Capítulo 11

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"Muchas veces nos toca mirar hacia el pasado para conocer nuestras fallas, solo así podemos tener una pequeña esperanza acerca del futuro."

Emma

Mi cabeza va estallar, se ha instalado un dolor en mis sienes insoportable y es que no es para menos, lo que me ha dicho Daniel ha colocado mi mundo al revés. Miro al hermoso hombre delante de mí sin poder dar crédito a todo cuanto me ha confesado. ¿Clarión amarme? Sí claro, es un ángel, un ser frívolo destinado para degollar demonios o algo así.

— ¿Estás bien? —pregunta.

— ¿Algún día lo estaré? —pronuncio con altanería.

Él pasa su mano por su cabello.

—No lo sé, solo tienes que ser fuerte, superar todo esto y salir adelante, tampoco se trata del fin del mundo —lo miro horrorizada y me levanto hecha una furia, él imita mi acción.

— ¿Cómo puedes bromear en una situación como esta?

—Tampoco es para tanto —despreocupado.

— ¿Te drogas? —la única manera de que crea que esto no es para tanto, es que vaya colocado. Abre su boca para retrucar lo dicho, lo interrumpo.

—Cállate, esto no es una broma, yo escuche como asesinaban a mis padres, yo tengo que lidiar con esas cosas día a día, yo pase una infancia y adolescencia de mierda y ¿sabes qué? A mi madre la violaron... ¡La violaron! Tres hombres... Vi el informe forense. Fue maltratada vilmente y ella no se lo merecía —ahogo un gemido.

Su expresión cambia, esta avergonzado.

—Puede que tú estés acostumbrado a todo esto, pero yo no Daniel —frunzo el ceño porque ese no es su nombre real— No puedo llamarte de otra forma, sería raro para mí.

—Daniel está bien —lo observo con intensidad.

—Y es una idiotez de tu parte salir con eso de que un ángel me ama —él bufa— No vuelvas a decir una cosa como esa.

Asiente. Pasados unos minutos un silencio incomodo se instala entre nosotros. Cruzo mis manos en mi pecho, abrazándome, buscando algún tipo de refugio.

Todo lo por lo cual trabaje comienza a venirse abajo, esos años de terapia con la doctora Well, aparentar normalidad, todo eso no ha servido de nada, ahora estoy lidiando de nuevo con lo que le paso a mis padres, todo acerca de los ángeles y demonios, la maldición sobre mi familia. Cierro mis ojos.

Sin olvidar a Clarión, todo ese lío me tiene crispado los nervios. Lo que Daniel ha dicho son solo suposiciones, es ridículo siquiera pensar en ello, sin duda yo siento algo por él, es platónico, es hermoso, es alguien que no encontraras ni en tus más anheladas fantasías, me gusta y solo le bese porque... es algo que no sé cómo explicar, es como si algo dentro de mí le perteneciera a él, que estúpido, estoy siendo irracional, cursi y...

— ¿Tienes más preguntas? —me enfrasque tanto en mis pensamientos que había olvidado que Daniel estaba a mi lado.

—Sabes, pensaba que me ibas a ahogar con toneladas de ellas—su tono jovial, alegre.

Algo que me atrajo de Daniel fue eso, es como si todo fuese una broma, él va por la vida despreocupado, como si nada fuese más importante que el ahora.

— ¿Por qué actúas así? —su entrecejo comienza a fruncirse.

— ¿Cómo? —no tiene ni idea de lo que transmite o se hace el desentendido.

—Como si todo estuviera bien, esto, toda esta locura... A ti no te afecta, ¿verdad? — toma mi mano y le da un suave apretón.

—Claro que sí, solo que no va a cambiar nada si me enojo, frustro, grito o todas esas emociones que ustedes manejan y que en vez de ayudarles a ver las posibles soluciones, los ahogan más en el problema. Todo es cuestión de percepción mi pequeña.

El abrazo de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora