"Quiero ir más allá, conocer la profundidad de tu alma y no solo la de tu cuerpo."
Clarión
Miro hacia el cielo. Si algo anhelo en estos momentos, es poder estar cerca para ver la primera luz del día; la pureza que aguarda el alba es una de las mejores obras del Creador. Extraño aquello que solía ser, pero Gabriel no se equivoco al decir que nuestras decisiones determinan nuestro destino, lo que soy ahora es producto de mis acciones pasadas. Me he equivocado en tantas cosas, pero también se nos ha ocultado tanto. La diferencia entre los desertores y los caídos es que nosotros podemos recurrir a la misericordia del creador, ellos no.
Ahora mismo no estoy seguro de si deseo esa misericordia. Anhelo regresar, eso es seguro, sentir mis alas extendiéndose, ese fuego arder en mi interior, continuar con el propósito para el cual he sido creado. Sí, extraño todo eso, pero ella me ata, ata mi alma a la suya y ha sido insoportable este tiempo, la he visto ir y venir, visto su sonrisa. He estado tan cerca de ella, pero a la vez tan lejos.
No podía acercarme, no así, ¿cómo le explicaría mi estancia en este cuerpo? Estaré aquí hasta que el Creador lo decida y, ¿después qué? ¿Qué pasará con lo que siento?
—Ya está todo listo.
La voz de Efrom disipando mis pensamientos. Lo observo, cada vez que estoy cerca de él una ira descomunal se apodera de mi, mis manos en puños se cierran y se abren, es una necesidad de golpearlo. Él levanta sus manos y da unos cuantos pasos atrás murmurando a su paso:
—Conozco esa actitud, ya basta —estrecho mis ojos.
—La besaste —le gruño.
Estoy siendo irracional, pero no puedo evitarlo, cuando se trata de Emma soy un completo idiota, súmale a ello el hecho de que no soy de este mundo.
—Ella me importa —se justifica, el muy bastardo.
—No tiene nada que ver con el hecho de que aprovechaste de ella.
—No me aproveche, maldición.
—La besaste y si no es por las interrupciones de Jaén la hubieras mancillado —él abre su boca, sus ojos se estrechan.
—No lo hubiera hecho, tengo honor —recalca con ira. Bufo.
—Idioteces, tienes demasiado tiempo en ese cuerpo.
— ¿Quieres pelear?
No me lo pide dos veces, me abalanzo sobre él, mi puño conecta con su mandíbula. Efrom se tambalea un poco, pero no cae, un gruñido sale de su garganta y arremete en mi contra, ambos tratando de herirnos, su puño conecta con mi costado enviando un agudo dolor, me aferro a la ira que inunda mi cuerpo y mi puño rompe su nariz; Efrom cae al piso con un sonido sordo. La ira se apodera de mis sentidos, solo quiero romper su rostro. Una mano sujeta la mía.
—Eres mejor que eso —susurra con sabiduría el guerrero que me detiene. Maldigo el don que le fue otorgado a Aragón.
— ¿Te hace sentir bien? Maldita sea, haz roto mi nariz...—se queja.
Aragón lo interrumpe:
— Sanas rápido —suspira— ¿Pueden pelear como verdaderos guerreros? Parecen niñas.
—Vete a la mierda —decimos Efrom y yo al unísono. El guerreo emite una fuerte carcajada, luego la seriedad emana en sus palabras:
—Dejen de ser tan simples, se comportan como hombres mortales, por lo menos recurran a lo que queda de esencia etérea en ustedes, pero por su comportamiento dudo que siquiera tengan un poco —su voz es dura, su mirada se fija en mí—. Faltan 4 horas para el alba, ¿Tienes todo lo que necesitas?
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El abrazo de un Ángel
ParanormalLos seres espirituales están entre nosotros, ángeles y demonios librando una lucha constante, ángeles protectores y demonios que infectan todo cuanto tocan. Los ojos de Emma Collins fueron abiertos para mostrarle un mundo diferente. Poseé un don des...