Be Yourself

Basta de inmadurez.

Capítulo 37.

Estaba caminando por toda la habitación con el celular en la mano viendo el nombre de Elliot en pantalla.

Suponía que él no tenía culpa alguna de que su amiga se haya comportado como una vil...

Bien, basta.

Dieciocho años y aún me comportaba como un bebé.

Presioné el botón verde y cerré los ojos. De igual manera no es que el mundo fuese a explotar.

—Rojita, en serio... Déjame explicar varias cosas.

—Elliot —traté de interrumpir.

—Heather puede llegar a ser una completa idiota pero te juro que es su manera de protegerme...

—Elliot...

—Además, ¿qué importa si ella se enoja? Digo, yo a ti te quiero demasiado, yo sé que es mi amiga pero simplemente...

—¡Elliot! Déjame decir algo...

—¿Qué? —Se le oyó alterado. Dios.

—Quizás Heather tiene razón...

No se escuchó algo por unos segundos. La línea estaba apagándose. Su voz se había reducido a cortas respiraciones.

—No entiendo...

—No es que lo haya dicho como tal, pero es obvio que no me quiere cerca de ti... y es respetable Elliot, te conoce desde mucho antes que yo.

Otra pausa más.

No era la decisión correcta (no es que yo tome buenas); pero mi cabeza estaba dando vueltas.

Siempre he sido así y no podía evitarlo.

—¿Estás bromeando, no? —se rió durante un corto tiempo.

—No Elliot.

—Oh escúchame... no pienso tener ésta conversación por teléfono. Sé que estás en tu habitación... No se te ocurra irte, por favor —suplicó.

*
Permanecí sentada en el suelo durante un rato hasta que escuché como tocaban la puerta de una manera violenta.

Abrí la puerta y lo primero que vi fue la cara de Elliot.

Segundos después, me tomó con ambas manos la cara y me besó.

No un casto beso como siempre había sido.

Estaba besándome tan desesperado que no podía reaccionar.

Mi mente estaba más ida que otras veces, cerré los ojos fuertemente y me mantuve quieta.

Sus manos estaban en mi cara, luego pasaron por mi espalda y se posaron en mi cadera acercándome más a él.

Rompí el beso.

Lo abracé fuertemente y escondí mi cara en su cuello.

Yo era la persona más malditamente cursi que existía en la Tierra.

Dramática, cursi, inmadura e infantil... demonios, ¿cómo es que Elliot aún me tolera?

Era casi increíble que después de casi un año aún estemos juntos.

—Perdón.

Fue lo único que pude decir. No hicieron demasiada falta las palabras. Elliot era el ser más acercado a la perfección para mí.

Estábamos recostados en mi cama. Nadie decía nada y eso estaba bien, me gustaba poder estar en silencio y no sentirnos incómdos por eso.

La única luz que había era la de afuera, me daba pereza cerrar la cortina y esto estaba agusto así.