Confusión.

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Capítulo O8.

—Oh, no llores por favor. —Puso sus manos en mi cara—. ¿Qué es lo qué te hicieron?

Negué como pude con la cabeza, no le iba a contar nada de mí. Era cierto, no confiaba en él, pero ahora me muestra un lado suyo que jamás creí conocer y me deja totalmente en la confusión.

—Se molestaron. —Fue lo único que me atreví a decirle. Mis lágrimas aún bajaban por mis mejillas, de seguro mi cara estaba toda roja.

No podía ver bien su cara, pero parecía triste y angustiado, me acercó más y me abrazó, vamos, esto no me puede pasar a mí.

¿Quién diría qué yo, una nerd fuera de la sociedad y que ningún chico le hablaba llegaría a ser abrazada por dos de los chicos más populares de aquí?

Me sentía más relajada, pero aún me daba miedo Elliot, no sabía quién en verdad era, no sabía si él era bueno o malo o si incluso fingía.

Me apartó de él para hablar.

—¿No tienes otras de esas gafas tuyas de repuesto? —Sólo asentí—. Déjame le llamo a Elizabeth.

La llamada duró unos minutos, me tranquilicé y me sentía mejor. Después, oigo como tocan la puerta y Elliot se levanta para atender, escucho la voz de Liz, pero él le dice que no me encuentro bien e inician una serie de argumentos hasta que la convence de que se vaya.

Llega hasta mi con mis gafas de repuesto, eran parecidas a las anteriores -que según escuché a mi amiga, ya había recogido y las iba a mandar a arreglar- sólo que eran un poco más grandes.

Me las colocó suavemente en la cara y de nuevo pude ver claramente, me encontré con una sonrisa suya y sus ojos brillando.

También pude apreciar su habitación, la cama era matrimonial, las paredes azules con gris y verde, unos pósters de bandas de rock, una guitarra eléctrica y una acústica, al parecer vivía aquí sólo, pues no había otra cama.

Había una puerta al lado derecho, y no estaba nada desordenado, no parecía su cuarto, las apariencias engañan.

Luego me ví en un pequeño espejo que colgaba en frente de mí, él estaba hincado delante de mí, mi cara estaba roja, mi cabello desordenado, y sus manos estaban agarrando mis brazos. Si no hubiera estado ya roja, me hubiera puesto como un jitomate total.

—¿Te sientes mejor?

Iba a asentir, pero su preocupación cambió mi decisión de no hablar.

—Sí, muchas gracias Elliot, de verdad.

Me sonrió, una sonrisa de verdad, no parecía arrogante ni falsa, y se me quedó mirando fijamente.

—¿Sucede algo? —pregunté indecisa, aunque me perdí de nuevo en sus ojos.

—¿Qué? N... no, no. —Pero su expresión dio un cambio de 360° pues se apartó rápidamente de mí, se le borró su hermosa sonrisa y su gesto se endureció un poco, me hizo sentir miedo otra vez.

Agaché mi cabeza y jugué con mis manos, no sabía porqué se comportaba así, en un minuto parecía que yo le agradaba, que quería que fuéramos amigos, pero al siguiente minuto sus expresiones cambiaban, se edurecían y parecía ser el chico malo otra vez.

Me sentía incómoda, confundida y triste a la vez, mi ojo me dolía, me sentía cansada y ya estaba oscuro, la ventana a mi izquiera me lo indicó.

—¿Pue... puedes llevarme a mi habitación?

Levanté un poco mi mirada y él seguía parado mirándome.

—Ya es un poco tarde. Puedes dormir aquí si quieres, ésta habitación está mucho más lejos de las normales, no está en uno de esos edificios.

Entrecerré los ojos y quise preguntarle, pero no lo hice.

—No puedo dormir aquí —negué horrorizada, no quería meterme en más problemas.

—Jess, tranquilízate, no te haré daño, puedo dormir en el sillón que está fuera de la habitación.

—Realmente no quiero, no traigo mi pijama, me siento mal y tengo que llamar a Liz. —Excusas algo tontas, pero no quería quedarme ahí.

Me prestó su celular. No quería llamarla así que le envié un mensaje.

"Liz, soy Jessica, puede que necesites muchas explicaciones, pero de verdad no puedo dartelas aún, me creerás una loca. No llegaré a la habitación, no te preocupes estoy bien, gracias por ocuparte de mis lentes, te quiero mucho.

Bye x"

Le dí el teléfono a Elliot. Se lo guardó en el bolsillo trasero.

—Cuéntame de tí —soltó como si nada.

—¿Que quieres saber? —No le iba a decir mucho.

—Nombre completo, color favorito, cumpleaños yo que sé.

Sonreí y dudé un instante, estuve pensando qué decirle con exactitud.

—Jessica Marie Reeds, negro, 16 de julio. ¿Tú? —Me sentí un poco más confiada.

—Elliot Edward Owen, negro, 7 de julio. —Me reí por su segundo nombre —, sé lo qué piensas Rojita, a mí tampoco me gusta mi nombre y ten cuidado porque nadie más lo sabe.

Volví a reír con más fuerza pero me empezaba a dar sueño.

—Me encanta ese nombre, Eddie. —No aguanté y volví a estallar en carcajadas. Pero me tapé la boca.

—Me encanta tu risa.

Noté que mi cara se calentaba y la de él también, pero inmediatamente se giró y me dio una playera enorme color gris.

Carraspeó un poco exagerado y evitó que su mirada se cruzara con la mía.

—Puede que con esta te sientas más cómoda. Buenas noches. —Se fué dejándome sola, cerró la puerta y escuché que sus pasos se alejaban, había tomado su pijama y sólo se había ido.

Me quedé pasmada, muchas emociones por hoy, me puse su playera, pero no me quité mis pantalones, dudé en dormir, pero me acomodé en su cama, su dulce olor me inundó el olfato y me quedé completamete dormida, mañana era sábado, al fin.

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