Capítulo 10

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"Cuando la realidad te golpea es como un camión sin frenos, no lo ves venir, recibes el impacto y mantienes la esperanza de salir con vida".

Emma

Estoy paralizada, mi cuerpo no responde, mis ojos fijos en su espalda, sus músculos se contraen dando la impresión de movimiento en sus alas tatuadas. La tensión emana de él, y no me ha enfrentado. Maldito cobarde. La rabia hierve en mí, sus palabras llegan a mi mente "No me alejare, no de nuevo". Una carcajada sin humor sale de mí. Agacho mi cabeza. Esto es tan jodido.

—Tienes que salir de aquí —Ethel-Periwinkel está a mi lado, su mano cerrada en mi antebrazo, trató de soltarme pero tiene su agarre es férreo.

—Quita tu mano o te arrancare tus cabellos —digo con violencia.

Ella duda pero lo hace. Buena chica. Ahora mismo soy un volcán en erupción, mi atención vuelve al hombre que está delante dándome su espalda.

—Maldita sea, ¿vas a darme la cara? —sus hombros se contraen.

— ¡Mírame! —mi grito sorprendiéndonos a ambos. Él toma aire con fuerza.

—Ethel ya te dijo que te fueras. No tienes nada que hacer aquí —su tono es frío. Sin vida. Ahogó un grito llevando mi mano a mis labios, lágrimas agolpándose en mis ojos. Me estoy quebrando, reacciono y me aferro a la ira que arde en mis entrañas.

— ¿Qué me vaya? —rio en tono amargo— ¿Ahora quieres que me vaya? —siseo en voz baja. Él no responde.

— ¿Emma? —la voz de Helena preocupada—. Pastelito, ¿qué está pasando? —no respondo, toda mi atención está puesta en el hombre en la habitación.

Comienzo a moverme, es como si mi cuerpo tuviese vida propia, levanto mi mano para tocar su espalda cuando una voz me detiene y congela mi sangre.

—Emma, cariño —dejo caer mi mano. Cierro mis ojos.

Esto no puede estar pasando, pero el jadeo horrorizado de mi amiga me lo confirma. Él está aquí.

— ¡¿Qué diablos está pasando?! —exclama Helena en tono bajo, me giro, ella tiene los ojos abiertos, observo también a Ethel, está detrás de ella su expresión asombrada, como si Daniel no debiera estar aquí, como si hubiese roto una ley o alguna mierda extraña. Tomo valor de donde no lo tengo y dirijo mi mirada al hombre que estuvo a mi lado por seis meses, imágenes de nosotros juntos se pasean por mi cabeza, esta tan guapo como siempre, observo a Daniel y luego a Clarión; los dos hombres de mi vida, aquí. Aquel que fue más que un amigo sigue en la misma posición en que lo encontré, dándome su espalda. Lo irónico de la situación no me pasa inadvertido ¿Qué está pasando aquí? ¿Daniel y Clarión?

Un silencio sepulcral cae en la habitación, sólo mi agitada respiración se oye. Gruño.

— ¿Qué está pasando?

Nadie habla. Nadie se mueve. Es como si todo se hubiese detenido. Yo estallo.

—Pues bien, ¡Jodánse! ¿Me oyeron? —corro hacia la puerta y Daniel me detiene.

—Cariño tenemos que hablar —suplica en voz baja, melodioso.

—Suéltame, y no soy tu cariño —hablo entre dientes.

Rabia pura tomando el control, él me dejo y ¿ahora quiere hablar? Idiota.

Escucho como suspira y lo veo llevar sus manos a mis hombros, apretando ligeramente.

— Por favor Emma.

—Suéltame —le digo en voz baja. No lo hace, en cambio sus pulgares acarician mis hombros en un movimiento relajante, estoy a punto de quebrarme, de tirarme al suelo pegar mis rodillas a mi pecho y ponerme a llorar.

El abrazo de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora