Capítulo 35 - Defensa, parte I

81 8 0
                                    


El ejército de elfos oscuros llegó al paso montañoso y entró con brío y determinación por el hueco que formaban las montañas.
No había nadie por allí. Estarían todos en la ciudad escondidos como habían pensado.

El lugar estaba en absoluto silencio. Tanto que era extraño. Ni siquiera se oían aves.

Los únicos sonidos que se escucharon eran los que ellos mismos hicieron; el ruido de los firmes pasos del batallón, los sonidos de las pesadas armaduras, los gemidos que realizaban los orcos y los gigantes.
De pronto se escucharon sonoros rugidos y varios dragones y wyverns volaron por encima de ellos, adelantándoles, seguramente por órdenes del líder.

Fairiel ya se imaginó que haría eso, y por ello ideó un plan.

Cuando los dragones estaban sobrevolando la grieta entre las montañas, a medio camino, empezaron a llover flechas desde los flancos. No cientos, sino miles y miles de flechas.
Además, también había magos de hielo humanos, enanos y elfos lanzando su magia hacia los dragones.
Todos ellos se habían acomodado en la cima de las montañas, escondidos, esperando al momento en que pasaran las criaturas voladoras por allí para acabar con ellas rápidamente.

Había tres dragones y cinco wyverns, y aunque eran muy resistentes, fueron cayendo. Aunque antes de caer algunos lanzaron sus llamas contra sus atacantes, hiriendo y matando a algunos, pero fueron pocos, ya que aprovechaban las enormes rocas que había en las plataformas naturales de la pared de la montaña, para cubrirse de las llamaradas de fuego.

Fairiel estaba a lomos de Lurion, en primera línea de batalla, bajo las escaleras de Toraz.
Podía escuchar a lo lejos los gritos lastimosos de los dragones y gritos de personas también. Además escuchó extraños estruendos, como explosiones.
Estaba muy nerviosa, nunca había estado en una guerra, y menos aún en una gran guerra como esta, pero no tenía miedo. Solo temía por sus seres queridos, y sobre todo por Ainur y Varinäel.

Ainur estaba a su lado, al igual que Idheldor, pero a su hermano no le había permitido estar en primera fila. Esperaba que todo acabara antes de que él pudiera luchar, en la cola del ejército entero.

Nacilë había ido a las montañas a ayudar con la emboscada de flechas.

Ninwo ya estaba recuperado y estaba unas filas más atrás junto a Syamara, Threll, Uril, Trinia y Lossie.

Sisath se había quedado atrás del todo con Varinäel.

Glauco y Escila se habían quedado dentro de la ciudad, con el resto de personas que no podían luchar. Escila ahora era una humana común y corriente, y Glauco todavía estaba un poco desorientado y comportándose de forma extraña.
Ella estaba un poco incómoda al lado del hombre que la transformó, pero tenía que quedarse cuidándolo, además le daba lástima pensar en todo lo que tuvo que pasar él también. Nadie tenía la culpa de que él se hubiera enamorado de ella ni de que la bruja se obsesionara con él y les fastidiara la vida a todos.

*

Al fin vieron al ejército de los oscuros acercándose desde la curva que formaba el desfiladero.
Por suerte también comprobaron que ya no había dragones. El plan de Fairiel había funcionado.

El ejército de la alianza estaba dividido en tres franjas. Ya que se hubieran peleado por quién estaría en primera fila y quién detrás, habían decidido colocarse en partes iguales; tres filas a lo ancho que se diferenciaban bien por el color de los ropajes y el tamaño de los soldados. Con lo cual había enanos, humanos y elfos en primera fila, en segunda, y así en cada fila, repartidos equitativamente pero sin mezclarse.
Eran más numerosos que los oscuros con creces, y eso que faltaban los que estaban en las montañas.

Las crónicas de Fairiel [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora