Capítulo 2

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Samuel

Entramos en el aula de castigo, hay bastante gente, niños de primero, segundo, tercero... parece que hoy a los profesores se les dio por castigar a los alumnos, de cuarto sólo estamos nosotros dos, nos acercamos a los asientos más alejados de los otros castigados, coloco las manos en la silla y la separo de la mesa, dejo caer mi trasero hasta la silla y me echo un poquito contra la mesa. Laura hace lo mismo.
-Parece que hoy se les dio por castigar a la gente- dice esta.
-Ya... así es aún peor- Contesto mirando hacia los otros castigados, están por grupos, los de primero con los de primero, los de segundo con los de segundo, y los de tercero con los de tercero. Se nota que el profesor aún no ha llegado, están todos revueltos, gritando, tirándose cosas... críos.
-¡Os queréis callar un poco!- grita Laura a los niños que se quedan viéndola unos segundos. Acto seguido, vuelven a ponerse como locos.
-Ni caso- dice frustrada.
-Ni que estuvieran poseídos- una risa empieza a brotar de lo más profundo de mi garganta.
Los 5 minutos siguientes estuvimos callados. Yo no sabía qué decir, ella parece que tampoco, no tenemos mucho de qué hablar. No quiero decir que me caiga mal ni nada de eso, fuimos muy amigos hace años pero... nos fuimos alejando con el tiempo y ahora sólo nos decimos hola y adiós. Hay veces que en francés nos ponemos juntos pero no hay mucho más roce que ese.
-¡Venga! ¡Nos vamos callando!- chilla la profesora entrando por la puerta del aula y dirigiéndose hacia su silla. Nada más sentarse se callan todos.
-A ella sí ¿no?- recrimina Laura en voz baja. Una carcajada se escapa de mi boca.
-¡Samuel!- chilla la profesora
-¿Sí?
-¡Qué te calles!- vuelve a gritar -y todos con papel y bolígrafo a copiar cualquier cosa-
-Vas tú que sí- dice Laura en bajo.
En esto se gira hacia mí y me pregunta.
-¿te aburres tanto como yo?
-Puede que más incluso.
-No creo.
-Pues yo creo que sí.
Los dos reímos disimuladamente pero la profesora parece que nos escucha porque por un segundo nos mira mal.
-Que pesada es, tío- refufuña Laura.
-Ya- la personalidad de Laura es extraña, va de chica dura, borde, pero le queda muy mal, ella es una chica buena, cariñosa y sencilla. Muy guapa y abnegada... buena con todo el mundo. Su pelo parece de oro, en sus ojos te puedes perder perfectamente... su piel es perfecta, y a parte viste muy bien. No sé por qué se intenta hacer la dura cuando es todo lo contrario
-Samu, estábamos pensando algunos de clase en quedar, era por si te apetecía venir.
-¿Qué? Pff, no sé. ¿Con quién?
-Pues con Alexandra, Gabriel, Javi, María, Sheila y Bryan
-¿En serio? ¿Bryan?
-Sí hijo. Gabriel y Javi querían invitarlo.
-Bueno, ¿Y qué proponeis hacer?
-Pues mira, primero quedamos todos en la parada aquí en frente del instituto y cogemos el autobús hasta el centro comercial, después allí estuvimos pensando en ir al cine y después ir hasta el McDonald o así, ¿te vienes?
-Aún no sé, cuando llegue a casa le pregunto a mi madre y te digo.
-Genial- dice ella sonriendo -Samu, quería decirte una cosa, ¿puedo?
-Claro- digo perplejo.
-A ver, quería dejar claro lo que me pasó contigo, no me caes mal ni nada, al contrario me caes muy bien, pero te fuiste separando con el tiempo y...
-¿Perdón? ¿Que yo me separé?- la interrumpí medio cabreado.
-...Bueno, como sea, déjame acabar por favor. A ver, nos separamos los dos, tú te fuiste con tus amigos y yo con los míos y sinceramente no sé por qué. Tú siempre me caíste muy bien, ¿Te acuerdas de lo bien que lo pasábamos?
-Sí.
-Quiero que todo vuelva a ser como antes- coloca las manos entre la cara.
-A mí también me gustaría, eres una persona genial pero bueno...
-Pues ya está, a partir de ahora volverá a ser todo como antes- sonríe.
-¡Venga, el recreo ya ha acabado, todos a clase!- dice la profesora.
Nos levantamos y llegamos hasta la puerta del aula de castigo. Salimos y vamos hasta nuestra clase. Todos están ya en clase esperando al profesor, nosotros nos sentamos en nuestros sitios, nos miramos y sonreímos. El profesor entra por la puerta.
-Sacad los libros- dice este.
Todos sacamos los libros y los dejamos sobre el pupitre. Las dos horas siguientes las paso aburrido, como siempre. Cuando acaba la clase Laura me dice:
-Bueno, cuando sepas algo llámame, espero que puedas venir.
-Yo también lo espero.
Cuando se lo digo me vuelve a sonreír, se despide con la mano y sale por la puerta. Yo acabo de recoger las cosas y hago lo mismo. Estoy deseando llegar a casa. Fue una mañana muy larga.

El demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora