"El dolor no se deja atrás, pero podemos cortar con todo aquello que nos lo recuerda."
Emma
— ¡Corre! ¡Emma, no dejes de correr!
— ¿Mamá?
Mis ojos se abren y estoy en una habitación de hospital, no puedo moverme, no puedo gritar, no puedo hacer nada. Maldita zorra de Amarisse volvió hacerlo.
—Huelo tu miedo...—una voz profunda resuena en el lugar, ¿Dónde estoy? Miro hacia un rincón de la desconocida habitación, ahí está un hombre, vestido en un traje negro, y el deja su posición de reposo y comienza acercarse, se está acercando, a mí. El pánico me hace su presa, deseo gritar, ese hombre posee algo que me hace querer huir.
—Nadie llegará, sabes, los médicos dicen que esto —señala el entorno— no es real, los expertos lo llaman <<Parálisis del sueño>> —suelta una carcajada— ¡Nada más estúpido! La humanidad siempre busca respuestas para explicar lo sobrenatural... ¿Sientes esa sensación de no poder gritar, de no tener control? ¡Estas a mi merced! —arrastra las palabras, y yo siento mucho miedo—. Eso niña, siente el miedo, nosotros podemos encontrar la manera de que te cagues de miedo. No puedo tocarte... por ahora, pero puedo hacerte pasar un muy mal rato —al estar tan cerca, se lo que él es, un caído, sus ojos negros me lo confirman.
Él se aleja de mí. Desaparece. Vuelvo a respirar. Trato de tranquilizar mis pulsaciones, pero, algo no está bien. Puedo moverme, pero no puedo hablar, la desesperación vuelve a tomar el control.
Mis ojos se dirigen al lugar en donde estaba el caído, quiero saber si sigue ahí, si está jugando de nuevo, pero en su lugar veo a mi madre, y mi mente va a explotar.
—Emma —oh, su voz—, cariño nos fallaste, tus amigos nos fallaron, mírame ahora... —su voz rota y la decepción se filtra en sus palabras.
Se halla desnuda, con moretones, tal como la vi la última vez... Sangre, hay sangre en ella, mi alma da un respingo porque la tengo muy cerca, ella se acerca y sus dedos fríos acarician mi mejilla dejando algo cálido a su paso, es inesperado cuando se coloca encima de mí, su cuerpo desnudo y ensangrentado, sangre destilada de ella, su sangre cae sobre mí. ¡Mi madre está completamente cubierta de sangre! Quiero gritar, mi yo encarcelado se retuerce, grita y da patadas, pero mi cuerpo no obedece.
— ¡Me fallaste, Emma!
Con ello despierto, me levanto de golpe, reviso mis manos con movimientos erráticos, hay sangre. Esto es real, intento quitarla, paso mis uñas por la piel de mis manos lastimándome en el proceso, pero la sangre sigue ahí y me encuentro gimiendo de terror.
— ¡Le falle! —digo en un susurro tétrico.
Sigo restregando mis manos para así poder quitar la sangre, las paso una y otra vez por las sabanas, pero sigue ahí, no se va.
Cuando creo que me he vuelto completamente loca, unos brazos fuertes me rodean, alguien me está abrazando, y su agarre es firme, poco a poco la calma me embarga. Su olor a hierbas —menta y canela— me calma.
—Tranquila, pequeña.
Esa voz, la conozco, poco a poco sus brazos se alejan, reviso mis manos, están limpias. Levanto mi rostro y nuestras miradas se encuentran, sus ojos son hermosos, y me permito verlo, lo observo detenidamente. Es muy guapo, pero no es como Galiel o los otros guardianes que he visto, hay un toque de imperfección en él, humanidad, su cabello color bronce llega a sus orejas, de modo que está un poco largo, su nariz fuerte, mandíbula cuadrada, pómulos altos, su tez dorada. Siempre quise poder verlo, pero ahora, ya no importa. Bajo mi mirada. Él coloca un dedo bajo mi mandíbula y la levanta, para que así nuestras miradas se crucen.
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El abrazo de un Ángel
ParanormaleLos seres espirituales están entre nosotros, ángeles y demonios librando una lucha constante, ángeles protectores y demonios que infectan todo cuanto tocan. Los ojos de Emma Collins fueron abiertos para mostrarle un mundo diferente. Poseé un don des...