Capítulo 6 "Doctor super bueno"

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Miércoles, aburrido.
Con decir que tuve 3 horas de Matemática y exámen de Consumo Digital, ya queda en claro lo tan densa que fue la clase de hoy.

Lo único que descarto es que, en menos de una hora voy a ir a acompañarla a Angie en su primer sesión de observación con su medico "súper bueno". Me río de las cosas que me comentaba a diario mi amiga de ese desconocido.

Estamos en mi casa, tomando un respiro del colegio, nos encontramos en el sofa y Angie se ríe de mis caras en las fotos. Después de un rato, nos dirigimos para la clínica donde ella es tratada.

— Estoy nerviosa, Amy — me dice inclinándose en mi hombro para reposarse en él.

— Todo va a salir bien Angie, es un simple tratamiento — le comento para calmarla. Aun que sé que sus nervios le podrán más que cualquier cosa y es entendible.

— Si, eso creo... — hizo una corta pausa y siguió — ¿Sabes? Me alegra tenerte conmigo. De rencompensa te presentaré con el súper bueno de mi médico. — me mira con picardía y se le escapa una risa de complicidad.

— Ja, ja. — ginjo reír — No quiero conocer a nadie. Y sabes que siempre estaré para ti. — la abrazo de costado y me alejo un poco para arrecostarme en el vidrio del autobús.

— Si, claro, cuando lo veas no dirás lo mismo. — alza sus cejas y casi que me hace reír.

— Ya veremos... — le muestro una sonrisa controlada y me arrecuesto de nuevo.

Creo que pasaron tan sólo 10 minutos y la voz de mi amiga me saca de un profundo sueño.

— ¡Vamos dormilona, ya estamos por llegar! — me codea, mientras me anima a despertarme.

— Umm, necesitaría 10 minutos más para despertarme de buenas. — le digo con los ojos entrecerrados y un bostezo se me escapa de la boca.

— Si claro. Vamos, hay que bajarnos. — me agarra del brazo y me lleva con ella.

Sin dudas, agradezco que Angie tenga una muy buena obra social que le cubra todos los tratamientos que necesita. Y si realmente sale todo bien estará más que bien en cuestión de semanas.

Entramos al lugar y no me alcanzan los ojos para observar cada cosa que hay en la espaciosa y decoradisima clínica.

Tenia ventanales y puertas deslizables de vidrio, estaba decorada con cuadros simétricos y con detalles de vidrio tallado en las esquinas

Habían 4 pisos y muchos sillones con juegos para los niños.
Nosotras nos dirigimos a la recepción, atrás de las computadoras se encontraban 3 chicas con el mismo uniforme, camisa celeste pastel, corbata pequeña color negra y pantalones ajustados azul marino. Una de ellas, pelirroja de rizos bien armados y ojos color celestes demasiados claros, le tomó los datos a mi amiga en su computadora y nos indicó donde estaba atendiendo el médico de Angie, y que teníamos que esperar sólo un rato, ya que no hay tanta gente esperando a su turno

Nos despedimos de la recepcionista sonriente con pecas sobre su pequeña nariz, y nos vamos para el 1er piso, consultorio 14.

Una vez en el ascensor, qué por cierto, era todo de vidrio con plantas colgando desde el techo, como forma de decoración, Angie me mira y suspira...

— Sé que esto puede salir bien o mal, pero nunca estuve en lugares así, y me aterra todo esto... Ya sabes. — hace un recorrido con la mirada a todo el interior del ascensor, como si se sintiera diminuta.

— Tú solo tienes que poner el pecho a la situación, nada puede vencerte, estoy segura que todo saldrá bien y en días nos reiremos de tu miedo — le muestro una sonrisa en forma de relajación.

— ¡Oye! Yo no tengo miedo. — dicho esto mi mirada se posa en ella y frunzo el ceño. — Ok bueno, solo un poco. — dice sonriendose, se ve un brillo apagado en sus ojos color avellana y sus mejillas a penas un poco rosadas.

A unos pasos del consultorio, nos sentamos a sólo metros de la puerta, habían 3 personas para ser atendidas y con el correr de los minutos, entraron por separado al mismo consultorio que el que nos correspondía. Pasaron unos cuantos minutos, lñ1os cuales, para Angie, debieron ser eternos.

— Ángeles Sullet. — Escuchamos decir su nombre con firmeza. Las dos nos levantamos de un golpe y vamos juntas hacía la puerta.

— ¡Hola, Angie! ¿Cómo has estado? — le estira la mano en forma muy respetuosa a mi amiga, la cual está más que pérdida en sus labios.

— Hola, doctor. Estoy perfecta, bueno bien, ahora... — se le escapa una sonrisa de complicidad mientras se estrechan las manos y ella vuelve a su cara neutral — y ¿Usted?

— Bien, gracias. Y... —su mirada posó en mí - ¿Usted es la hermana o algún tutor responsable de ella?

— Disculpe, si, soy su acompañante. Bueno, mejor dicho, su mejor amiga — la miro y le sonrió alentandola.

— Un gusto conocerla, Señorita... — Me examina de píe a cabeza y puedo jurar que su mirada me recorre por cada lugar que va pasando sus ojos color marrón oscuro, igual que el café puro. Y ahora que veo... ¡Son increíblemente profundos!

— Amy... Amelia, en realidad. — le digo rompiendo el silencio con una pequeña risa nerviosa, sacándolo de su inspección hacia mí, ya me estaba haciendo sentir un poco incómoda.

— Oh, un gusto — me observa a la cara con el ceño fruncido y dice dudando — Señorita Amelia... — estira su mano y me sonríe de una forma diferente a lo que había visto antes.

Ya veo porque Angie muere de amor por este tipo. Tiene una hermosa sonrisa blanca y una mirada cautivadora.

— Un gusto, Doctor. —  le estrecho la mano y trato de soltarme de ese pequeño y suave agarre. Es electrificante sentir su mano cálida con la mía. Una sensación que nunca imaginé sentir...

— Bien, empecemos Angie, te pediré que te acerques aquí — le indica a una camilla con sábanas blancas y bordados azules. — Pero, antes necesito que te saques el calzado, el pantalón y remera. Te pondrás la bata, que lo puedes hacer en el baño de aquí — le indica la puerta que está en la derecha, la cual tiene un cartel que indica "Baño de pacientes".

— Bien, muchas gracias Doctor. — ella pasa rápidamente por al frente mío y me hace una seña que apenas puedo ver.

No sé que me habrá querido decir... o dar a entender... — pensé.

Mientras que Angie se descalza y se pone una bata.
Veo al doctor pedirme disculpas para ir a la puerta izquierda. Lo que supongo que sería su baño privado

Bien, ya estoy sola, al menos por segundos. ¿Qué carajos está pasándome? ¿Por qué me quede como estúpida cuando el doctor me tomo de la mano? Era un simple saludo cordial, pero, y sus ojos penetrantes y profundos color café, su cabello color castaño oscuro y revuelto, sus labios gruesos y finos a la vez. Es todo tan intenso ¡Dios Amy, calmate! ¡Es un doctor y le gusta a tu amiga!
Pero lo que más me desconcertaba, era su voz, esa misma voz la había escuchado antes, no sé si en el colegio, no... en ese lugar no, pero tampoco creo conocerlo, nunca en mi vida lo había visto...

Qué Suerte La Mía. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora