Capítulo 22

3.6K 336 38
                                    

Emma

Intento enfocar mi vista, ¡cielos! Soy el títere de Jaén, gruño y poco a poco me levanto, nunca me he emborrachado pero supongo que debe sentirse como esto, mi cabeza va a estallar, mis párpados se sienten pesados, mi estomago se revuelve y veo lucecitas de colores, esto es nuevo, nunca antes me he sentido así, la pasada vez que Jaén me saco de circulación abrí mis ojos y me sentí bien, ahora me siento terrible.

Miro a mi alrededor, espabilo porque esto parece ser sacado de un cuento de hadas, la habitación en la que me encuentro es hermosa, piso de madera resplandeciente, muebles estilo Luis XVI decoran la estancia, el estilo es sobrio y elegante, todo a su paso grita opulencia, miro hacia mi izquierda y unos grandes ventanales cubiertos por exuberantes cortinas dejan ver un hermoso cielo azul con destellos naranjas y rosas, esta amaneciendo.

-Bienvenida -una voz muy familiar me saluda-. Cuando recibí tu mensaje no espere encontrarte así, estabas tan alterada que Jaén tuvo... -lo interrumpo levantando una mano, se lo que me hizo Jaén, solo que esta vez se excedió, siento nauseas y son muy fuertes, llevo una mano a mi estomago.

- ¿Te encuentras bien? -niego con mi cabeza, la bilis en mi garganta, me cubro con una mano mi boca, debo tener una expresión horrible en mi cara porque Samuel hace una mueca, me toma del codo.

- Vamos -unos cuantos pasos y llegamos a un cuarto de baño.

Me arrojo al váter, me sacudo en espasmos fríos y sudorosos, esto es asqueroso, Samuel no se ha ido, en cambio se ha acercado y sostiene mi cabello, evacuo dos veces más, cuando siento que mi estomago se ha asentado, me levanto y escucho el ruido del desagüe, llevo mis manos al lavamos, Samuel hace ruidos, como si estuviese abriendo armaritos, segundos después un cepillo nuevo junto a una pasta de dientes me son entregados, le agradezco en silencio, me lavo los dientes y el rostro, me pasa una toalla y salimos.

-¿Te sientes mejor?-le sonrío.

-Sí, mucho mejor. Debió ser asqueroso para ti.

-Seguro-dice en tono juguetón, lo codeo y él se ríe.

-Así que... ¿Vives aquí?

-Así es, tenemos varias propiedades en la zona, pero esta es la casa familiar, tenia asuntos que atender en el lago Lure por ello me encontraste ahí -mira el reloj en su muñeca-. Vamos con retraso, no te preocupes, mi padre no es un hombre severo, pero para futuras referencias él valora la responsabilidad en cada faceta de la vida, el ser puntual es una de ellas -asiento, mi padre era igual. Frunzo el ceño.

-Pensé que iba a verme con... el líder del clan o lo que sea, soy nueva en esto pero creo que su nombre es Gamaliel -Samuel sonríe.

- Es mi padre y sí, es él anciano de más influencia en el clan, por lo menos en el continente.

-Bien, eso... está muy bien -¡Es horrible! Pienso para mi.

Mientras avanzamos por el interminable pasillo con grandes ventanales que dan a un hermoso y extenso jardín.
Observo que colgadas en las paredes color crema hay armas, espadas de diferentes colores, tamaños y formas, al fondo una gran puerta con un sello, dos espadas cruzadas con las hojas metálicas bordeadas en llamas de fuego.

-Es nuestro escudo -anuncia Samuel-. El fuego representa el poder del Creador y las espadas son nuestra armas, ya te irás familiarizando -su tono afable.

No me emociona mucho, pero no tengo elección. El empuja la pesada puerta de madera, la sala es igual de hermosa y opulenta que la anterior solo que en esta hay una mesa rectangular en madera negra que da la impresión de ser infinita, albergaría a unas cincuenta personas, varios pares de ojos están sobre mí. En la estancia hay otras personas, pero mis ojos se posan en unos ojos color verde muy familiares y cuando sonríe sé que es Gamaliel, se levanta de la silla que está al nivel superior de la mesa y avanza hacia mí.

El abrazo de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora