Capítulo 10

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Laura

Yo me pedí una hamburguesa completa y una ración de patatas fritas. Samuel una hamburguesa simple con queso, Javi un perrito caliente y una ración de patatas fritas también, María, Gema, Alexandra y Sheila pidieron los mismos que yo. Aún estamos esperando a la comida tras 10 minutos y nos estamos desesperando un poco. Las bebidas llegaron hace poco. Todos nos pedimos una Coca-cola excepto Javi que la tuvo que pedir zero por la diabetes.
-Joder, la comida viene ya o qué- refunfuñó Javi.
-Tranquilo, ¿no ves toda la gente que hay?- contestó Sheia.
La verdad es que sí. El local está lleno. Hay gente por todas partes, decenas de voces palpitan en mi cabeza, me cuesta hasta escuchar a las personas que tengo al lado, con eso lo digo todo.
-Y además están gritando todos- dijo Samuel como leyéndome la mente.
-Ya, esto agobia un poco- confirmé.
Me empecé a fijar en un chico y una chica que estaban como discutiendo. Ella no para de mover los brazos, tiene pinta de estar cabreada pero de repente él la besa. En esto ella coloca sus manos sobre la nuca de este y lo besa más fuerte. No lo entiendo, ¿no estaba enfadada?
-¿Me muero de hambre- dijo Samuel mientras coloca sus manos sobre su estómago teatralmente.
-Y yo- contesté.
Nada más salir esas palabras de mi boca, la camarera salió de la cocina con lo que parecían 3 de nuestros platos.
-Aquí tenéis- dijo esta.
Eran los platos de Javi, Samuel y Sheila.
-Ahora traigo los que faltan- prosiguió.
Hizo 2 trayectos más de ida y vuelta para traer todos nuestros platos. Cuando al fin trajo todo se fue y nos pusimos a comer. Todos comemos con gusto, charlamos, reímos, criticamos a alguna gente que entra... todo está siendo tan perfecto.
-¿Cuando lo vas a hacer?- me susurró Alexandra.
-Aún no lo sé- respondí también entre susurros.
-Os tenemos que contar algo- interrumpió Javi.
-¿El qué?- pregunté.
-Pues... a ver estoy nervioso...
-¿Quieres decirlo ya?- le espetó Samuel.
-Vale, vale. Pues... Sheila y yo... estamos juntos- en esto se puso las manos sobre la cara y sonrió.
-¿En serio?- noto como mi boca se me va a caer de un momento a otro de la cara.
-Sí- respondió y acto seguido le dio un pico a Sheila, silencioso pero sentimental.
-Me alegro muchísimo por vosotros- les felicitó María -yo como siga así me hago lesbiana- todos reímos.
Después de eso seguimos comiendo. No me lo creo. ¿Sheila y Javi? Ella me parece un poco demasiado para él pero bueno. Yo estoy buscando la oportunidad para entrarle a Samuel pero es difícil, no encuentro el momento justo.
Acabamos todos la comida y nos quedamos hablando, a veces hablábamos juntos, otras por grupos.
-¿Te lo estás pasando bien?- le pregunté a Samu.
-Mejor que el otro día sí- los dos reímos.
-Es que el otro día fue demasiado- y reímos de nuevo.
Hoy está muy guapo, está realmente guapo. Va como siempre, descuidado pero perfecto. Hoy trae una camisa de cuadros azul y blanca, unas pantalones ceñidos azules y unas botas blancas. Su pelo está subido hacia un lado, está muy guapo, está demasiado guapo.
-Qué guapo vienes hoy- me preparé.
-Oh, gracias. Eh... tú también- las palabras se le atragantan, es tan sencillamente mono.
-Te tengo mucho aprecio- seguí.
-Yo a ti también. Eres una gran amiga.
Un suspiro salió de mis adentros. ¿Y si no le gusto? ¿Y si me rechaza? Mucha gente diría No pierdes nada, pero sí que puedo perder algo, su amistad. No sé que hacer, estoy hecha un lío.
-¿Sigues ahí?- me preguntó Samu sacándome de mi ensoñación.
-¿Qué? Ah, si- un calor de vergüenza me empezó a recorrer la cara.
-Cómo iba diciendo, me encanta pasar el tiempo contigo, no entiendo por qué nos distanciamos pero...- Mis labios se juntaron con los suyos, interrumpiéndolo por completo. Un sofoco me empezó a recorrer todo el cuerpo. Las mariposas por fin volaron, ya no quiero que seamos él o yo, quiero que seamos nosotros para siempre. Que nuestras almas se enlacen y no se suelten jamás. En esto Samuel se separó rápidamente.
-Pe... perdón pero... la biblioteca me va a cerrar, te... tengo que irme- dijo rápidamente mientras sacaba la cartera y posaba el dinero sobre la mesa. Nada más hacerlo salió corriendo por la puerta.
Pálida, me quedé palida. Mis más temidas pesadillas se han hecho realidad. Me ha rechazado, no puede ser. Me empezaron a arder los ojos, una sensación de vacío me estaba llenando por completo. Por qué, por qué, por qué. No soy capaz de pensar en nada más. Las lágrimas se acabaron desbordando de mis ojos, inundando mi cara por completo. Me puse las manos en esta y gemí dolorosamente. Alexandra me puso las manos sobre la espalda como dudando si debía abrazarme o no. En esto coloqué yo los brazos sobre ella y me puse a llorar en su hombro derecho. Los demás se quedaron inmóviles, viéndome sin ser capaces de hacer nada. Por qué, por qué, por qué.

Samuel

Salí por la puerta del local y eché a correr. ¿Qué ha pasado? No quiero decir que no me haya gustado, al revés, me encantó pero... me cogió de imprevisto, no sé como reaccionar a estas cosas. Nunca me ha pasado, ¿por qué ahora sí? ¿Qué ha podido ver en mí? No tengo nada, absolutamente nada que le pueda gustar a otro ser humano. Ya son las 22:37, esta biblioteca cierra a las 23:00, no queda demasiado lejos pero tampoco demasiado cerca. Frené un poco y seguí un ritmo normal. Miré para todos lados, las calles están completamente vacías. El camino más cercano es metiéndome por los solitarios callejones. Si voy por ahí llegaré en 15 minutos más o menos. Me metí por ellos y los empecé a recorrer. Por la noche parecen demasiado siniestros. No me gusta estar demasiado tiempo por estos sitios de noche, adelanté el paso. De repente noté los fríos brazos de alguien que me agarró fuertemente, otros 2 salieron de las sombras y también me agarraron.
-Corred, llevadlo a aquella esquina- gritó uno de ellos.

El demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora