Capítulo 22

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Zack

Estoy nervioso, nervioso por Samuel, nervioso por lo que estarán haciendo. Cuando Nick me dijo de traerlo aquí me negué rotundamente. Sé que desde hoy su vida va a cambiar por completo. No sé hasta que punto puede llegar esto. Puede descontrolarse o... hacer daño a alguien sin querer o a sí mismo. Pero, por contra, puede aprender a usarlo y ayudar a quien lo necesite. He leído un poco sobre esto que le están haciendo ahora, decía que podía ser muy duro e incluso que podía llegar a morir en casos extremos. Conozco a Edward desde hace años, sé que jamás le dejará morir. Es una buena persona.
-Ehh- me dio unos golpes Samanta
-Oh, sí. ¿Qué pasa?- pregunté.
-¿Vienes a bailar?
En el centro del patio, a unos pocos metros de la mesa se encuentra mucha gente, danzando, riendo.
-No- me negué.
-Como quieras. Estate tranquilo, no le pasará nada.
Se puso en frente de mí y me miró, sonriendo. Me acarició la cara, muy lentamente y me abrazó. Unos segundos después se separó y me miró a los ojos. Se acercó lentamente a mí y juntó sus labios con los míos. Nada más hacerlo, yo me separé lo más rápido que pude.
-¡Qué coño haces!- le grité.
-Jamás te importó que lo hiciera- me replicó.
Es cierto, siempre nos pasa lo mismo. Nos besamos, follamos y seguimos como amigos. Es una mujer muy atractiva y demasiado sexi pero... ya no quiero hacer eso nunca más. Eso se acabó para siempre.
-No vuelvas a hacer eso jamás.
-Es por Samuel ¿verdad?- levantó una ceja.
-No vuelvas a hacerlo jamás- repetí.
Di media vuelta y fui a esperar a que Samu saliera.

Samuel

Un suelo de tierra se encuentra bajo mis pies, muchos huesos -al parece de humanos- abarcan el lugar. Está todo oscuro. Un agudo dolor me atraviesa. Todo el cuerpo me duele muchísimo, y un gran grito sale de mis pulmomes. Un alto círculo de fuego se creó alrededor mía. Miré hacia arriba, al negro vacío, que cada vez se iba volviendo rojo del fuego que iba aumentando. Me empecé a quedar sin aire. Caí al suelo, sofocado por la falta de oxígeno. Unas sombras empezaron a traspasar el fuego y muy rápido, a entrarme por la boca. Una tras otra. El dolor aún no ha remitido, no puedo seguir, es demasiado. Un rayo cayó arriba del todo del círculo de fuego y este desapareció. El aire volvió a mí pero el dolor se hizo más insoportable. Los brazos me empezaron a arder, los miré. Todas las venas se me notaban muchísimo. Un color negro las inundan, mi piel está blanca y fría como el mármol. Me levanté como pude. Cuando ya estuve incorporado un líquido negro surgió de mi boca. Levanté los brazos y los examiné. Ahora brillan. Cada vez la luz es más insoportable para la vista. Las luces se apagaron.
Abrí los ojos, Edward está viéndome, inmóvil.
-Jamás te vi capaz de conseguirlo- me aseguró.
-Gracias- le agradecí irónicamente.
Me ayudó a incorporarme y nos dirigimos a la puerta, cuando la abrió, Zack y William se encontraban allí. Zack sólo verme me cogió y me abrazó.
-¿Estás bien?- me preguntó con cara de preocupación.
-Creo que sí.
-Gracias, Edward.
-De nada, hombre.
-¿Y Samanta?- pregunté.
-A saber- dijo William.
Nos pusimos a buscarla entre toda la gente. Nos separamos para encontrarla más rápido. Unos minutos más tarde la vi. Está llorando, ella sola, una triste luz la ilumina. Empecé a correr a junto suya, ella sigue quieta. Cuando estuve al lado suya alguien me agarró por la espalda. Cinco personas están en frente de mí. Una me llama la atención más que las otras.
-¿Rafa?
Sonrió y se dispuso a darme una bofetada.
-¡Quietos!- gritaron William y Zack a la vez.
-Mierda, Dernos- maldijo Zack.
-Dejad que nos lo llevemos- dijo el que parece el jefe del grupo.
-¿Por qué?- pregunté.
Este me miró. Se quedó un rato así hasta que dijo:
-Como que para qué. Pues para lo que te quieren todos ahora mismo. Todos, absolutamente todos te buscan. Tanto vampiros, hombres lobo, híbridos, cazadores... Todos. ¿Y qué queremos? Tenerte, tú eres lo que llevamos esperando muchos siglos. Contigo, sólo contigo todos nos temeran. Excitante ¿verdad?
-¿Queréis que os teman?
-No. Queremos poder. Ser los líderes del mundo.
-Me parece que eso no va a pasar- dijo Zack.
Levanté el pie y lo bajé muy fuerte dándole en todo su dedo gordo. Me soltó gritando, me di la vuelta y le solté dos puñetazos. Otro me cogió y Zack y William se acercaron también a pelear. Yo me adjudiqué al que me había agarrado, Samanta a otro, Zack a dos y William a los otros dos. Le di una patada en la espinilla y él me dio un puñetazo en la cara. Luego le di una patada en sus partes nobles e instintivamente se agachó. Le metí un rodillazo en la cara y se echó hacia atrás. Cogió una pequeña daga que llevaba en el bolsillo y me cortó un poco el brazo, después atacó de nuevo, haciéndome un pequeño corte en la cara. Cuando intentó volver a atacar cogí su brazo y lo retorcí haciéndole tirar la daga. Yo la cogí y le apuñalé el pecho. Se cayó y, ya muerto, se desintegró.
Vi a Zack en el suelo, mató a uno de ellos pero el otro está encima de él. Lancé la daga como Nick me enseñó y se la clavé en la cabeza al Derno. Aún quedan dos, Rafa y otro más, que, al ver que su líder ha muerto, dejaron de luchar y salieron corriendo.
-¿Los vamos a dejar irse?- preguntó William.
-No merece la pena seguirlos- aseguró Zack -Vámonos.
Subimos al coche y arrancamos velozmente. En todo el camino sólo hubo una corta conversación.
-Oh, esto ha sido divertido- dijo Samanta
-Este año para Navidad voy a regalarte un diccionario- le contestó William.
-¿Por qué?
-Para que puedas buscar "divertido". No estoy seguro de que sepas lo que significa
Llegamos a la mansión y Zack me condujo a su habitación, me quité la sudadera y me quedé con la camiseta. Me examinó los cortes.
-¿Es ahora cuando empiezas a romper tiras de tela de tu camiseta para vendarme la herida?- pregunté jocosamente.
-Si lo que quieres es que me arranque la ropa, deberías habérmelo pedido. Habría sido menos doloroso- contestó él. Ambos reímos. Cuando me limpió las heridas me acompañó a mi habitación.
-Gracias- me dijo.
-¿Por qué?- pregunté.
-Pues por quitarme al otro de encima.
-Ah, de nada.
-¿Quieres que me quede?- preguntó.
-Sí- contesté rápidamente.
-Vale, vuelvo ahora- y salió por la puerta.

El demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora