Emma.
Observo al hombre delante de mí, cualquier persona que fije sus ojos en él verá a un joven hombre muy apuesto, sus facciones definidas, mandíbula cuadrada, nariz recta, labios gruesos, ojos simétricos flanqueados por gruesas pestañas y unos iris del color más hermoso, un azul infinito como el mismo cielo, su piel dorada es exuberante, su cabello color bronce está demasiado largo, se le riza al llegar a la nuca y en definitiva lo hace ver aun más atractivo. Es inevitable para mí el mirarlo y no hacer una rápida descripción en mi mente de ese hermoso rostro y cuerpo deseable, delgado pero fibroso, hombros anchos, bíceps bien marcados, un paquete de abdominales perfectos, también es inevitable no traer a mi memoria su cuerpo desnudo... ¡Lo estoy desnudando con la mirada! Levanto mis ojos de golpe y él me observa con una sonrisa socarrona en sus labios. ¡Se dio cuenta, maldita sea!- Puedes seguir observando, como tú lo has dicho antes...-se acerca a mí, su aliento rozando mi oreja, su voz baja-...me conoces perfectamente -se aparta con la misma sonrisa en su rostro-. Vamos a salir.
- Aun no he aceptado - digo entre dientes.
- Ya lo hiciste Emma -junto mis cejas. Frunce sus labios para ocultar una sonrisa ladina-. Cuando me has desnudado con la mirada accediste a salir conmigo -¡Oh. Por. Todos. Los. Cielos! Mi sangre se calienta y se extiende rápidamente por todo mi rostro. Miro alrededor para ver si las enfermeras que pululan se han dado cuenta de la tensión sexual entre nosotros. Nadie nos preste atención.
Frunzo mis labios y le doy la espalda. Estoy emocionada, agitada, angustiada, excitada, mierda soy un expendio de emociones ahora mismo. Camino y él se apresura para estar a mi lado, bajamos las escaleras en silencio, él detrás de mí. Al salir del recinto no intenta tomar mi mano, cosa que en verdad agradezco, me sudan y tiemblan. ¿Una cita con él? Reprimo una sonrisa nerviosa y apresuro mi paso. A veces es mejor dejarse llevar y no planear las cosas, sí, iba a tener sexo con él, pero ahora todo parece torpe, me siento extraña.
Llegamos al estacionamiento y toma mi meñique, lo engarza con el suyo y me dirige. No puedo evitar sonreír, mis mejillas duelen, parezco un jodido payaso con una estúpida sonrisa en mi rostro. Niego con mi cabeza alborotando mi cabello. Nos detenemos frente a una motocicleta, no tengo ni idea acerca de estas bestias, pero es preciosa, en color negro y con detalles cromados, al costado se lee DUCATI, me entrega un casco y yo niego.
- No, no... No voy a subir... -soy silenciada por sus manos en mi cintura. Me acerca a él.
- ¿Te asusta dar un paseo conmigo? -su olor me embriaga-. Demuéstrame que no eres cobarde, pequeña -termina con voz suave. Quedo convertida en gelatina, pero me recompongo.
- Primero dime a donde vamos.
- Es una cita, así que será sorpresa.
- ¿Cómo sabes respecto a citas? -frunce los labios.
- Hay más desertores, muchos de ellos acostumbrados demasiado a este mundo -asiento y él toca mis labios con su pulgar en un movimiento imperceptible, me sonríe y coloca el casco en mi cabeza, cuando todo está en orden, se monta en la motocicleta y yo hago lo mismo, mis muslos abrazando sus caderas-. Rodéame con tus brazos -pide y yo ruedo los ojos.
Él dirige la motocicleta hacia la carretera, al principio con una velocidad moderada pero cuando hubo ingresado a la estatal aumenta velocidad haciendo que mi agarre sea más férreo sobre su cintura y apretándome más a él, sintiendo el calor que emana de su cuerpo en mis muslos, cierro los ojos, es muy excitante. No puedo negarlo, disfruto del viaje. Llegamos a una zona concurrida en el centro de Raleigh.
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El abrazo de un Ángel
ParanormalneLos seres espirituales están entre nosotros, ángeles y demonios librando una lucha constante, ángeles protectores y demonios que infectan todo cuanto tocan. Los ojos de Emma Collins fueron abiertos para mostrarle un mundo diferente. Poseé un don des...