- ¡Tranquila soy yo!- en cuánto escuché la queja, abrí los ojos y caí en la cuenta de que, aquello del atacante en mi sueño, no era nada más que eso, un sueño, y que lo que dentro de él eran manotazos mentales, en la vida real si le estaba pegando a alguien.
- Lo siento- la vergüenza me invadió al ver las apenas visibles marcas rojas en sus brazos, sí bien no le había pegado tan fuerte como para dejarle marcas temporales, algo me decía que de perdido si le había dolido aunque sea momentáneamente.
- No pues, ya que, lo salvaje nadie te lo quita.
- En mi defensa, tu me estabas atacando mientras dormía, así que tu eres el salvaje aquí.- me crucé de brazos y traté de parecer indignada ante su acusación.
- ¡Claro! No te quería despertar, así que pensaba cargarte hasta el lugar, pero ah como te gusta arruinar las buenas acciones de los demás.
- A todo esto, ¿dónde estámos?- me enderecé en el asiento y traté de asomarme por encima del hombro de Diego para poder visualizar el lugar- Y otra cosa, ¿porqué estás encima de mí?
- ¡No estoy encima de ti! Sólo trataba de cargarte hacía el lugar.- al parecer aquella acusación lo había puesto en aprietos, porqué en cuánto mencioné aquello, saltó a la defensiva y sus mejillas se sonrojaron cómo la vez que íbamos en su auto.
En cuanto se separó y me dejó salir del auto, noté que estabámos a las afueras de la ciudad, bueno al menos esa era la idea que me daba el lugar.
El lugar era como la cima de una loma o cerrito, había una casa dentro del terreno, y desde cualquier punto en el que te pararas a mirar el horizonte, el paisaje que te regalaba aquel lugar era una hermosa vista para admirar. No se veía cerca alguna, por lo que supuse que los límites del lugar se encontraban en la parte baja de la loma, suponía que esté era como uno de los ranchos que quedaban a orillas de las carreteras, aquellos de los que sólo veías la entrada y la cerca, de los que imaginabas cómo sería su interior, qué habría al fondo de todos aquellos árboles que se acomodaban como si fueran un muro del lugar.
- Es...
- ¿Hermoso, verdad?- no tenía palabras para describir la manera en la que el lugar me hacía sentir, ver al horizonte el sol en su punto más alto, el cielo dandónos una de las más bellas obras de arte y el olor a la flora del lugar, me daban demasiada calma.
- ¿Es tuyo?- pero claro, que lo primero que salió de mi boca era lo más imprudente para el momento, de seguro había sonado como una completa interesada.
- De mis padres, en sí lo único que me pertenece del lugar es está pequeña casa.
- ¿Pequeña? ¡Pero si es enorme!
- Es pequeña en comparación de la que está abajo, pero me gusta más porqué fue construida entre mi padre y yo, digo con ayuda de mis tíos, pero en su mayoría el trabajo fue nuestro.
- ¿Abajo? ¿Tu la construiste? ¿Cómo? ¿En cuánto tiempo?
- Si abajo está la casa de campo de la familia, mis padres tienen las caballerizas y el huerto de ese lado. Y con mis manos en su mayoría, y con una que otra ayuda por parte de maquinaría, como dos años.- ¿pero que me pasaba?, primero tenía un gran capricho con Nick porque era un vaquero y lo veía como los de las películas, y ahora el chico del que me estaba enamorando o ya estaba enamorada, resultaba tener su lado vaquero.
- Wow- no sabía que más decir, su declaración me había dejado boquiabierta. Sabía que Diego no era de esos chavos que no podían hacer nada con sus propias manos, pero lo máximo que imaginaba de él, era que pudiese cambiar las llantas de un carro o poner una que otra alacena o abánico en su casa, ni de chiste lo imaginaba como alguien que tuviera las habilidades y la actitud para construir una casa.
- ¿Lista para conocerla por dentro?- mi sorpresa aún no se desvanecía por lo que solo pude asentir, dándole paso a que me tomará de la mano y me guíara detrás de él.
En cuanto entramos mi sorpresa no hizo más que agrandarse, si bien no era una casa enorme, los acabados que la acompañaban eran demasiado perfectos, que hasta formaban parte de la decoración. El interior era como el de una cabaña, pintado de colores claros, grandes ventanales y un profundo olor a roble. La estancia se conformaba de tres sillones, uno individual, uno para dos personas y otro para tres, además tenía un gran abánico colgando del techo, un televisor mediano y una mesa de centro, pero lo que la hacía llamativa era el gran ventanal que se encontraba en una de las paredes.
En cuanto sentí que Diego soltaba mi mano, instintivamente volté para encontrarlo dirigiéndose hacia una habitación contigua, por lo que sin siquiera analizar la situación decidí ir tras de él.
- Yo sé que no puedes vivir sin mi, pero creo que todos necesitamos aunque sea un poco de privacidad.- muerta de la vergüenza me regresé por donde venía, ¡lo había seguido hasta el baño! ¿Cómo es qué no cierra la puerta con seguro cuando va? Digo es una regla no escrita, cuando vas al baño y hay visita en tu casa, lo más lógico es cerrar la puerta con llave, precisamente para evitar esté tipo de mal entendidos.
- Lo lamento- me disculpé como una niña pequeña a la que acaban de regañar.
- No tienes porque, digo ¿no era tu intención o si?- obviamente no lo era, pero su pregunta sólo hizo que me sonrojara más, logrando que el sóltase una carcajada, por lo que indignada me cruce de brazos- ¿Si sabes que cada que te enojas por algo así, no sólo cruzas tus brazos sino que también haces un puchero que lejos de hacerte ver ruda por tu indignación, te hace ver como una niña?- en cuanto sentí las yemas de sus dedos rozar mis labios, mi cuerpo aumentó de temperatura y una rafága de nervios me recorrió de pies a cabeza.
Dado que yo me había sentado en el sillón individual para reprenderme a mi misma por lo sucedido hace unos minutos, de alguna manera él se había puesto en cuclillas para estar a mi altura y de cierta manera se había acomodado entre mis piernas, haciendo la situación un poco más íntima y haciendo que mis neuronas trabajaran un poco más al tratar de lograr que mis pensamientos se fusionaran en uno sólo y no estuvieran dándome mensajes aleatorios sobre todas las posibles acciones que podría realizar en este momento.
- Diego...
- ¿Si?- ni siquiera sabía a que se debía mi llamado, no sabía que era lo que esperaba de ese momento ¿quería que me besara? ¿quería quedarme viendo esos enormes ojos avellana toda la vida? no sabía ni a donde se dirigían mis pensamientos, pero sabía que no quería alejarme tan rápido de donde estábamos.
- Te quiero.
- Yo también te quiero, amor.-en cuanto una sonrisa apareció en su rostro, y lo vi separarse un poco, supe que por lo menos esté sería el encuentro más cercano por el momento. Su declaración si que había hecho revoluciones en mi mente y en mi cueró, pues sentía rafágas de emoción ir y venir de pies a cabeza, por alguna razón sentía mi pecho estar lleno de emoción, que hasta creí que de ser posible pude haber sufrido de un paro en ese mismo momento, y una gran sonrisa se apoderó de mi rostro, una tan grande que mis cachetes empezaron a doler después de un momento y sentía que me veía super tonta, pero la verdad eso no importaba.
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CHICAS!! Ultimamente he visto mucha actividad en lo que a esta historia se refiere, no saben cuanto me alegran sus votos, y de verdad les agradezco, porque aunque ahorita estoy super cargada de tarea y examenes, el ver sus notificaciones es lo que me hace seguir actualizando, porque a pesar de que a mi me gusta mucho la historia y me gustaría ver como acaba, me alegra saber hay muchas personitas allá afuera a las que también les esta gustando.
De verdad me gustaría ver más actividad, así que no se abstengan de dejar sus comentarios, me gustaría ver como piensan, que es lo que más les gusta, que team son, quién les cae bien, quién les cae mal.
El punto es, que de verdad les AGRADEZCO mil a todas las que me llevan leyendo hace tiempo y a las que apenas van comenzando, porque de verdad, el ver sus notificaciones, lo crean o no, me hace el día y me hace seguir con mi sueño, de algún día poder publicar un libro.
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Serás mío
RomansEn cuanto su madre se contactó con una vieja amiga de la infancia, la vida de Layla dio un giro de 360°. Pues lo que al principio era sólo un amor platónico y el constante deseo de sentirse notada, terminó siendo el inicio de una etapa, por la cual...