14 de Junio 2015
Después de hacer que mi madre moviera cielo, mar y tierra y moviera todas las palancas que tenía a su alcance, finalmente logré que me pusieran el examen de ingreso a la facultad fuera de tiempo y ahora me encontraba a unos días de esperar los resultados del examen.
Estaba nerviosa de solo pensar que los siguientes seis meses o más de mi vida dependerían de un examen y prácticamente tenía los nervios de punta.
- ¿Ya te dieron los resultados?-llegó Lara corriendo hasta donde me encontraba.
- No aún sigo esperando, creo que una siente más nervios cuando se los dan en persona que cuando los ves por Internet.- comencé a sobarme las manos inconscientemente, era una especie de tic que me daba cuando me ponía nerviosa y casi siempre terminaba con las manos rojas y con uno que otro rasguño que me hacía sin darme cuenta.
- Señorita Blunt, el director ya tiene sus resultados, en un momento más la pasáremos.- me informó la recepcionista.
Estuve cerca de media hora más sentada en la sala de espera hasta que la recepcionista consideró prudente hacerme pasar. Lara se había ido y en su lugar sólo había quedado la compañía de unos horribles retorcijos en mi estómago, por alguna razón, cada que me encontraba al filo de algún suceso importante en mi vida los nervios o lo que fuese se albergaban en mi estómago, produciéndome gases y unas inmensas ganas de ir al baño, además de unos extraños ruidos de mis tripas que casi siempre sonaban en los momentos menos oportunos.
- Perdón por la demora señorita Blunt, pero es que nos costó un poco verificar que tuviéramos los resultados correctos.- me recibió el director en cuanto entre a su oficina. Era un señor de mediana edad con cabello canoso y piel pálida.
Al final del día resultó que fui aceptada en la Facultad de Leyes, el único lugar donde mi madre tenía palancas suficientes como para hacerle el pequeño favor de aplicarle a su hija un examen de admisión extemporáneo. Sin duda alguna me sentía bien conmigo misma, porque a pesar de que no había sido mi primera elección, era una carrera que me gustaba, y que según el director, gracias a mis resultados en mi examen, iba a sobresalir en ella sin problema alguno.
En cuanto salí de dirección le mandé un mensaje a mi madre informándole de las buenas nuevas y comencé a pasear por los alrededores de la universidad, era más grande de lo que parecía y después de un rato mis pies comenzaron a calarme así que terminé sentándome en una de las banquetas. Al principio me pareció que me iba a ver muy mal sí era la única que se sentaba, pero en cuanto observé a mi alrededor vi que más de uno se encontraban sentados leyendo un libro o con el celular en la mano, por lo que traté de encontrar una sombra no tan ocupada y me senté como sólo Dios me dio a entender.
Eran cerca de las dos de la tarde y comenzaba a pensar que debí de haberme puesto bloqueador, el sol calaba horrible y mis brazos y rostros se habían tornado de un color rojo fuerte y ardían como sí me estuviese bronceando en la playa. El sol se había cambiado de posición en cuanto me senté debajo de mí, en ése entonces, gran sombra, los demás alumnos se habían cambiado a la banqueta del otro lado, pero yo estaba tan cansada que hasta pararme parecía como que me iba a doler. Era ahora cuando entendía cuando un compañero decía "Vallánse por la sombrita porque por el sol huele feo", según él, en el sol apestaban más las heces de las palomas, digamos que era ahora cuando esa oración cobraba tremendo sentido.
- Disculpa, ¿no viste algún libro tirado cuando llegaste?- diablos, fue lo primero que se me vino a la mente en cuanto escuché que alguien preguntaba por el libro que estaba usando de asiento. Se podría decir que en cuanto el sol comenzó a calentar la banqueta, y por consecuente mí improvisado asiento, agarré lo primero que vi, en esté caso un libro sin dueño y me senté sobre él.
- Depende, ¿de qué materia era?- de verdad esperaba correr con suerte y que no fuese el dueño del libro.
- De literatura.- si, definitivamente ya había tenido demasiada suerte el día de hoy como para seguir con mí rachita.
- ¿Y cómo se yo que es tuyo?- esperaba hacer tiempo para que en cuanto me sacará literalmente el libro del trasero no se notará mucho. Pero en cuanto levanté mí, ya de por si, sonrojado rostro todo se fue al caño, no era ningún estudiante cualquiera, a no, justo tenía que ser uno de los chavos más guapos que había visto en toda mi vida.
Cuando una de mis mejores amigas cumplió quince años, como uno de los regalos de sus padres, le dieron la oportunidad de bailar una coreografía con un ballet de chavos, digamos que ése era el boom en esa época, sí contratabas un ballet de chavos para tu quinceaños, lo más seguro era que tu fiesta tendría confirmada la asistencia de casi todas tus invitadas. El punto es, que parte del paquete era que sus damas de honor bailaran un valls junto a la quinceañera y sus chambelanes, y una como toda amiga súper sacrificada dijo si sin oponerse mucho, en cuanto llegué a los ensayos noté que la mayoría eran tipos bien carita y que además hacían uso de ello siendo coquetos con cualquiera que se les pusiera en frente, pero también estaba él, él único chavo que parecía estar ahí más por obligación que por gusto, tenía una cara de pocos amigos y por alguna razón fue el único que me llamo la atención de todo el lugar.
- Tiene mi nombre en la portada.- me dijo con su ya distintiva cara de perro.
- ¿Y cómo se yo que no mientes?- trataba de ganar tiempo.
- Porqué sin ver se que dice Diego Hernández.- ese nombre que solo veía en fotos.
- Entonces creo que si eres el dueño.- me di por vencida ya que no creía tener ninguna otra excusa y se lo entregué sin siquiera verlo.
- ¿Gracias?- Genial no notó que tenías tu trasero sobre su libro, ahora corre antes de que reaccioné. Y de esa manera pero muy sordeadamente comencé a tomar mis cosas para, ante la más mínima señal de distracción salir corriendo del lugar.
- De nada.- no levanté la vista y seguí tomando mis cosas lo más rápido posible.
- Sólo tengo una duda.- genial tus oportunidades de escapar se han ido a la basura por lenta, en cuanto levanté mi vista lo vi rascándose la cabeza, y eso sólo significaba una cosa, o tenía piojos o preguntaría lo inevitable, y de verdad esperaba que fueran piojos.- ¿Porqué estabas sentada sobre mi libro?
- ¿Porque era lo único que iba a evitar que mi trasero no se quemara?- comenzaba a pensar que realmente tenía que pensar antes de hablar.
- En ese caso me alegro de que por fin sirva para algo.- ¡Me sonrió! ¡Me sonrió! ¡Diego Hernández me acaba de sonreír! ¡No te quedes embobada! ¡Sonríele de regreso! Y luego te quejas de tu nula vida amorosa. Y así como pude, le devolví la sonrisa, aunque para mí que era una mueca que de plano daba pena ajena, porque en cuanto lo hice su sonrisa se ensanchó más y su mirada cambió a una tipo hay pobre niña ni sonreír bien puede.
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Niñaaaas primero que nada y lo más importante Gracias por seguir siendo parte de éste proyecto, que aunque esté tardando en subir, lo escribo lo mejor que puedo. y me alegra sentir que aún cuando a veces mis retardos no tengan excusa ustedes siguen apoyándome en el trayecto.Bueno ahora si, perdón por el retraso pero aunque no todo el tiempo que estuve ausente tiene excusa la mayoría si, y es que se me juntaron los trabajos y exámenes finales, y aunque teóricamente ya estoy de vacaciones, pasó menos tiempo en mi casa que cuando iba a la escuela y por consecuente tengo menos tiempo de escribir.
De ahora en adelante espero seguir subiendo más seguido y porfas NO OLVIDEN DEJAR SU VOTO Y COMENTARIO para saber sí les esta gustando mi historia.
Instagram: priscila_guerra_
xoxo Caro :*
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Serás mío
RomanceEn cuanto su madre se contactó con una vieja amiga de la infancia, la vida de Layla dio un giro de 360°. Pues lo que al principio era sólo un amor platónico y el constante deseo de sentirse notada, terminó siendo el inicio de una etapa, por la cual...