Capítulo 18

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Samuel

El golpe de la puerta me despertó, alguien está llamando a la puera. En esto se abrió y Zack apareció tras ella. Alcé la muñeca y miré el reloj, las 21:34, el funeral es a las 23:00, ¿por qué me habrá despertado tan temprano? Se acercó hasta la cama y se sentó en los pies de esta.
-Hola- sonrió.
-Hola- le devolví el saludo.
-¿Te he despertado?
-Un poco.
-Bueno, ¿Cómo te encuentras?
-Mal- las lágrimas empezaron a volver a juntarse en mis párpados.
En esto sacó una especie artilugio, un aparato alargado con símbolos grabados, con una punta de color blanca.
-¿Qué es esto?- le pregunté.
Sin contestar me cogió el brazo, me subió la manga de la sudadera y puso la punta blanca del artilugio sobre la muñeca, en la parte donde los emos se cortan. Una sensación de adrenalina me empezó a llenar. El vacío se convirtió en... ¿felicidad? Una felicidad que rápidamente se desvaneció al separar el milagroso aparato de mi mano.
-Le llamamos Canalum, sirve para alegrarnos un poco en los malos momentos.
-¿Es droga?
-Esa es otra manera de llamarlo.
No le di más importancia, ha servido para sentirme bien, aunque sólo fuera durante un rato, me he sentido bien. Ahora vuelvo a estar mal, me ha venido todo de golpe. Lo primero que me vino a la cabeza fue mi madre, en el suelo, con esos ojos sin vida, esa palidez en su tez, esa falta de alma... las lágrimas salieron antes de poder contenerlas, Zack me vio, alzó su brazo derecho y me limpió las lágrimas con el pulgar.
-Siento que esto no haya funcionado- se disculpó.
-Tranquilo, no es culpa tuya.
Nos quedamos en silencio, las lágrimas cesaron.
-¿Quieres seguir durmiendo un poco?- preguntó.
-No.
-Vale, ven conmigo.
Me levanté y lo seguí, bajamos las escaleras y fuimos hasta el final del pasillo, allí abrió una puerta y entramos. Me supongo que será su habitación porque en el centro de la sala hay una cama. Lo primero que me llamó la atención fue una pared, completamente llena de armas. Me acerqué a ellas.
-Mantente alejado de mis cuchillos. De hecho, no toques ninguna de mis armas sin mi permiso- me dijo.
-Vaya, adiós a mi plan para venderlas en e-Bay.
-¿Venderlos dónde?
-Un lugar mítico de gran poder mágico.
-Siéntate aquí- me ordenó señalando a la cama.
Le hice caso mientras que él rebusca en su armario. Cuando parece que encontró lo que buscaba se sentó al lado mía. Tiene un papel en su mano, parece una foto, me la dio.
-¿Quiénes son?- pregunté.
-Este soy yo y mi madre. La mataron cuando yo sólo tenía 8 años. Yo estaba en mi habitación y empecé a escuchar gritos, fui corriendo y había 2 hombres encima de ella, violándola. Yo me quedé en shock, incapaz de hacer nada. Cuando acabaron, la mataron a puñetazos y se fueron. Por suerte me encontré a Nick y me trajo aquí. Te aseguro que ese vacío se acaba yendo con el tiempo.
-¿Nick te ayudó?- le pregunté.
-Sí.
- No sé en qué mundo vivirás tú, pero, en el mío, las personas solo tienen dos motivos para hacer algo por ti: el primero es que quieren algo a cambio; y el segundo es que creen deberte algo.
-No todo el mundo es así, Samu. Sólo es que conociste a la gente equivocada.
Me quedé pensando en eso, ¿tendrá razón? ¿Habrá de verdad gente buena que ayude sin interés? Jamás he conocido a nadie que me quiera ayudar sin interés, excepto mi madre. Ella siempre hacía todo sin interés. Nada más pensar en ella las lágrimas se desbordaron de mis ojos.
Pasamos bastante tiempo hablando de nuestra vida, me sentí un poco mejor entre nuestra conversación, quedan 30 minutos para el funeral, así que nos levantamos y salimos de la habitación. Entramos en la sala donde se va a hacer. Ya están todos, incluida mi madre, dentro de una caja muy bonita de cristal. Zack se fue con sus amigos y yo me acerqué a la caja. Tiene los ojos cerrados, está demasiado maquillada, soy incapaz de aguantarme las lágrimas, no puedo seguir viéndola así. Me senté en una silla al lado de Samanta, que me puso la mano en el hombro. Nick dijo unas palabras diciendo cosas cómo... está en un sitio mejor y así. El funeral acabó a las 12:00, cuando acabó todos me abrazaron y cada uno se fue a su habitación. Busqué en la maleta, mierda, me olvidé los pijamas. Bajé silenciosamente las escaleras hasta la habitación de Zack, peté y cuando escuché un adelante entré.
-¿Pasa algo? Me preguntó.
-No, es qué... ¿no tendrás un pijama que dejarme?- le pedí -es que me los olvidé.
Abrió un cajón y sacó un pantalón de deporte.
-¿Esto te sirve?
-Creo que sí, gracias.
-Buenas noches.
-Igualmente.
Y salí. Llegué a mi habitación y me lo puse, me acosté e intenté dormirme.

El demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora