Capítulo 10 - La huida de Varinäel

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Varias semanas antes...

—¡Maestro Tagorn! —clamó el elfo a su profesor.

El anciano se acercó de inmediato.

—¿Qué ocurre? —respondió observando lo que el niño tenía encima de la mesa.

—¡He conseguido realizar el hechizo con éxito! —exclamó Varinäel entusiasmado.

El hombre observó como la flor marchita que había dejado encima de la mesa volvía a mostrarse floreciente y llena de color y de vida.
Pero a los pocos segundos se tornó negra y enfermiza, tal y como había estado hacía unos instantes.

La alegría se esfumó del rostro de Varinäel.

—¡No te deprimas, joven! ¡Casi lo tienes! Nadie logra producir los hechizos a la primera, además eres el alumno más joven y talentoso que hemos tenido en muchos años.

El niño asintió con la cabeza pero seguía acongojado por su fracaso.


Varinäel pasó la noche estudiando la teoría sobre ese hechizo en particular

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Varinäel pasó la noche estudiando la teoría sobre ese hechizo en particular. Aunque solía ser paciente algunas veces pecaba de obstinación, cuando se empecinaba con algo no podía dejarlo pasar, era muy exigente consigo mismo. Siempre quiso ser el mejor para sorprender y enorgullecer a su familia, sobre todo a su huraño y exigente padre.

Al día siguiente, por la tarde, fue con algunos amigos al lago que estaba en las inmediaciones de la ciudad. Jugaron a lanzar una pelota lo más lejos posible y al que le correspondía tenía que correr a recuperarla, volver al sitio del lanzamiento y comenzar a buscar a sus compañeros, quienes mientras tanto se habían escondido por los alrededores.
Varinäel corrió con todas sus fuerzas y se escondió detrás de un gran pino silvestre. El clima era cálido y con las carreras el chico notó el sudor resbalando por su frente. Se secó con la mano y se apartó el flequillo, pero no se esperaba que pasara lo que pasó.
Al mirar su mano encontró un montón de cabello de color castaño claro.
Tocó su cabeza y al pasar los dedos por su pelo, comenzó a quedarse con mechones enteros entre ellos. El joven se asustó muchísimo, el pelo no dejaba de caerle. Salió de su escondite y corrió hacia el lago.
Observó su reflejo en el agua, el cabello se le caía a puñados.

Corrió hacia su casa con presteza, Fairiel estaba en el salón y sin saludarla siquiera entró corriendo y se encerró en su habitación, le supo mal por su hermana pero lo que le estaba pasando era muy extraño y no quería preocuparla de momento.

Varinäel se miró en un espejo plano que tenía en su habitación, siguió despegando los mechones de su cabello que caían como si de hilos revueltos se tratasen.
Finalmente se quedó completamente pelado. El niño no pudo evitar sollozar, no entendía lo que ocurría pero estaba horrible sin su hermosa melena.

Al rato de estar observándose en el espejo con los ojos rojos y llenos de lágrimas, el chico se quedó estupefacto, de pronto le había comenzado a crecer el cabello de nuevo. En pocos segundos volvía a tener la misma largura que tenía antes, pero ahora su cabello en lugar de castaño claro era de color plateado, casi blanco.

Las crónicas de Fairiel [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora