía incómoda con él y que esto de salir a comer era un error, pero nada salía de mi garganta, en el peor de los casos esperaba que mi cuerpo reaccionara y abriera la puerta del auto para poder salir, que el auto estuviese en movimiento a estas alturas parecía el menor de mis problemas.

Serás míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora