Capítulo 27 - Tiempo acuciante parte II

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De pronto la guardia alzó su mano y de ella salieron púas lanzadas velozmente hacia Uril.
El híbrido saltó para esquivarlas, pero la chica giraba continuamente su mano hacia él intentando alcanzarle.
Él le lanzó un cuchillo arrojadizo, de los que tenía en una pequeña funda en el muslo, hacia la mano de la oscura. La chica lo esquivó rápidamente, dejando de lanzar púas al moverse.
Miró con mal humor al chico y justo cuando iba a lanzar otra oleada hacia él, este le lanzó tres chuchillos más, uno detrás de otro, lanzados estratégicamente a diferentes sitios, pues el elfo había observado su movimiento anterior al esquivar el cuchillo, y ahora, ella reaccionó de la misma manera y, aunque esquivó los dos primeros cuchillos, el tercero acertó en su mano. La chica gritó, porque aunque llevaba guantes, con la fuerza que lo lanzó y lo afilado que estaba el cuchillo, atravesó el cuero y se le incrustó en la mano como una aguja.
Después de quejarse y arrancar el cuchillo de su mano, miró a su oponente con el labio torcido y mordiéndoselo hasta hacerse sangre, intentando reprimir levemente la rabia que amenazaba con explotar de su cuerpo.

Entonces la chica corrió hacia él para luchar cuerpo a cuerpo. Uril pensó que había perdido el control y que iba a intentar darle con todo. Lo que no imaginaba es que tenía más habilidades ocultas.
De pronto, cuando estaba esquivando sus ataques e intentando darle a ella con sus puños, vio que la chica hacía extraños movimientos con sus manos y notó algo cogiéndole el brazo derecho.
Al principio no vio nada pero fijándose mejor vio una especie de cadenas semitransparentes que parecían de cristal.
Notó como otra cadena le rodeaba las dos piernas y la oscura apretó ambas cadenas y después se acercó y le dio un puñetazo en el estómago.
Él cayó impulsado hacia detrás hasta tocar el suelo, todavía atado con las cadenas, que ella seguía sujetando y estirando.



Fairiel no podía hacer nada por Uril, ella estaba muy ocupada luchando contra su oponente, que también era muy fuerte. Habían seguido batallando y Fairiel no había salido muy bien parada, había recibido varios golpes ya.
Si pudiera matarlo sería más fácil pero Khain les había pedido que no lo hiciesen, y no quería enfadarle porque le necesitaban y sería peor tenerlo de enemigo. Además lo entendía, era su gente, y ella haría lo mismo por su propio pueblo.

Estaba esquivando el mazo extensible del hombre mientras seguía pensando cómo salir de esta. Mientras tanto daban vueltas en círculos como animales enjaulados.

Fairiel por fin tuvo una idea.
Fue corriendo hacia él velozmente, él comenzó a preparar el mazo al ver que se dirigía directa hacia él.
El hombre sonrió pensando que le iba a dar de lleno pero la elfa se agachó resbalando por el suelo mientras sacaba una cuerda que llevaba en su cintura, le ató las piernas al hombre y después le dio un golpe para que perdiera el equilibrio y cayera al suelo.
Ella se incorporó rápidamente y fue a atarle las manos pero el hombre se levantó del suelo de un salto, cogió la cuerda de sus pies con las manos y estiró hasta romper la cuerda.
Era una cuerda de triple nudo, tenía que tener una fuerza increíble para romperla como si fuera un simple hilo.

Fairiel se dio cuenta de que el hombre, al usar sus manos para quitar la cuerda de sus pies, había dejado el enorme mazo en el suelo. Ella miró el mazo, lo miró a él y salió corriendo para intentar cogerlo antes que él.
Pero él en seguida le vio las intenciones y corrió también con la misma intención.

Fairiel quería robarle el mazo, sin él no sería tan poderoso.
Llegó la primera pero no contaba con que el mazo pesara tanto, intentó levantarlo y, pese a que Fairiel era fuerte, no lo era tanto como para levantar esa enorme arma que parecía una piedra con un peso muy superior al de ella misma.

—Ja, ja, ja, esto sí que es divertido —dijo el hombre cuando estaba ya cerca. —Pobre ilusa, ¿Creías que ibas a poder levantar mi maza? Se llama Myrthrall y está hecha de la misma roca de las montañas álgidas, mezclada con minerales puros. Pesará más que tu y yo juntos, y solo un hombre robusto y fuerte podría levantarla, y solo yo he demostrado manejarla con tanta agilidad —dijo el hombre. Después de una pausa siguió hablando. —Bueno, ya me estoy cansando, ven aquí que te quiero aplastar el cráneo de una vez.

Las crónicas de Fairiel [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora