Emma
Aligera su peso sobre mi colocándose sobre sus codos, su cabello desordenado, frente, cuello y torso con pequeñas gotas brillantes, mis ojos recorren sus labios hinchados y cuando mi mirada se encuentra con aquellos dos luceros mi corazón deja de latir, su mirada es intensa, penetrante, me cautiva, hipnotiza, baja sus labios y besa la punta de mi nariz, luego mi boca, mi clavícula, baja a mi cuello y muy lentamente sale de mi, arrugo mi frente al sentirlo deslizarse fuera de mi húmeda cavidad.
Estiro mi cuerpo como un pequeño gatito, solo me falta ronronear, sonrío, porque la analogía es muy acertada. Giro mi cuerpo y lo observo hurgar entre los bolsos, saca dos enormes toallas y se levanta en toda su esplendida desnudez. Mis ojos se amplia y una sonrisa torcida aparece en sus labios.
– Ven, te hará bien una ducha, yo te acompañaré –muerdo mi labio, él y yo bajo la ducha, claro, por qué no.
Extiende su mano, la tomo y me ayuda a levantarme. A la par del pequeño armario hay una estrecha puerta, la abre permitiendo mi entrada y luego entra él.
– El espacio es demasiado angosto para los dos, ¿no crees? –pregunto. Me da su sexy sonrisa.
– Nos las arreglaremos –le sonrío de vuela. Abre la llave de la ducha, pasan unos minutos y el vapor llena el cuartito.
– Adelante –anima. Ingreso y el agua caliente resbala por todo mi cuerpo, cierro mis ojos.
Segundos después siento su presencia detrás de mí, estamos muy juntos debido a que no hay el suficiente espacio para albergarnos a los dos.
Sus manos toman mi cabello y lo coloca sobre mi hombro, echo mi cabeza hacia atrás, la dejo descansar sobre su torso, sus manos se posan por debajo de mis senos, si sigue así acabaremos en otra cosa, besa mis cabellos y retira una mano de mi cuerpo, toma el jabón, lo veo desaparecer en sus fuertes manos, hace espuma suficiente y comienza a lavarme, una sonrisa bobalicona aparece en mis labios, lava mis senos, mi estomago y baja a un más, cuando llega a mi entrepierna, emito un pequeño chillido, él ríe, su risa me encanta, bajo mi mirada y esta lavando entre mis muslos, el agua se torna en un tenue color rosa, sus labios barren mi oreja y susurra.
– Consumado fue... Eres mía –me estremezco de placer, besa mi hombro y comienza aclararme, me siento cuidada. Toma el jabón y anuncia.
– Es mi turno –me mueve y queda baja el chorro de agua.
Estoy embelesada, su cuerpo es perfecto, esculpido por el más experto de los artistas, pectorales definidos, caderas estrechas, piernas cinceladas, devuelvo lentamente la mirada y observo como su entrepierna comienza endurecerse.
– Si sigues mirándome así, esto no acabara solo en tomar una duda –me sonrojo y luego rio. Quito el jabón de sus manos–. No creo que eso sea una buena idea, pequeña –susurra con voz ronca. Levanto mis cejas, desafiándolo, levanta sus manos en señal de rendición–. Haz lo que te plazca, soy todo tuyo – dice con chulería, me carcajeo.
– Buen chico –una sonrisa picara asoma en sus labios.
Comienzo a enjabonarlo, sus hombros, brazos, pecho, bajo a su entrepierna y él sisea, me agacho para lavar sus piernas, lo miro desde abajo y si sigo así acabaremos en problemas, rio para mis adentros, subo y planto un pequeño beso en su boca abierta, él niega con la cabeza.
– Eres mala –me toma de la cintura y chillo, ambos nos aclaramos de nuevo. Me saca y envuelve en una toalla esponjosa–. Ve, adelántate –junto mis cejas–. Necesito quedarme un rato más –se nota avergonzado, me rio y salgo del pequeño cuarto negando con mi cabeza.
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El abrazo de un Ángel
ParanormalLos seres espirituales están entre nosotros, ángeles y demonios librando una lucha constante, ángeles protectores y demonios que infectan todo cuanto tocan. Los ojos de Emma Collins fueron abiertos para mostrarle un mundo diferente. Poseé un don des...