Capítulo 14

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"Las estrellas que iluminan la noche son un recordatorio de que aunque la oscuridad se asienta, aún hay esperanza en las pequeñas luces que brillan."

Emma.

Me despierto entumecida, intento moverme pero no puedo, cierro mis ojos y los abro de nuevo, intento levantarme, pero algo me lo impide, me muevo un poco, alguien a mi espalda gruñe y se amolda más a mi cuerpo, un brazo fuerte me sostiene, trato de orientarme y el calor en mi espalda me confirma que alguien está detrás de mí, giro un poco mi rostro y lo veo ¡estoy en cucharilla con Clarión!

Mi corazón va muy de prisa, pero cuando la realidad se asienta, destellos de lo ocurrido me golpea, me levanto rápidamente, sus reflejos son muy buenos, segundos después está de pie, con una daga en su mano, arrugo mi frente.

- ¿Qué pasa? -reclama, su pecho sube y baja, yo estoy furiosa.

- ¿Qué demonios me hizo Jaén?

- Emma...

- Nada de eso, ¡¿Qué les sucede?! Creen que pueden hacer eso cada vez que les venga en gana... Necesito salir de aquí.

-No lo harás -su voz baja.

-No juegues conmigo, me importa una mier...

-No saldrás de aquí - me interrumpe de manera tajante, resoplo y comienzo a moverme pero se cruza en mi camino impidiendo así mi huida, mi garganta emite un resoplido enojado-. Si tengo que amarrarte a la cama o a una silla, ten por seguro que no dudare en hacerlo, pero no saldrás de aquí -lo miro con odio.

- ¿Vas hacerme lo que me hizo Amarisse? -dolor cruza su rostro.

- No... -se lleva una mano a su cabello -. Tu tía está bien.

- No te creo -no lo hago, ellos me han mentido.

-Emma, está estable, Ageo y Bethel están con ella. No le sucederá nada malo -pienso en ello, la desesperación hace mella en mi interior, es mi tía, la única persona que me queda por parte de mi papá, me paseo de un lado a otro.

- Necesito verla, por favor -estoy implorando.

- Pequeña, ella está bien -mi mirada se encuentra con la suya, estoy conteniendo las ganas de llorar.

- ¿Por qué no voy con ella? ¿Por qué me retienes aquí? -él calla, no dice nada, mi fuerza se rompe, lagrimas se derraman por mis mejillas, un dolor se instala en mi pecho, imágenes de tía Julie corren en mi memoria, seis años a su lado, significan algo, cuentan algo, me siento en el suelo a orillas de la cama, tomo las sábanas con fuerza, en este momento no quiero pensar en lo que he vivido con ella, la mente te juega tan sucio, cuando un ser amado sufre, lo primero que ella reproduce son los recuerdos más felices, pero eso no te da una satisfacción, lo que hace es producir más dolor, el dolor ante la posibilidad que conlleva el hecho de que es probable que no vayas a vivir eso de nuevo, no ver más su rostro, no escuchar más su risa o cosas comunes que parecen insignificantes pero a la falta de ellas se vuelven relevantes, como la textura de sus manos, su forma, las caricias que ellas profesaban, la mente ante tal noticia nos adelanta al sufrimiento.

- ¿Emma? -él sigue aquí- Pequeña, por favor...

-Júramelo -necesito que me confirme que ella está bien.

-Por mi honor -un suspiro de alivio escapa de mí.

- ¿Que sucedió? -una mueca aparece en su rostro.

- ¿Es necesario hablarlo? -estrecho mis ojos, estoy molesta de que siquiera pregunte eso.

- Por supuesto y quiero detalles - murmuro entre dientes, se mueve hacia mí, me toma de los brazos y me levanta, me sienta cuidadosamente sobre el colchón, me recuesto en la cabecera de la cama, él toma una silla de un rincón y se sienta, algo lejos de mi considerando el hecho de que hace poco me abrazaba mientras dormimos.

El abrazo de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora