Capítulo 5 "Yo no ser ella"

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Otro día poco interesante en el colegio, a pesar que tuve que aguantarme las cargadas de Angie por esos mensajes. Los cuales, ella me los hizo responder.
Diciéndole a la persona que era un número equivocado.

Llegué a mi casa y me encuentro a Frédéric y Danae pelearse, lo que para mí, era muy normal, pero para Joel no tanto. Él se encontraba en el comedor, sentado y con lagrimas en los ojos, presenciando la disputa.

— Ey niomo. Ven, déjalos — le hago señas mientras subo las escaleras.

Levanta la vista con dichas palabras y se acerca estirandome su mano. Lastimosamente, él era el que más sufría en aquella situacion, le tomo la mano y lo traigo conmigo.

— Ya sabes como son. ¿Quierés algo? — le pregunto con mi mejor sonrisa

Asiente con su cabeza y le volví a sonreír. Él siempre que se sentía triste se volvía lo contrario a lo que normalmente es, callado y retraído.
Creo que es una de las pocas cosas que tenemos en común, a diferencia que yo adopte el silencio como un escape a todo.

— Bien, te traeré un poco de jugo y unas galletas. Tú quédate aquí. — lo miro fijo a los ojos con ternura y me dirijo a la cocina

No tardo nada en volver a mi habitación dejando atrás los griteríos. Ni bien entro, el hambriento estiró su cuello desde mi cama.

— ¿Qué trajiste? — me cuestiona ansioso

— Cosas suficientes para sobrevivir aquí y no salir — sonrió ante tal idea, al menos por un buen rato no tendremos que lidiar con esos dos.

— Buena idea. — me dice y se vuelve a su lugar en mi cama

— Ten — le alcanzó una botella con jugo frío — Y si tienes hambre traje galletas. — le sonrió

— Gracias Amy. — me dice con la mirada triste, pero con una sonrisa forzada

— No te preocupes. Ya pasará... Ahora, hazme un espacio. — me subo a mi cama y me arrecuesto detrás de él.

"Golpes y más golpes, escucho como alguien pide sangre, no importa de quien sea, si es mía mejor, pero si es de otra persona también es válida, después de todo es sangre y es lo único que necesita.

— Acercate — Dice, con sus grandes ojos negros y redondeles de color rojo intenso, en el medio de ellos,
No dudo un segundo en arrastrar mis pies hacía ella... voy, cada vez más cerca, estoy tan, tan cerca... Qué hasta puedo sentir su frío

— Un paso más... anda — me dice alentandome.
Y cuando quiero obedecerle, hago el esfuerzo de pisar el espacio que nos separaba... algo me para ..."

— ¡Maldita cosa! — Insulto a lo que sería mi teléfono indicando una llamada, rápidamente deslizó el dedo sobre la pantalla táctil de color verde y atiendo inconsientemente — ¿Hola? — contesté en voz baja para no despertar a mi hermano.

— ¿Hola? ¿Con quien tengo el gusto de hablar? — la voz de un hombre me paraliza, éste hablaba fluido y... muy bien.

— Ehm... disculpe, ¿Quién... es? — suspendí mis palabras por segundos a través del miedo que me causó su voz.

¿Quién llama estas horas?

— Soy Demian, y tú, creo que eres... Bueno. Realmente estoy desconcertado, ¿no eres Olivia, verdad?

No, no, por favor que no sea el de los mensajes. Me mantuve en silencio y su voz tan electrificante decidió romper con ello

— ¿Hola? ¿Sigue allí?

— Ehmm si, sigo aquí — creo que nunca en mi vida tartamudeé tanto.

— Bien, pensé que hablaba sólo — dijo y se río moderadamente — Bueno, ya tengo entendido que no eres ella.

— No, yo no ser ella... Ah, quiero decir... — ¿Qué? ¿Acabo de decir "no ser"? ¡Por dios, tengo que calmarme!

— Amy, ¿Puedes callarte? — mi querido hermano tuvo que despertarse, justo ahora, qué suerte.

— ¡Shhh, duermete! — me baje como pude de la cama y tape el celular con la mano, salí lo más rápido que pude de mi habitación y tome coraje suficiente para responder

— Hola, disculpe, tuve que irme de donde estaba — los nervios me comían viva...

— No se preocupe, señorita... ¿Amy?

Dijo mi nombre. Ese momento fue crítico para mí, pronunció dudando, pero lo hizo. Y lo hizo de la forma más hermosa que había escuchado, mi nombre en su vocabulario, saliendo de sus labios, claro que no me puedo imaginar eso, pero... Ah, estaba idiotizada.

— Ahmm, si si. Amy... — respira, respira, tranquila

— Bueno, está claro que me confundí de número. Lamento molestarla. Buenas noches, señorita. Un gusto. Si necesita algo... — continuó en forma dudosa la siguiente palabra — llameme.

Por dios, dijo que puedo llamarlo, esa voz... ¿Qué carajos estaba pasándome?

— Ehm... Gracias, y si, se equivocó. Bueno. Buenas noches. Señor Demian... creo.

Escucho como su risa inunda mi oído y por alguna razón, me pareció algo tan satisfactorio. En pocos segundos, respondió

— Si, señorita, Demian Masseth.

— ¿Mazze? — le cuestionó estúpidamente, como de costumbre.

A ti no te debe importar como se apellida, solo cuelga y ya.

— No, Masseth. Con doble S y "th" al final, es un poco complicado — suelta una pequeña risa, qué es... encantadora...

— Oh lo siento. Bueno... gracias por el... llamado — digo dudando si lo que dije era bueno o malo — Buenas noches — me despedí lo mas rapido que pude producto de mis nervios.

— Disculpe por el atrevimiento de mi llamada. Que descanse Señorita Amy.

— A... adiós. — corto rápido la llamada quedando embobada con su voz, pero ¿Qué carajos? ¿Demian Masser, Musse.., Bueno,.. como sea, ¿Quién era? Y ¿Por qué tan educado? ¿Acaso era mayor?. ¿Quién era esa tal Olivia? ¿Su novia? ¿Cómo pudo confundirse y dar con mi número? ¡Dios! Y...Su risa...
Eran Muchas preguntas y muy pocas respuestas. Y todo esto aumento mi insomnio matutino.

Volví rápidamente a mi habitación, repleta de dudas. Y todas se desataron con esa simple voz, ¿Cómo alguien puede hacerte sentir miles de sensaciones juntas sin siquiera verse? ¿Era posible?.
Cierro la puerta y me meto a mi desarmada cama gracias al inquieto de mi hermano.

— Enano, ¿Estas despierto? ....
Silencio y más silencio. Así que supuse que se durmió, me introdujo como puedo detrás de él y me doy la vuelta dándole la espalda.

— Por favor cerebro. Quiero dormir esta noche. — me reprendo a mí misma y cierro los ojos con fuerza, creyendo que así podría dormirme.

Qué Suerte La Mía. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora