Capítulo 7

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Laura

Esta vez el camino a casa me pareció larguísimo. Ni una palabra cruzó la boca de ninguno. Jamás había visto tan enfadado a Samuel, me dio miedo hasta a mí. Javi se pasó todo el camino al lado de él. Empezó a llover de camino a la parada, tuvimos que correr, nos mojamos un poco, yo ya estoy casi seca, ellos parece que también. La gente nos miró mucho. Normal, parecíamos muertos, callados, pálidos, en shock por los hechos acontecidos. Mi parada y la de María era la misma, así que bajamos juntas. Nos despedimos de ellos con la mano ya fuera, nos respondieron con el mismo gesto. Todos excepto Samuel.
-¿Estás bien?- me preguntó María.
-No lo sé, ¿y tú?
-Tampoco.
El trayecto a casa también me pareció muy largo, las dos calladas. La tensión era muy grande. No me imagino que hubiera pasado si Javi no llegara a estar ahí. Bryan es mucho más grande y fuerte que Samuel, pero creo que si nadie le hubiera agarrado, Samu le hubiera echo mucho daño. Llegamos hasta un cruce, nuestros caminos se separaban aquí. Nos despedimos y me fui por mi lado. No sé como hemos llegado a esto. No debí dejar que Gabriel y Javi invitaran a Bryan. O no decirle a Samuel que viniera.
-No- me dije a mi misma. Intenté quitarme eso de la cabeza, hice bien en invitar a Samuel, me cae bien, bastante bien. Puede que más que eso. Creo que llevo enamorada de él años... estar mal con él, "enfadada" ha sido lo peor, por eso lo intenté arreglar. Pero de momento será mi secreto. Llegué a mi casa, abrí la puerta y me dirigí directamente a mi habitación. -Ha sido un día muy largo- pensé. Alguien petó a la puerta y abrió lentamente. El pelo negro de mi madre se empezó a ver.
-¿Laura?- me dijo.
-Sí, soy yo- contesté.
-¿Estás bien?- me preguntó.
-¿Qué? Ah...si.
-Qué te ha hecho- frunció el ceño. -¿Quién?
-Quien va a ser, Samuel, qué te ha hecho ese...
-No, no me ha hecho nada.
-No quiero que te vuelvas a acercar a ese niño
-Pero qué te pasa con Samu- ahora la que frunció el ceño fui yo.
-Te aviso, no te vuelvas a acercar a él o tomaré ciertas medidas- y nada más decir eso se fue dando un portazo.
-aghhh- sollocé. Porque siempre tiene que ser así. Me acosté sobre mi cama y empecé a llorar. Parece que hoy nada iba a salir bien.

Samuel

El camino en autobús me pareció larguísimo. Nadie hablaba, parecía como si todos se hubieran muerto. Laura y María bajaron de primeras. Nada más salir Javi me preguntó.
-¿Quieres que te acompañe a casa?
-No, no hace falta- sollocé.
Alexandra y Sheila nos miraban.
-Samu, siento lo de antes- se disculpó Alexandra.
-No pasa nada, ha sido culpa mía, todo ha sido culpa mía. Si yo no hubiera venido, nada habría pasado- Las mejillas me empezaban a arder, Sheila me dio un pañuelo y me lo pasé por los ojos. No quiero llorar, no debo llorar por algo así -Bryan tiene razón, sólo soy una mierda, no deberíais estar conmigo.
-No digas tonterías- replicó Sheila.
-Pues yo creo que tienes razón tú, me estaba empezando a estresando hasta a mí- me consoló Javi -bueno, yo me tengo que bajar ya- y nada más decirlo me abrazó. Le dio al botón de parada y se acercó a la puerta, cuando el autobús paró en la parada casi se mata, rió y bajó.
-Después te llamo y hablamos- me dijo antes de que se cerraran las puertas. La siguiente que se fue, fue Sheila, me dio dos besos y bajó. Alexandra y yo paramos en la misma parada, bajamos y nos despedimos con un largo abrazo. La perdí de vista al minuto de separarnos. Aún me queda un buen rato de andar, llueve y no tengo paraguas, genial. Me quité la sudadera y me la puse por encima de la cabeza para no mojarme tanto. Cuando llegué fui directo a mi habitación, nada más acostarme en mi cama me eché a llorar. Abrí los ojos lenta y pesadamente con el sonido del móvil. Lo cogí, el nombre de Laura cubría media pantalla.
-¿Si?- pregunté
-Hola, soy Laura- su voz parecía más apagada de los normal.
-Me lo supuse cuando en mi móvil ponía tu nombre.
-Oh, vale- rió -¿estás bien?
-Sí.
-¿Seguro?
-Que sí
-Vale vale, Bryan es un gilipollas.
-Lo sé.
-Me parece que no te apetece hablar, buenas noches.
-Buenas noches- y colgué. Me levanté y puse las manos sobre la cara, me levanté y salí por la puerta, miré en toda la casa, no encontré a nadie. No me había dado cuenta de que no había nadie en casa, fui hasta la cocina, cogí un vaso y lo llené de agua. Bebí un trago y eché lo que me sobró en el fregadero. En esto mi móvil volvió a sonar. Javi.
-Hola- dijo animadamente.
-Hola.
-Te debí de dejar darle una hostia.
-Ya.
-Ahora estarás bien, ¿no?-preguntó.
-Claro.
-Bien, bien. Ya sabes que no debes de rayarte por esto.
-Lo sé, gracias- le agradecí todo, siempre es un majo conmigo, jamás me niega nada.
-Bueno, creo que me tengo que ir. -Tranquilo, buenas noches.
-Chao- y un pitido sonó tras el telefono.
Fui hasta mi habitación y encendí la televisión. Me quedé viéndola un rato pero me entró el sueño rápido. Puse el temporizador para 30 minutos, me puse el pijama y me metí dentro de la cama. A los pocos minutos me quedé dormido.

El demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora