Capítulo 17

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Samuel

Hoy he vuelto a casa con compañía, Alexandra y Yomara me acompañaron casi todo el camino, hasta que en un callejón yo me metí dentro de él y ellas siguieron recto. Nada más despedirme cogí los cascos, me los metí en los oídos y los enchufé al móvil. Puse la canción Zombie de The cranberries, me encanta este grupo. La primera vez que lo escuché fue en la radio, nada más y nada menos qué la canción Linger y... con sólo tocar los primeros acordes me enamoraron.
Ya casi estoy en casa, unos pocos pasos me separan de esta. Tengo hambre, mucha hambre. Acelero el paso y rápidamente me veo en la puerta, cojo las llaves y las introduzco en la cerradura, la giro 360 grados hasta que noto un click. ¡Oh, no! Nada más abrirla visualizo a Nick, apoyado sobre sus rodillas y abajo...
-¿Mamá?- un grito ahogado cruza mi garganta.
Cerré la puerta y de dos saltos llegué hacia ellos, agachándome.
¿Qué... Qué ha pasado?- pregunté mientras largas lágrimas caían sobre mis piernas.
-Han sido los miserables del otro día. Han venido a por ti y parece ser que se encontraron a tu madre...- se le ve el dolor en los ojos.
-¿Se pondrá bien?
-Lo siento, Samuel, ya no se puede hacer nada por ella.
-Esto es todo culpa mía.
-No, es culpa nuestra. Se suponía que os teníamos que proteger.
-No... no es culpa vuestra.
Creo que mi cara parece un mar, un mar lleno de impotencia y desesperación. Un mar de vacío, un mar se lágrimas. Siento que esto ha sido culpa mía, no he estado para protegerla aunque tampoco sé como la protegería.
-¿Qué voy a hacer yo ahora?- le pregunté.
-Tranquilo, te vendrás a vivir con nosotros, a la mansión- me tranquilizó.
-¿Y con ella?- las lágrimas aún no cesaron.
-Le haremos un funeral, y la enterraremos en el cementerio que tenemos detrás de la gran casa.
En esto, un chico, de unos 25 años entró por la puerta. Es William, es el que físicamente está mas fuerte de todos, él tiene el pelo castaño con el flequillo hacia un lado y sus ojos del mismo color que este. Nada más entrar se acercó a mí y me dio unas palmadas en el hombro.
-William se llevará a tu madre, mientras, coge tus cosas para irnos.
Fui hasta mi habitación, abrí el armario y allí está, mi maleta. La cogí y empecé a meter toda mi ropa, cuando acabé metí mis libros favoritos y los CD's, después cogí los álbumes de fotos e hice lo mismo. No me lo creo, esto ya es demasiado, mi madre, mi pobre madre que no ha hecho nunca nada malo... ya no está. En serio, ¿en serio soy tan malo como para merecerme todo esto? Le di un último adiós a mi habitación y salí hasta el pasillo, William y mi madre ya no están, sólo queda Nick, esperándome, tranquilo.
-¿Ya estás?- me preguntó con voz apagada.
-Sí...
Salimos por la puerta y nos metimos en el coche, el camino fue más largo que nunca.
-Coge tus maletas, te acompañaré a tu habitación.
Las cogí y nos metimos en la mansión, subimos por la escaleras y me dirigió hasta un cuarto al final del pasillo.
-Es ahí, vacía tu maleta, cuando acabes ve a la sala del otro día, ¿te acuerdas de donde es?
-Creo que sí.
Y salió, dejándome sólo con mis pensamientos. La habitación es bastante grande, tiene un armario antiguo en una esquina y dos bonitas mesillas al lado de una gran cama. Puse la maleta en la cama y empecé a vaciarla. La ropa la dejé bien ordenada en el armario, los CD's en una mesilla y los libros en otra. Saqué un álbum y me puse a ojearlo, las lágrimas volvieron a brotar y lo empecé a ver todo borroso. Me deben de estar esperando así que lo cerré, cogí el otro y los metí debajo de la cama. Salí y busqué la bonita puerta de la sala, nada más encontrarla entré. Allí están todos, incluído William. Todos se quedaron paralizados, yo también. Todos me miran con cara de pena, no me gusta esta sensación, esta sensación de incomodidad.
-Ven hasta aquí- me llamó Nick.
Me puse al lado de él.
-El funeral será esta noche, a las 23:00- informó a todos.
En esto, todos excepto Zack se acercaron a mí, uno a uno me abrazaron y me dieron sus condolencias. Nada más decirlo, uno a uno se iban yendo. El último en irse fue Nick. En la sala ya sólo quedamos Zack y yo, él sigue viéndome, quieto, cuando de repente sus pies se pusieron en marcha hacia mí.
-¿Estás bien?- me preguntó.
-No- y nada más decirlo me avalancé sobre él, dándole un largo y fuerte abrazo, llorándole en el pecho, consolándome contra él.
-Te juro que mataré a quien hizo eso- me prometió.
Le solté y di un paso hacia atrás, le miré a los ojos y se lo agradecí.
-¿Quieres comer algo?
-No.
-Algo debes tomar.
-No quiero.
-acompáñame a la cocina.
Fuimos hasta una gigantesca cocina, en ella él cogió unos trozos de pan y los rellenó de jamón york. Me los dio y los comí pesadamente. Cuando acabé me dijo:
-Ve a descansar un poco, cuando sea la hora te despierto-
-Vale.
Me levanté y fui hasta la habitación. Allí me descalcé y me acosté sin deshacer la cama. El sueño se apoderó de mí en seguida.

El demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora