Él ha apresado mi corazón, es suyo, sus ojos me abrasan, sus caricias me embriagan, me hacen olvidar, me persuaden, mi cuerpo es su templo, soy suya; y así lo hemos expresado por largo tiempo, horas amándonos. Caricias que profesan lo que hay en nuestra alma, agotándonos en amor, consumiéndonos en su llama para renacer de nuevo en las cenizas.
Me encuentro encima de él, la pasión creciente dirigen mis movimientos, lentos, sublimes. Sus dedos aprietan fieramente mis caderas, nuestras respiraciones entrecortadas, cabalgamos juntos, ambos sudorosos, estrechándonos con fuerza, conociendo nuestro cuerpo, sus labios se mueven sobre mi boca, su lengua persuadiendo, buscando, devorando, mi lengua y la suya danzan juntas. Lentamente retira sus labios.
– Emma –mi nombre es una plegaria.
Él toma el control y dirige mis movimientos, los agiliza buscando saciar nuestros instintos, gimo y me aferro en sus hombros, mi placer construyéndose, el suyo al límite.
– Emma –ahora su voz es desesperada.
Aprieto mis labios para no gemir alto, esta vez no quiero ser ruidosa. Nos movemos al ritmo que marcan sus caderas, frenéticos, su mano se mueve hacia mi centro apretando la tierna protuberancia, un gemido bajo se escapa de mi garganta, acaricia haciendo presión en el punto exacto, y estallo, colapso en su hombro. Él gime y me abraza fuerte, ambos llenos, saciados, extasiados. Muerdo su hombro y subo dejando un reguero de besos por su mandíbula, su mejilla, su sien, tomo su rostro y beso su cejo, su nariz y sus labios, el sonríe.
– Te amo –pronuncia.
Lo ha dicho muchas veces, parece querer grabarlo a fuego en mi memoria.
– Lo sé, yo también te amo –mis ojos se enlazan con los suyos, quiero que crea mis siguientes palabras:
-Jamás olvidaré que me amas y que yo te amo, jamás olvidaré a quien pertenezco.
Se acerca y besa mi frente, me rodea con sus fuertes brazos, coloco mi cabeza en su hombro y así nos quedamos, unidos, ambos conectados, siendo uno solo.
***
La mañana llego y la bruma de pasión poco a poco se fue esfumando. Hay muchas cosas en las cuales preocuparnos, y por lo que veo... Parece que ha regresado la inquisición medieval, soy la única sentada y todos me miran, todos esperando mi declaración, cierro los ojos, no quiero recordar, no quiero ir ahí.
– Se que es difícil –dice Caliel – pero es necesario. Necesitamos saber que ocurrió ahí.
Busco con mi mirada a Clarión, se ha apartado, está oculto en un rincón, su postura recia, sus brazos cruzados sobre su pecho, sus ojos severos, su mirada en cada movimiento que hago. El amante dejado atrás. Suspiro. Llevo las manos a mi frente, un movimiento nervioso. No ayuda para nada el lugar donde me encuentro, esta casa guarda muchos recuerdos. Tomo una fuerte bocanada de aire y me dispongo a contar lo que vi.
– Una niña, vi a una niña muy parecida a mí a esa edad... pero algo estaba mal en ella, no lo sé, algo siniestro la envolvía, ella abrazaba un niño –llevo mis manos a mis brazos, tratando de detener el escalofrío que cubre mi cuerpo–. Dijo que era mi hijo, ella me conocía, pronuncio mi nombre y sus ojos eran muy parecidos a los míos, solo que estos eran de un color más claro y cuando estaba desapareciendo su rostro cambio, era la misma niña... pero en esta había ternura –me estremezco– fue algo extraño.
La habitación se queda en silencio.
– ¿El niño? –demanda Efrom.
– Estaba cubierto en sangre, al parecer tenía pocos minutos de nacer, yo... sentí una conexión con él, de hecho iba a tomarlo en mis brazos, pero abrió sus ojos –busco con mi mirada a Clarión, él me observa– Eran negros –los ojos del guerrero se estrechan.
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El abrazo de un Ángel
ParanormalLos seres espirituales están entre nosotros, ángeles y demonios librando una lucha constante, ángeles protectores y demonios que infectan todo cuanto tocan. Los ojos de Emma Collins fueron abiertos para mostrarle un mundo diferente. Poseé un don des...