Capítulo 26

2.5K 299 40
                                    

Emma.

Estoy envuelta en una nebulosa de lujuria, ella me reclama, me siento embriagada, intoxicada por sus besos, sus caricias. Su voz me llega lejana.

- ¿Emma? -le sonrío, es tan guapo- ¿Pequeña? -lo beso y él me responde con pasión.

Nos hemos convertidos en dos adolescentes extasiados, las risas y las acaricias nos acompañan todo el camino hacia su residencia. Nos sumergimos en el elevador, abrazados, nuestras manos buscando, descubriendo nuestra piel caliente debajo de la ropa, excitados en sobremanera, mi ser esta en combustión, sus labios acarician todo mi rostro. Nos reímos, nos besamos. El pitido abre las puertas a nuestro destinado y salimos a trompicones, su risa me encanta, esta es una faceta de él que me cautiva, me hipnotiza, me hace querer mucho más.

Hasta el momento solo he podido arañar la superficie, siento que ahora más capas se levantan y puedo ver más de él, no en su forma etérea, sino más humanidad, más imperfección.
Se detiene para buscar las llaves, mientras, lo abrazo por detrás pegando mi rostro en el centro de su espalda, su risa vibra y hace que yo ría. Algo despierta dentro de mí. ¿Una advertencia? Me rio de mi pensamiento absurdo. Él toma mis manos y se da la vuelta para mirar mi rostro, da unos cuantos pasos hacia atrás permitiéndonos entrar a su lugar. Sonrío.

- Vas a tropezar y caeremos -le advierto. Él me da una sonrisa ladeada.

- Tengo excelentes reflejos -anuncia con autosuficiencia-. Acercate -hago lo que pide y cierra la puerta, me presiona en ella con rudeza y busca mis labios, besa y muerde mi labio inferior, luego se aparta y sus ojos me buscan. Coloca un cálido beso en mi frente, luego otro en la punta de mi nariz, otro en mis labios.

Comienza a mover sus labios sobre los míos, no es para nada tímido, su lengua sale para mojar mi labio superior, sus dientes mordisqueándolo, llevo mis manos a su cuello y acaricio las puntas de su cabello, me presiono en su contra y él gime, aprovecho el momento para introducir mi lengua en su boca, ambas bailan cadenciosamente, es un beso húmedo, nuestras lenguas se entrelazan.

- Mmmm... Clarión -mi respiración es agitada, estoy ardiendo. Un gruñido molesto sale de su garganta.

- ¿Sí? -murmura entre dientes.

- Por favor -ruego.

Ríe contra mis labios. Sus manos acarician mi cuello, bajan a mi pecho y se posan sobre un seno, este inmediatamente se hincha y yo gimo, no puedo evitarlo.

Su mano baja aun más y llega a mi vientre, juega con el borde de mis pantalones, lo abandona para bajar más, su palma se presiona con rudeza en mi femineidad y comienza a moverse imitando el balanceo de nuestros cuerpos conectados. Siento que voy a estallar, es demasiado placentero.

- Oh...

- ¿Mmm? ¿Te gusta? -su voz brusca, demandante. Mi boca se seca. Asiento.

Su cara se presiona en el hueco de mi cuello, deja un beso húmedo ahí, su lengua probando mi piel. Abandona la caricia que inició.

Mi corazón late frenéticamente. Lo observo y sus ojos son dos rendijas, lleva sus dos manos a mi cuello apretándolo con ligereza. Me acerca a él buscando mi boca, sus labios sobre los míos hambrientos. Se aparta y saca su camiseta. Voy a quitarme la mía cuando su voz me detiene.

- Eso es mi trabajo -su tono duro.

Muerdo mi labio y lo observo desvestirse, quiero hacerlo yo, pero algo me dice que él va impedirlo, así que mis ojos disfrutan de su torso desnudo, de la esculpida V mientras sus pantalones le abandonan. Su bóxer negro no hace nada para ocultar su falo erecto. Mis ojos están fijos en su entrepierna, se mueve hacia mí y yo levanto mi vista, en sus labios esta esa sonrisita ladeada; su ceja levantada en una expresión que denota que me ha descubierto. El rojo colorea mi cara.

- Eres mía -declara con intensidad.

Ya no hay burla en su mirada. Su voz envía un escalofrío a mi columna vertebral, de repente quiero correr.

Me toma de la cintura y me levanta, todo pensamiento anterior olvidado, chillo y él se ríe, su risa es ronca y mis piernas se balancean inertes mientras nos movemos al sofá, se tira haciendo que este rebote y me detiene con sus manos, mis pies tocan el suelo y me acomoda entre sus piernas, lleva su cabeza a mi estomago y reposa ahí, mis manos acarician su cabello, es sedoso, mis dedos se deslizan fácilmente por su cráneo.

Comienza a desnudarme, llevo puesta una blusa con botones y cada vez que abre uno, besa mi piel, al abrirlos todos, desliza la prenda por mis hombros, su atención se enfoca en mis vaqueros y con la misma atención los quita.

Una vez me tiene solo con mi ropa interior, sus ojos se conectan con los míos y las comisuras de sus labios se levantan. Acaricia mis costados y sus dedos llegan a mis caderas presionando ahí, jalándome a su regazo, chillo y gimo, todo al mismo tiempo.

- Eres hermosa -sus manos van hacia mi espalda, desprende mi sujetador y observa mis senos, mi pecho sube y baja, mis pezones se endurece apuntando hacia sus labios, no pierde el tiempo y lleva uno a su boca, succiona y pellizca con sus dientes, gimoteo y me retuerzo, su mano en mi espalda me sujeta. Mis manos tocan sus amplios hombros, mis palmas acariciando su piel, sus manos son frenéticas, ambos lo estamos, ambos queriendo saciar el deseo en nuestro interior. Suelta mi pezón

- Emma... Desnúdame -demanda con deseo en su voz.

Muerdo mi labio y me levanto lentamente. Estoy de pie entre sus piernas, llevo mis dedos al elástico de su bóxer y comienzo a bajarlo, levanta sus caderas y la prenda baja a sus muslos, sigue bajando hasta liberarlo del obstáculo.

Él se mueve y coloca sus dedos en el borde de mis bragas, con un movimiento deliberadamente lento me libera de ellas. Coloca un beso con su boca abierta en mi vientre.

En un ágil movimiento me encuentro sentada en el sofá y él de rodillas frente a mí-. Tu olor...-susurra besando mi ombligo y bajando un poco más, cierro mis ojos, sus labios recorren el interior de mi muslo, su lengua sale para probar mi piel, pero, algo no está bien, mi corazón comienza a enfriarse y voces comienzan a escucharse en mi mente.

- ¿Emma? Maldición Gamaliel, sácala de ahí - ¿Esa voz? De repente un letargo se adueña de mi cuerpo.

Miro hacia Clarión, quien .e acaricia, pero ya no siento calor, siento frío, mucho frío.

- ¿Jaén has algo? -demanda de nuevo esa voz.

Ahora mi corazón la reconoce. ¡Clarión! ¿Qué mierdas está pasando? Tengo miedo y estoy confundida.

Quiero hablar, gritar, correr, pero no puedo moverme. Mi mente se siente embotada, mi visión se nubla. Una voz resuena con fuerza y autoridad.

- Que el poder del Creador descienda, su fuego consuma...

No presto atención a las siguientes palabras que traspasan la nubla en la que está mi mente porque me distrae el movimiento brusco que hace el hombre delante de mí, se retuerce y habla en un idioma extraño, levanta su cabeza y es cuando todo cae en su lugar. Ahogo un jadeo. Sus ojos son negros, completamente negros. No es Clarión con el que estoy. Es un caído.

- Eres mía, el linaje de la tribu amada desaparecerá contigo -su voz rasposa. Su rostro desfigurándose.

Se agacha llevando su boca a mi muslo, muerde la cara interna del mismo enviando un dolor insoportable. Me quema.

Lloro, grito por dentro, quiero quitarlo de encima pero no tengo control sobre mi cuerpo, no me responde, yace inerte y a su merced.
Clava sus dientes, los lleva mucho más profundo en mi carne y el dolor me llena, me consume. Se que la oscuridad está reclamando mi alma.

El abrazo de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora