Prólogo

489 30 16
                                    

El mundo siempre estaba sumido en guerra. Guerras por conseguir poder. Guerras para ampliar y poseer territorios. Guerras entre reinos y entre razas. Guerras por simple venganza...
Terminaban unas guerras y comenzaban otras. Era un mundo ahogado en violencia.

Muchos seres habitaban este mundo llamado Dycantia.
Algunas razas convivían en paz y otras se dedicaban a sembrar caos, destrucción y muerte a su paso y su deseo insaciable era arrasar y asolar todo.
También había infinidad de diferentes criaturas, algunas bondadosas, otras malvadas y otras simplemente tenían que cumplir con sus necesidades alimenticias.
Era un mundo peligroso donde sobrevivía el más fuerte.

En Elphemia, un bosque habitado por los elfos de luz, vivía una joven elfa. Tenía apenas cien años, que para los elfos, que podían vivir eternamente, era muy poco. Su apariencia era de dieciocho años humanos.
Era una muchacha de largas y esbeltas piernas, tenía el cabello de color caramelo y sus ojos eran muy oscuros, apenas se podía distinguir el iris de su pupila.
Su nombre era Fairiel y llevaba prácticamente toda su vida sirviendo a la guardia de Elphemia.

El bosque de los elfos solía ser tranquilo, lleno de vegetación, fuentes naturales con preciosas esculturas, altos y antiguos árboles milenarios, edificios blancos y de fino diseño construidos entre los árboles... Era un lugar precioso y místico.

Los elfos de luz odiaban las guerras y los problemas. Vivían aislados y no querían involucrarse en ninguna contienda. Sin embargo, existía un ejército para defenderse de otras razas y criaturas, además de cumplir el rol de disuadir a los visitantes no deseados de adentrarse en sus bosques sagrados. En definitiva servía para resolver cualquier conflicto que pudiera surgir en sus dominios. Fairiel formaba parte de esa guardia.
Ella era hermosa, pero no era la típica elfa refinada y femenina, desde pequeña había sido muy fuerte, habilidosa e independiente.
Vivía con su padre y su hermano, su madre había muerto al dar a luz a su hermano Varinäel, así que ella tuvo que realizar el papel de madre, ya que nació veinticinco años antes que él. Varinäel tenía ahora setenta y cinco años, con apariencia de catorce años humanos.

Varinäel era un niño muy bueno, risueño e inteligente, pero a veces su hermana notaba en su mirada algo de tristeza, porque aunque él sabía que no fue culpa suya que su madre muriera en el parto, Varinäel sentía que sí había sido el causante de su muerte, y su padre pensaba lo mismo, pues siempre lo miraba con cara de odio y de reproche, además siempre lo había tratado con algo de desprecio o directamente intentaba ignorar y evitar a su hijo.

El padre de Fairiel y Varinäel era un hombre serio y estricto. Fairiel recuerda que antes no era así, cuando ella era pequeña era más cariñoso y amable, pero desde que su madre murió él se había vuelto un hombre huraño.

Fairiel pensaba que su vida era muy aburrida, ya que no tenían permitido salir de los lindes del territorio de los elfos, y ella siempre había soñado con salir al mundo exterior y vivir aventuras. Nunca imaginó que su deseo se iba a hacer realidad pronto y que tendría que emprender un viaje muy peligroso.

>En multimedia está el mapa de Dycantia creado por mi<




Las crónicas de Fairiel [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora