Capítulo 26

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Samuel

Una sensación me atravesó todo el cuerpo. Unas mariposas saliron de mi estómago llenándolo todo de luz y color. Zack se separó despacio y yo seguí con los ojos cerrados, intentando memorizar el sabor de su boca en mi cerebro. Abrí los ojos y allí estaba, viéndome, serio. Agaché la cabeza, avergonzado por si no le había gustado.
Noté su mano sobre mi mentón y levantando mi cabeza hasta que mis ojos volvían a ver los suyos.
Son de un verde intenso. Es extraño, cada día me parecen de un color diferente.
-Ven conmigo- me dijo poniéndose de pie y dándome la mano para ayudar a levantarme. Me llevó de la mano hasta su coche. Ya dentro colocó su mano sobre la mía, puesta en mi pierna izquierda. Arrancó y yo me quedé mirando por la ventanilla todo el rato. Esto es tan extraño. Hace unos días era un chico normal, con amigos normales y una familia normal. Ahora mi madre está muerta, mi padre lleva muerto bastante tiempo, mi hermano a saber donde está y no creo que pueda volver a ver a mis amigos.
-¡Mi hermano!- me sobresalté.
-¿Qué... pasa?- preguntó Zack.
-Pues que me olvidaba de mi hermano. Qué debe de estar pensando. No hay nadie en mi casa, mi madre está muerta, ¡qué voy a hacer ahora! Denunciará nuestra desaparición.
-Ahora tranquilo, lo solucionaremos después.
Me relajé un poco, aún pensando un poco en mi hermano.
La carretera está vacía, ni un coche pasa por aquí. Veo para la izquierda, veo para la derecha y sólo hay árboles gigantes.
El sol ha salido aquí. La luz que se cuela por la ventanilla me calienta las piernas.
Miro la mano de Zack, la luz hace que brille. Giro la cabeza hacia él, está serio. Debió de notar que lo vi porque de repente giró su cabeza hasta cruzarse con mis ojos y me echó una cálida sonrisa. Yo volví a ver a la carretera, serio, intentando que mi cara no enrojezciera.
Paró el coche en una entrada de tierra y bajamos, luego me cogió de la mano y nos pusimos a andar por el camino.
Cuando llegamos al final del camino nos metió por el medio y medio del monte.
-Nos vamos a perder- dije.
-Confía en mí- y me dio un apretón en la mano.
Caminamos y caminamos. Yo intentando no caerme con las raíces, pasándolas lentamente.
Me tropecé con una raíz, ya me vi en el suelo sin estarlo, de cara contra algún árbol, pero no. Zack me cogió dulcemente y me levantó.
-¿Estás bien?- preguntó.
-S... sí.
Me incorporé y seguimos andando. Muchos minutos después llegamos a un descampado. Allí se alojaba una casa, abandonada al parecer. Raíces y hiedra subía por sus paredes. Una casa grande, pero vieja.
Caminamos hacia ella, cuando llegamos a la puerta, se quedó mirándome, con preocupación en sus ojos. Yo lo observé un buen rato. ¿Por qué me trajo hasta aquí? ¿Por qué me mira ahora con esos ojos de gacela? No entiendo nada.
-¿Qué hacemos aquí?- pregunté.
-Quería enseñártelo
-¿Qué es?
-La casa donde pasé mis primeros 8 años de vida.
Arrancó unas pocas ramas de la puerta y la abrió de un golpe, luego entramos. La casa, oscura y fría me dio una mala sensación. Una visión me apareció por los ojos.
Veo a una mujer, sentada plácidamente en el sillón, de repente un golpe en la puerta. 2 hombres, entran corriendo y tiran a la mujer al suelo. Esta grita y llora.
Mi vista cambia, ahora estoy en el pasillo, viendo como los hombres rasgan y rompen la vestimenta de la mujer.
Giro la cabeza y me miro en un espejo, un niño de unos 8 años se encuentra allí, pero no soy yo. Es... Zack.
La mujer me grita que me vaya, pero soy incapaz. Intento ir hacia ella pero mis pies se bloquean. Impotencia, sólo siento impotencia. No soy capaz de ayudarla, no soy capaz de irme.
Cuando acaban de violarla empiezan a pegarle. Patadas, puñetazos, una oleada de golpes hasta que, ya inmóvil en el suelo se van corriendo.
Vuelvo en mí, gritando y llorando. Salgo corriendo hasta un cuarto y me tiro al suelo. Allí, me siento en una esquina y me pongo a gritar y a llorar. Sigo sintiendo impotencia. Sigo viendo a esa pobre mujer en mi cabeza.

Zack

Samuel se acaba de ir corriendo a mi antigua habitación. Fui hasta allí. La puerta está cerrada así que la abro. Lo primero que veo es todo temblar. La luz, que creí que ya no funcionaría está encendiéndose y apagándose todo el rato. Samuel está gritando y llorando en el suelo. Nada más entrar en la habitación la puerta se cierra de golpe. Intento acercarme a Samuel pero me grita que no me acerque.
-¡Tranquilo, Samu!- le grito.
-No puedo- me grita él también.
Me acerco más a él y me agacho a su lado. Lo intento tocar pero un calambrazo me atraviesa.
-¡AH!- grito.
-No te acerques, por favor- me suplica.
-Vale, vale, tranquilo, tranquilo.
Solloza un poco más y el piso deja de temblar. Sigue llorando pero ya está mas tranquilo.
-Te quiero, te quiero.
Cierra los ojos y de ellos caen unas largas lágrimas.
Acerco mi boca a la suya, cuando lo beso, un dolor agudo atraviesa todo mi cuerpo.

Samuel

Zack acaba de caerse al suelo, pálido como la nieve. Las venas se le están tiñendo de negro y sus ojos ya no expresan vida. Pongo mis manos en su pecho, llorando y gritando. ¿Qué le he hecho? Tengo que llevarlo a junto de Nick.
Lo cojo por la parte interior del brazo y empiezo a arrastrarlo hasta que llego fuera. ¿Cómo voy a llegar a casa? No sé llegar hasta el coche, y peor, no sé conducir.
No puedo dejarlo morir, no.
Me arrodillo pongo las manos en su cara, luego, lo beso calidamente. Miro sus ojos, vacíos y le tomo las pulsaciones. Van cada vez más lento.
Las lágrimas siguen cayendo por mi rostro, cada vez más húmedo y unos chillidos salen de mi garganta.
De repente un hombre aparece de entre los árboles y se acerca rápidamente. Ya más cerca veo que es muy pálido. Su pelo es negro y sus ojos son rojos como el fuego. Es muy bello.
-Yo puedo ayudarte- me dice.
-Por favor, sálvale, haré lo que sea.
Se acerca a Zack y lo coge en brazos, luego lo lleva a un sitio más despejado y me observa.
Lleva algo en la frente, no sé explicar qué es pero es muy bonito. Es una especie de triángulo metálico negro que acaba en su entrecejo.
-¿Eres un vampiro?- le pregunto.
-Enefecto y... la única forma de salvarlo es...
Asentí rápidamente y de repente clavó sus largos colmillos en el cuello de Zack.

El demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora