Capítulo 8

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Laura

Abrí los ojos, aturdida por un sonido atronador. Cogí el teléfono y pulsé la tecla que dice apagar alarma. Me pasé las manos por los ojos, dichoso sueño. Imágenes del día anterior me vienen a la mente. Imagen tras imagen voy recordando lo que pasó ayer. Por un momento pensé que había sido todo un sueño, pero no. Todo lo pasado ha sido real. Me incorporé un poco y eché las piernas al suelo. Me da una pereza levantarme... pero debo hacerlo. Me levanté y fui hasta el armario. Cogí lo primero que encontré. Unos leggins negros, una básica y una sudadera de corazones. Nada más ponerme la ropa me dirigí a la cocina.
-Hola- me saludó mi madre -el desayuno está sobre la mesa- un zumo de naranja estaba sobre esta.
-¿y el café?- pregunté.
-Se está haciendo, primero tómate eso.
-Va... vale- tartamudeé.
Tomé el zumo en tres tragos. Cuando acabé mi madre me puso un café sobre la mesa.
-¿Tiene azúcar?- pregunté.
-Sí.
Me lo tomé trago tras trago. Quemaba un poco así que tuve que beberlo despacito. Cuando acabé fui al baño, me cepillé los dientes, me lavé la cara y me peiné. Miré el reloj, las 8:20. En 10 minutos debía salir de casa para poder ir tranquila a clase. Sólo me queda preparar la mochila. Miré el horario de clase. Hoy toca inglés, lengua castellana, física y química, lengua gallega, sociales y latín. Busqué los libros y los metí en la mochila. Cuando ya estaba todo dentro cerré la mochila y me la puse en la espalda.
-Me voy mamá- grité desde la puerta.
-Vale, acuérdate de lo que te dije- contestó ella.
Salí de casa y cogí el camino al colegio. Puedo ir despacio, tengo tiempo. Fui pensando en qué podía pasar hoy. Tuve varias teorías.
1- Nada.
2- Que Bryan y Samuel discutieran.
3- Que se pegaran.
4- Tensión en el ambiente.
Creo que prefiero la 1. La 4 tampoco es tan mala pero mejor que no pase nada.
Casi estoy en el colegio, aún es muy temprano. Entré por el portal, Alexandra ya estaba dentro, sola porque de nuestra clase era la única que estaba. Me acerqué a ella.
-Hola- le dije.
-Hola- su voz estaba apagada.
-¿Estás bien?- pregunté.
-Pues hombre, como se está bien después de lo de ayer.
-¿Crees que hoy pasará algo?
-Sinceramente, supongo que se ignorarán.
-No se yo...

Samuel

Mi madre me despertó antes de irse a trabajar. Me incorporé y me puse a pensar. Hoy me noté más animado que ayer. La verdad es que estoy más animado de lo normal. Cosas de la vida. Un sabor extraño me inundó la boca. La toqué cuidadosamente.
-¿Pero qué?- me pregunté a mí mismo, medio gritando, medio histérico. Un líquido rojo pintaba mi blanca piel. ¿sangre? Me debí hacer una herida a la noche. Me enjuagué bien la boca y la examiné. No veía ninguna herida, ¿por qué sangraba de repente? Era absurdo.
-Tienes que ducharte y prepararte o llegarás tarde- me dije a mí mismo.
Me quité el pijama y lo eché al cubo de la ropa sucia porque tenía sangre. Mientras me preparaba para entrar abrí el grifo de la ducha para que se calentara. Ya caliente me metí y regulé la temperatura. Noté la humedad del agua sobre mi piel. ¿Hay algo mejor? Los músculos se me relajaron, el deseo de quedarme allí para siempre me llenó. Eché un poco de Shampoo en mis manos y me empecé a masajear la cabeza. Un olor a menta llenó mis fosas nasales purificándolas rápidamente. Cuando acabé me lo aclaré y repetí la hazaña con el acondicionador. Después cogí patosamente el gel y llené la esponja hasta desbordarla. Empecé a frotar todo mi cuerpo lentamente hasta que quedé lleno de espuma, después me aclaré. Listo.
Salí, me sequé con la toalla y me vestí. Ya que estaba en el baño decidí lavarme los dientes y peinarme. Una sensación extraña me inundó, era como... como si estuvieran observándome. Miré hacia todos los lados pero no vi a nadie. La sensación no desaparecía pero le di la más mínima importancia. Salí del baño y fui hasta mi habitación. Aún tenía que hacer la cama. La aparté de la pared y aparté el edredón y las mantas.
-¡AHHH!- Un chillido ahogado me perforó la garganta.
-Pe... pero- me quedé pálido, no sé explicar la sensación.
La funda, la funda de la cama estaba llena de sangre, pero, ¿como puede ser? Cogí la funda y corrí hasta la cocina. Abrí la basura y la eché dentro. ¿Como le explico esto yo ahora a mi madre? Miré el reloj, las 8:40. Decidí meter rápido las cosas en la mochila e irme sin hacer la cama. Estaba a medio camino y la sensación de que alguien me estaba observando no había desaparecido. Ahora sí que estaba un poco asustado. Esa extraña sensación, la sangre, ¿que me está pasando? ¿me estaré volviendo loco? Sea lo que sea realmente me asustó. Ya estoy en el portal, entré y allí estaban. Alexandra, Sheila, Javi, María y Gema. Gema es otra de mis amigas, ella tiene el pelo castaño rizo, es fuerte, bastante fuerte. Su personalidad es muy dura, dice todo lo que se le pasa por a cabeza sin filtros. Dice tacos a mogollón... a mí al principio me calló fatal pero con el tiempo la he conocido y me he hecho bastante amigo de ella.
-Hola- gritó esta.
-Hola- les sonreí a todos. A pesar de todo lo que me pasó ahora a la mañana, por alguna extraña razón seguía animado.
-¿Y esa sonrisa?- me preguntó Alexandra.
-No sé, estoy feliz- contesté.
-¿Perdón? ¿Hola? Después de lo que pasó ayer, ¿me dices que estás animado?- me espetó Sheila.
-¿Qué me he perdido?- preguntó Gema intrigada.
-Pues que Bryan y Samu casi se pegan, suerte que Javi agarró a Samuel que si no...- le explicó María.
-¿Qué? ¿en serio?- su boca parecía que se le iba a caer de la cara de un momento a otro
-Sí- rió Javi.
-¿¡Y me lo perdí!?- gritó Gema.
En esto aparecieron por la puerta Bryan y Gabriel, nos vieron y se fueron a una esquina.
-¿Porqué Gabriel se queda allí, con el?- preguntó Sheila.
-Ya, se supone que es más amigo nuestro que de Bryan y... ayer también lo defendió. Se estará volviendo loco- dijo María.
Yo me quedé observándolos un rato, en silencio hasta que el profesor nos interrumpió para que entrasemos a clase. Ya dentro se dignó a venir a junto nuestra.
-¿Qué hacías con Bryan?- le pregunté.
-Pues que su idea era de ir a junto tuya y decirte unas cuantas cosas, pero le dije que iba a hacer el ridículo y reculó.
-Ah, ya pensaba que nos habías cambiado por ese- le dije.
-Jamás- rió.
-Y, ¿que cosas le iba a decir?- le preguntó Laura.
-Tonterías como: "cuando dejes de ser tan capullo me hablas", "que parece que lo único que intentas hacer es hacer daño a la gente" y cosas así.
Gabriel tiene algo en la voz que me inquieta.
-¿Seguro que es eso?- le preguntó Laura de nuevo. Parece que ella también lo notó.
-Sí- contestó él.
-Venga, callaros y sentaros todos- ordenó el profesor.
Las 4 primeras horas me pasaron lentas y aburridas, como siempre. Durante todo este rato seguí con la sensación de que me observaban. Yo miraba algunas veces de reojo a Bryan, a veces lo pillaba viéndome. ¿Tengo miedo de algo? Claro que no.
Ya es la hora del recreo, Laura, Alexandra, Javi, Sheila, María y Gema me llamaron un momento.
-¿Sí?- les pregunté.
-Estamos pensando en ir a la noche a la hamburguesería que hay en el centro, ¿te vienes?- me ofreció Gema.
-¿A cenar?- Pregunté.
-No, a desayunar si te parece- respondió esta.
-Mmm, ¿quienes?
-Los que estamos aquí.
-Seguramente pueda pero después os digo, cuando llegue a casa pregunto y os llamo- sonreí.
El resto de las clases se me pasaron un poco más rápido. Cuando acabaron me despedí de ellos y les recordé que los llamaría. Sigo teniendo la sensación pero ya le doy menos importancia. -Tonterías mías- pensé. Llegué rápido a casa, hoy mi madre trabaja hasta tarde, comeré sólo.

El demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora