Capítulo 1 - La elfa guerrera

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Una mañana, Fairiel se disponía a marchar, como de costumbre, a su ronda diaria con la guardia de Elphemia. Su deber era vigilar los bosques y sus alrededores a diario para que ningún enemigo llegara a sus moradas.

La elfa se vistió con sus ropajes habituales, un jubón de cuero protegido con una coraza de malla que le cubría el pecho, unos leotardos de cuero ataviados con quijotes de malla que le protegían las rodillas y parte de las piernas, y también unos botines de cuero con grebas de hierro.
En definitiva una armadura media, ni demasiado ligera ni demasiado pesada, que garantizaba su movilidad pero la protegía de diferentes armas con las que pudiera ser golpeada.

También llevaba una capa verde con capuchón para camuflarse entre los árboles y hombreras ligeras de metal para evitar que una espada o cualquier otro arma cortante le seccionara sus extremidades superiores.
Ella además manejaba dos espadas cortas, una en cada mano, hechas de acero élfico, el cual es muy resistente y refinado. Sus empuñaduras eran exquisitas obras de arte con partes de oro blanco y engarces de piedras preciosas, y sus hojas estaban extremadamente afiladas. Las llevaba enfundadas en su cinturón.
También portaba un arco y un carcaj lleno de flechas colgado en su espalda, el cual solía usar diariamente para cazar animales para alimentarse. Aunque también podía usarlo para atacar a un enemigo a distancia.

A Fairiel le gustaba conseguir comida para su familia y para ella, aunque ya había un grupo de cazadores que se dedicaba a ello. Así como también había otros grupos que sembraban, otros que recogían setas en los bosques y otro grupo que recogían frutas. Cada elfo tenía designada una función para que a nadie le faltara de nada, los elfos compartían todo y repartían los alimentos a partes iguales.

Fairiel también estaba entrenada para llevar armas más pesadas, como una espada a dos manos, pero ella prefería armas ligeras que le aportaban mayor velocidad de ataque y de movimiento.
Cuando tuvo todo listo salió de su hogar y se reunió con el grupo de defensa.

El padre de Fairiel era el rey de los elfos por derecho de herencia, ya que pertenecía a la élite de los elfos, provenía de una de las familias nobles de sangre pura. Pero además, él también era quién dirigía al ejército de defensa, pues era el general. Lo era antes de convertirse en rey y no se había deshecho de sus deberes, los elfos por lo general no solían ser holgazanes, y por ser reyes no dejaban de participar en las tareas que beneficiaban al pueblo, al contrario que los reyes humanos, que se acomodaban en su trono y no movían ni un músculo de su cuerpo y tenían cientos de sirvientes.

El general, rey y padre de Fairiel se llamaba Idheldor, y comenzó a organizar como todos los días a sus soldados. Se colocaron en formación, saludaron, y cuando Idheldor les mandó retirarse, todos fueron a los establos a por sus monturas.

Cada elfo disponía de un caballo propio, eran corceles muy bonitos, cuidados, inteligentes, lustrosos y ágiles.
Cada uno se acomodó en la silla de montar a lomos de sus respectivos caballos y volvieron a reunirse en la plaza más amplia que había en Elphemia, al lado de la fuente de la fundadora. Se colocaron en dos filas paralelas con Idheldor a la cabeza y marcharon hacia los bosques.

El convoy iba a paso lento recorriendo los bosques y observando con audacia para percibir cualquier movimiento extraño.
Fairiel iba montada en su corcel, Lurion, un precioso caballo del color del carbón, al que se le marcaban mucho los músculos de su enorme cuerpo y que poseía un pelaje muy brillante y lustroso, además tenía las patas muy largas y ágiles. Era uno de los caballos más bonitos y veloces de Elphemia.

Al lado de Fairiel se encontraba su mejor amigo, Drillion. Ellos se conocían desde pequeños, siempre habían sido como uña y carne.
El chico que ella conoció ahora se había convertido en un hombre alto, delgado pero con fuertes brazos, su pelo, que antes era rubio, ahora era un poco más castaño pero con reflejos de color ceniza, sus ojos se habían aclarado hasta quedar de color aguamarina, su nariz seguía siendo estrecha y alargada y sus labios eran una larga y fina línea casi recta.

Las crónicas de Fairiel [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora