Capítulo 20

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"Me veo en tus ojos de cielo, me derrito en tus brazos de amor."

Emma.

"Emma..."

Un silbo apacible lleva mi nombre, no tengo miedo. Me encuentro de pie en la habitación y observo a Clarión, duerme plácidamente... Junto a mí, mi cuerpo está en esa cama y es como si estuviese viendo todo a través de un espejo, sé que esto no es real, simplemente estoy soñando, no es real.

"Emma..."

Ese susurro de nuevo. Cuando me giro a la voz que pronuncia mi nombre he sido transportada al lago, la luz de la luna proporciona un brillo casi mágico a la noche, el sonido de los grillos y cigarras llenan el ambiente. Estoy en el mismo lugar donde escuche la voz por primera vez, busco en la oscuridad de la noche y no hay nada.

"No te rindas."

Me muevo pero no veo nada. Mientras la visión delante de mí se borra, veo la figura de una mujer, su cabello es inconfundible.

Abro mis ojos de golpe, mi respiración es irregular. Clarión se remueve incomodo detrás de mí y una de sus piernas se enlaza con la mía, se presiona más a mi espalda y sigue durmiendo. Trato de tranquilizar los latidos de mi corazón. ¿Podría ser posible? No, no puede hacer eso. Fue un sueño, solo un sueño, han sido demasiadas emociones en tan pocos días. Me repito estas palabras como un mantra para calmarme. ¿Qué no me rinda? ¿Respecto a qué?

El calor proveniente del hombre a mi espalda me recuerda lo que experimente unas horas atrás. El sueño ya olvidado, los problemas a mi alrededor son historia. Una sonrisa de satisfacción se asoma en mis labios, estar entre sus brazos fue toda una delicia, seguro como el mismísimo cielo que quiero volver a sentirme así, era arcilla en sus manos y me moldeó a su antojo, fue sublime y excitante pero no es lo que quiero, yo quiero entregarle todo, sin reservas.

Comienzo a trazar círculos con mis dedos en su antebrazo, él se retuerce y de sus labios sale algo ininteligible y me pregunto ¿Si hubiese sido un hombre normal, hablaría dormido? Una risita escapa de mí.

-¿Qué pasa? -su voz ronca por el sueño.

-Nada -susurro. Hace un sonido con su garganta y se acurruca más a mí. Miro el reloj en la mesita de noche 03:33 am, me tenso.

-Emma, estás conmigo, no pasa nada.

Me acurruco más cerca y él besa mi cuello, un calor se extiende por mi cuerpo, un escalofrío hace que se me encojan las puntas de los pies, sus manos recorren mis muslos, sus dedos se mueven por mi piel y sube la camiseta que llevo puesta (que es de él y tiene su olor), traza círculos perezosos con la punta de sus dedos en mi vientre, estoy desnuda, cierro los ojos, sus labios besan el lóbulo de mi oreja y susurra- ¿Qué me ocultas, Emma? -su pregunta arruina el momento, exhalo un suspiro fatigado.

-Tuve un sueño -me da un golpecito suave en mis hombros para que me voltee, lo enfrento y entrelazo nuestras piernas, llevo una mano a su pecho y con la otra rodeo su cintura, mi cabeza entre su cuello.

-¿Que soñaste? -pregunta, sus manos acarician mi espalda en un movimiento relajante.

-Estaba de pie en el dormitorio, nos vi dormidos, yo era... un espíritu o algo así, no podía verme, pero podía ver todo a mí alrededor. Fui al lago -él se tensa.

-¿Sentiste miedo?

-No -susurro-. Pero vi a alguien -él se echa hacia atrás permitiéndome ver sus hermosos ojos azules.

El abrazo de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora