Samuel
Estamos en la cama, tumbados muy cerca. Demasiado cerca. No me siento incómodo, sólo me siento extraño. En estos momentos necesito que esté conmigo. Hoy ha sido el día más duro de mi vida, lo juro.
Ya llevamos 5 minutos así, callados, mirando al techo, con la luz encendida. No sé que decirle, él me supongo que tampoco.
-¿Qué son los Dernos?- pregunté rompiendo el hielo.
-¿Qué?
-Que qué son los Dernos- repetí.
-Ah, son... como explicarlo. Son... una especie de demonios inferiores. No son tan poderosos como tú, pero por eso siempre van muchos juntos. Para los Protectores, que tenemos entrenamiento, nos es muy fácil matarlos.
-Y vienen a por mí- aclaré.
-Exacto.
-Vaya.
Y volvimos a quedarnos en silencio. Una extraña tensión inunda la sala. Pasé por encima de Zack, rozando un poco mi brazo contra su pecho, abrí la mesilla que tiene al lado suya y la abrí. Cogí el móvil, que dejé a la mañana y lo encendí. En el buzón de llamada ponía. 3 llamadas perdidas. Lo abrí y el mismo nombre apareció las 3 veces. Laura. Decidí llamarla mañana, cuando estuviera sólo.
-Puedes llamar ahora- dijo Zack como leyéndome la mente.
-No... no creo que sea importante.
-Cómo quieras.
Volví a bloquear el teléfono y lo dejé sobre mi mesilla más cercana. Me volví a recostar y me coloqué con un hombro en la cama, de lado, viendo a Zack. Él hizo lo mismo. Nos quedamos mirándonos un buen rato, hasta que al final preguntó.
-¿Te gusta Laura?
-¿Cómo sabes quién es?- pregunté aunque ya sé la respuesta. Me lleva observando mucho tiempo, tanto a mí como a los que me rodean.
-¿Te gusta?
-No lo sé.
Me di la vuelta, dándole la espalda. No le mentí, aún no sé lo que siento por Laura. La quiero pero no sé de qué forma. Pero después está el problema de su madre. Jamás le gusté, jamás intentó conocerme.
-Durante un tiempo no quiero que te separes de mí, por favor- me suplicó.
Me di la vuelta, otra vez lo miro.
-¿Por qué?
-¿No escuchaste a los Dernos? Todos van a por ti. Esto es más serio de lo que nunca imaginé.
-No hago más que causar problemas. Deberías matarme ahora mismo.
-Jamás vuelvas a decir eso- me ordenó frunciendo el ceño.
-Pero es verdad. No soy importante. a todo el mundo le iría bien sin mí.
- ¿Y a quién le importa todo el mundo? ¿que hay de mí?
-¿Qué quieres decir con eso?- pregunté atónito.
-Puede que esté enamorado de ti-dice, y sonríe un poco-. Pero estoy esperando a estar seguro para decírtelo.
La parálisis me inundó. Miento si digo que no sabía que algo sentía. Pero... que lo diga así. No sé que decir, no sé que hacer. Estoy inmóvil, viéndolo y él me mira a mí. Sonríe dejando ver unos relucientes dientes y me besa la frente. Después acciona el interruptor de la luz que se apaga.
-Duerme un poco- me dice -Hoy ha sido un día duro.Abrí los ojos. Otra vez me encontré sólo en la habitación. Me vestí y bajé a la cocina que, esta vez, está vacía. Unas manos helados me tocaron y me agarraron los brazos. Miré hacia atrás. Una mujer, una bella mujer está detrás de mí. Su piel, completamente blanca y fría como el mármol cubre todo su cuerpo. Unas bellas ojeras cubren sus preciosos ojos. Su pelo, rojo como el fuego le cubre media cara.
Me agarró aún más fuerte y me llevó, casi por el aire hasta la sala donde conocí a todos. Ya dentro vi a Pedro, Samanta, William, Rick, Nick y Zack. Están de rodillas, mirando al suelo, con heridas por todo el cuerpo. 4 hombres y 2 mujeres más, también pálidos y bellos están en la sala, viéndome.
-¿Quiénes sois?- pregunté.
-Vampiros- contestó Rick por ellos.
-¿Qué queréis?
-Pues lo que todos ahora mismo. Ven con nosotros- dijo uno que está apoyado sobre la pared.
-No- contesté rápidamente.
La chica que me está agarrando me empujó, muy fuerte contra el suelo. Caí de bruces. Zack al verlo, se levantó y corrió hacia mí. Uno de los vampiros lo cogió con un brazo y lo lanzó 3 metros antes de caer al suelo. Yo grité, él sonrió.
-Dicen que la sangre de los especiales está más rica de lo normal- se relamió uno nada más decirlo.
La mujer me volvió a coger.
El hombre se acercó a mí, lenta y elegantemente. Parece que viene bailando. Ya cerca de mí acercó su cabeza a mi cuello. Su nariz me rozó de arriba hacia abajo. Yo me quedé inmóvil, paralizado por el miedo. Noté su cálido aliento sobre mi piel. Rió y se echó hacia atrás.
-No sabes lo bien que me lo pasaría contigo- dijo -ven con nosotros.
-No.
-¿Estás seguro?- enarcó una ceja.
-Sí.
Volvió a reír y esta vez se acercó a Zack. Lo cogió por el cuello y lo levantó en peso, me miró. Empecé a gritarle que no lo hiciera pero me ignoró. Le apretó el cuello hasta que, ya muerto, lo tiró al suelo.
Las lágrimas, que ya habían empezado a salir hace tiempo me arden la cara.
-¿Sigues sin querer venir con nosotros?
No le contesté.
-Como quieras.
Puso a los demás en fila, de rodillas y cogió una daga de su bolsillo.
-¡No! ¡Para! ¡Iré con vosotros!- grité.
-Tarde.
Con un veloz movimiento les rajó el cuello a todos. Grité desesperadamente. Se acercó a mí.
-Igualmente serás de los nuestros- dijo.
La chica que me está agarrando me echó la cabeza hacia el lado izquierdo y una terrible punzada me atravesó el cuello.
Me levanté gritando como un histérico. Zack se levantó rápidamente, encendió la luz y me vio horrorizado.
-Tranquilo, tranquilo, sólo era una pesadilla- me consoló.
Le agarré y le abracé llorando.
-Pero qué cojones- me tocó el cuello.
Cogí el teléfono y puse la cámara frontal. Señalé mi cuello con la lente y miré. Dos heridas, una al lado de la otra adornan mi piel.
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El demonio
RandomSamuel y Laura, dos alumnos del colegio Escuelas Nieto reecobran su amistad tras varios años en los que no se llevaban muy bien. A la madre de Laura no parece que le caiga muy bien Samuel, según ella, un oscuro pasado alberga su alma. Tras descubrir...