Capítulo 24 - Agradecimientos

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Bajaron al piso inferior y sacaron a todos de las jaulas. Las estúpidas brujas y sus esbirros habían dejado las armas requisadas en la misma habitación en la que les habían encerrado.

Nacilë había sonreído con mucha felicidad al verles entrar por la puerta pero su sonrisa en seguida había cambiado su dirección hacia abajo, al ver que portaban un cuerpo inerte cogido entre todos. No había podido ver de quién se trataba, pero lo intuyó rápido por descarte, ya que no veía a Drillion junto a ellos.

—¡Drillion! —gritó la chica.

Dejaron el cuerpo en el suelo y Fairiel fue primero a abrir la jaula de Nacilë mientras los otros abrían las de los demás.

—Lo siento Nacilë... Drillion ha fallecido —dijo Fairiel sin todavía creérselo, aunque intentando asimilarlo e intentando mantenerse fuerte.

—No... ¡Estás mintiendo! ¡No puede ser verdad! —contestó ella medio llorando y medio enfadada.

—Lo siento, de verdad, ha sido por mi culpa.

—¡No digas eso Fairiel! —vociferó Ainur acercándose a ellas.

—¿Qué ha pasado? —inquirió Nacilë tragando saliva e intentando mantener la compostura y dejar que se lo explicaran.

—Yo iba a morir, y Drillion se puso delante... De verdad que lo siento, ojala me hubiera dejado morir...

—No te hagas la buena ahora, él te amaba y le has hecho sufrir mucho. ¡Ha dado la vida por tí! ¿Cómo puedes despreciar el regalo que te ha hecho al salvarte la vida? —dijo ella sorbiéndose los mocos y hablando con enfado después.

—Yo... no es eso, es que yo no le he pedido que lo hiciera. ¡No tenía que haber hecho eso!

—Lo hecho, hecho está, y deberías estarle agradecida en lugar de quejarte —dijo ella secándose las lágrimas —¿Y cómo ha sido exactamente? —preguntó.

—Llegaron justo cuando la bruja me iba a matar y Threll le cortó la cabeza pero ella ya había soltado un poderoso ataque mágico hacia mí, así que Drillion se puso delante con su escudo, pero el rayo lo atravesó todo, su escudo, su armadura, su ropa y su carne... Y no pudimos hacer nada para salvarle, se desangró...

—¡Dios pobre Drillion! —exclamó Nacilë lamentándose y sin poder evitar que sus lágrimas cayeran.

—Una pregunta. ¿A ti te gustaba Drillion? —le preguntó Fairiel.

Su rostro la delató mostrando unas rojas mejillas aunque su cara seguía estando triste.

—Ahora ya no tiene importancia... Además él seguía enamorado de ti, como ha demostrado —dijo ella únicamente.

Fairiel se moría de ganas de contarle que a Drillion también le gustaba ella, pero su amigo le pidió que no se lo dijera, y ella iba a ser fiel a su palabra, porque de todas formas, aunque se lo desvelara, de lo único que serviría sería para que la pobre Nacilë sufriera más aún, al saber que podía haber sido el hombre de su vida, el que tenía destinado y que ya no será.

—¿Por qué lo preguntas? —inquirió Nacilë.

—No, por nada —disimuló la elfa. —Es solo que sé que va a ser duro, yo también le quería, aunque fuera como amigo, y era como mi hermano, siempre juntos desde pequeños...

—Ya... en fin, vamos a salir de aquí. No sabemos si puede haber más brujas o seres por aquí —dijo Nacilë no queriendo hablar más del tema.

Las crónicas de Fairiel [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora