No me gustaba la mirada que ahora tenía Demian, era similar a cuando sabes que algo malo está pasando, pero no te lo pueden decir.
Sea lo que sea que estaba pasado, tenía que saberlo.— ¿Qué pasó? Dime. — se lo ordené, pero luego mi mirada se tornó en forma de súplica. Él era el único que podía ayudarme ahora.
— Bueno... — traga saliva y su mirada se vuelve comprensiva — Los revise lo que más pude, me llevo algo de tiempo. Y, ellos... — se acerco un poco más a mí y mirándome directo a los ojos, siguió — Tu madre despertó, no se encuentra tan grave, pero el que en verdad me preocupa es tu padre, él está en coma.
Sabía que venía algo realmente malo, pero aún así tenía que saber todo. Y al escuchar esas palabras salir de su boca, en mi interior se siento un derrumbe completo... Unas lágrimas amenazaban con salir y explotar en un mar, debido a lo que trate de acumular desde que recibí la llamada, pero por nada en el mundo las iba a sacar, o al menos no ahora.
— Amy... Yo me encargaré de tu padre, haré todo por salvarlo. — me acaricia la mejilla y no me queda de otra que cerrar fuertemente mis ojos.
No voy a llorar
No voy a llorar
No voy a llorarMi mente me lo repetía mil veces por segundo.
Simplemente permanecí callada y con los ojos cerrados, como si algo en mí, se estuviera quebrando lentamente.
Un abrazo me envolvió contra su pecho, me tenia sujeta, él no me iba a soltar y realmente, por primera vez, acepte este abrazo. Era lo que más necesitaba, alguien que podía ser mi respaldo en momentos así, en momentos que sientes que estás sola y tienes que luchar contra lo que venga para no decaer, y no lo hago por mí, lo hago porque sé que tengo a un niño de tan sólo 11 años siguiendo mis pasos...
————————————
Observo mi reloj impacientemente esperando que esos treinta minutos que faltaban para ser las 10 pasen rápido y por fin pueda verlos. Era lo único que quería.
En cuanto me giro hacía atrás, veo a la chica de administración hacerme unas señas, me dirijo hacía ella y me dice en voz baja— Puedes pasar ahora si quieres — me sonríe y me indica que pase por el pasillo de su derecha.
— Muchas gracias — le regreso una de mis fingidas sonrisas y me voy rápido en la dirección que me indico. En cuanto paso por el pasillo, me encuentro con una señorita de aproximadamente 25 o 26 años con la ropa del hospital, posiblemente sea una doctora, estaba acompañada de un hombre de casi la misma edad también con la ropa del hospital, pero de distinto color.
Ellos me sonríen cordialmente, yo solo me límite a devolver una leve sonrisa y seguir mi camino. Ella era delgada, de tez pálida y era un poco más alta que yo, supongo...
El hombre era de tez morena, cabello oscuro y complexión media.De seguro debe ser alguna enfermera o doctora, no quise prestar tanta atención, tenía sólo una hora y unos minutos para ver a Danae y Fréderic.
Seguí la explicación de la chica de recepción y localice con la mirada la habitación 306. Era en la que ellos estaban internados.
Tome un poco de aire y abrí la puerta sin pensarlo 2 vecesLas luces estaban apagadas, pero sólo una de las tantas que habían estaba alumbrando levemente a los aparatos que controlaban los pulsos, la respiracion y demás de ambas camas. El ruido de una televisión encendida me asustó por unos segundos.
Me asomé a la primer cama que vi, estaba tendida en ella, mi mamá. Me acerque a ella lo que más pude para poder apreciar su estado.
Tenía unos cuantos golpes en la cara y una venda que cubría su cuello.
Inconscientemente acaricie su frente y deposite un pequeño beso en ella.Me quede unos pocos segundos observándola y decidí ir por la cama que probablemente podría dolerme más.
A unos pocos centímetros me encontraba en frente de él, su rostro demostraba unos golpes severos y cortaduras alrededor, tenía otra venda, pero ésta estaba cubriendo una parte de su cabeza, eso era de preocuparse, sufrió un derrame tan fuerte que lo dejó en este estado tan... dormido...
Me siento devastada, me pesa todo el cuerpo.Acaricié cada golpe que vi en él, bese su mejilla y me quede observandolos a ambos.
Pensar que hace unos pocos días desconocía de donde se encontraban o cómo estaban, ya que no estaban en mi casa normalmente. Y ahora, están postrados en camas, con golpes, máscaras para respirar y seguramente peores cosas que las sábanas no me permitían ver..
Y quizás, tampoco estaba preparada para verlo.En este instante de tranquilidad que tengo cerca de ellos, sentada en el medio de la habitación, mi calma se interrumpe por una vídeo-llamada de Angie.
Bufé un poco, pero salí rápidamente de la habitación sin hacer el menos ruido posible y atendí
— ¡¿Amelia, porque no has revisado los mensajes?! Estuve preocupada toda la mañana.
No me había dado cuenta que ya eran las 10:23 am y no le había avisado de nada por más de 4 horas.
— Uhm, lo siento - trate de formar una sonrisa en mi rostro, pero fallé. — No tuve tiempo.
— ¡Dios mio! Te ves horrible — hace una cara de espanto y alza una ceja.
— Gracias — dije con mi poco humor — Estaba en la habitación en donde están mis padres. Y me queda solo unos cuantos minutos de que se termine el horario de visita. Te llamare cuando se termine, ¿Bien?
— De acuerdo, pero hazlo. — me dice mirándome fijamente y intenta dibujar una sonrisa en sus labios.
— Lo haré — le sonrió forzosamente y cuelgo la video-llamada.
Entró otra vez a la habitación antes de que se percaten las enfermeras, que se encontraban en un sector del lado izquierdo, de que me pase de la hora
Una vez dentro, suspiro ruidosamente y me respaldo en la puerta. Podría jurar que estaba envuelta en paz, al ver a mis padres por fin, y sentir que de alguna forma están cerca de mí, pero alguien empujó la puerta con fuerza y hizo que yo me encuentre ahora estampada contra el suelo.
— Oh, lo siento mucho, creí que no había nad... — paro de hablar al verme levantarme con una de mis famosas caras de odio. Sin saber que decir o hacer, Sus ojos se agrandaron, recorrían cada parte de mi cuerpo hasta llegar a mi rostro, desde ahí, examinó cada detalle.
— ¿Quién diablos eres? ¿No te enseñaron a tocar la puerta antes de ingresar a una habitación?
— No sabía, de verdad — hace una mueca poco visible y automaticamente desliza su mirada hacía Danae y Frédéric
— Por Dios — se acercó rápidamente a ellos y se quedó inmóvil, observandolos detalle por detalle.— Hey, no sé quién eres ni como te atreves a entrar así, pero si no sales ya mismo de esta habitación llamare a seguridad — se lo comunique de forma autoritaria.
— No es necesario. — suspira y posa su mirada fijamente en mí — No creo que saquen a un familiar de la habitación de sus padres.
¿Padres?
Mi corazón empezó a latir con fuerza cada vez más, existía la posibilidad de que la persona la cual está observándome fijamente, sea ella...
ESTÁS LEYENDO
Qué Suerte La Mía.
Novela Juvenil"Mis pesadillas crecían, me resguardaba en lo mas profundo de los libros y los dibujos. Ya estaba acostumbrada a estar sola y aunque necesitaba de alguien, me negaba a buscar o encontrar ese "alguien" que "ponga mi mundo patas para arriba". Pero, cu...