Capítulo 18 - Hola y Adiós

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—¡Varinäel! —gritó una voz despertando al chico de su letargo. Le habían dado de comer hacía rato y había conseguido quedarse dormido.

—¿Qué pasa? —dijo el chico levantándose de golpe y abriendo los ojos como pudo. Observó a la mujer, era Mertia, la ayudante de Herlion. Se la reconocía porque tenía el pelo plateado por encima de los hombros, aunque dos mechones más largos negros contorneaban su rostro cayendo por encima de su marcada clavícula y llevaba su asidua armadura.

—Tienes que acompañarme. Vas a hablar con Herlion y te liberaremos finalmente, ya que hemos descubierto quién es el infiltrado asesino.

—¿En serio? —preguntó el chico entusiasmado.

La mujer asintió y le dedicó una agradable sonrisa.

—¡Menos mal! ¡Ya era hora! Estaba a punto de volverme loco aquí encerrado.

—Venga vamos, que no tengo todo el día —dijo ella poniendo un tono un poco borde.

—Claro, adelante —dijo él colocándose detrás y señalando la puerta con su palma hacia arriba.

La mujer en lugar de girarse fue hacia Varinäel y, antes de que el chico se diera cuenta, le estaba atando las manos.

—¿Qué haces? ¿Por qué me vas a llevar atado? Si ya se sabe que soy inocente...

—Perdona, pero son órdenes. No te preocupes, cuando veas a Herlion te liberaremos definitivamente.

El elfo parecía poco convencido pero tampoco podía hacer nada.

Mertia cogió las cuerdas y obligó a Varinäel a caminar a su vera. Anduvieron por el sórdido pasillo y subieron las escaleras.

Al pasar por delante de los guardias asintieron ante Mertia, como dándole el visto bueno. Se ve que al entrar ya les dijo las órdenes que tenía de liberar a ese cautivo.

Cuando llevaban un rato andando, Varinäel no entendía por qué iban hacia el río, hacia la parte oeste.

—¿No vamos a ver a Herlion?

—Claro que sí, es que está por aquí, no en el templo.

A Varinäel le extrañaba mucho, porque si no recordaba mal por allí al único lugar al que se iba era hacia el río y hacia la entrada, no había nada más.

—¿A dónde me llevas realmente?

—Ahora lo descubrirás... —A Varinäel le pareció ver un extraño brillo en los ojos de la guerrera, y pudo sentir un aura extraña. En la audiencia le pareció haberlo sentido también, pero era muy débil y no le dio importancia, pero ahora lo notaba con fiereza, era como una sensación extrasensorial.

—¿Quién eres?

—Mertia, ya lo sabes. Ayudante de Herlion.

—No es cierto, sé que no eres ella, lo noto.

—Vaya, por fin te has dado cuenta. Te ha costado ¿eh? Tan poderoso que dicen que eres y no has notado mi aura hasta ahora, es decepcionante.

Varinäel se quedó callado y aguantando la impotencia que sentía de que se burlara de él de esa manera.

—La pregunta correcta sería; ¿Qué soy? Soy un ladrón de cuerpos. Yo realmente no tengo forma física, así que voy cogiendo el cuerpo que se me antoje.

—¿Eres como un espíritu?

—No exactamente...

—¿Y qué has hecho con la verdadera Mertia?

Las crónicas de Fairiel [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora