— Así que, ¿Mi sexy doctor es...tu admirador secreto? — me pregunta con la mirada que más me incómoda de ella, la picarona.
— No sé si yo le diría admirador... Pero según la coordinación de los mensajes y por como reaccionaba, creo que sí. — al decir esto me acuerdo de que me envió un mensaje cuando la cita en el médico ya estaba por finalizar. — Es más, creo que tengo un mensaje de él — afirmo un poco nerviosa y busco con torpeza en mi bolso
— ¿En serio? ¡Déjame verrr! — me dice asomando su cara en mi teléfono.
— Pero no te alborotes. — intento mantener la calma, respiro hondo y tocó el sobre que resalta en mi pantalla
"— Qué placer conocerte en persona, Amy..."
Por dios, el mismísimo Demian ... muzzar? Muzz.. Bueno él, ¿le parecía un placer conocerme? ¿Eso quiere decir que... le parecí linda? ¿O le guste? ¿O simplemente lo dice por cortesía?
— ¡Heyy! — me grita mi amiga, algo inquieta.
— ¿Qué? — le contesto enfurecida. Odio que me saquen de mis pensamientos, y más en estos momentos.
— Mientras delirabas, le conteste de tu parte al doctor — hace una media sonrisa y vuelve esa mirada picarona. A la cual me encantaría sacarsela a golpes, cariñosamente, claro.
— Angeles, ¡¿Por qué hiciste eso?! ¿Estas loca? — le saco mi teléfono de la mano
— Ay vamooos — alarga esta última palabra alzando las cejas — Te gusta, no lo niegues. Vi como se miraban — se le escapa una sonrisita y me codea en forma complice.
— ¿Cómo crees que puede gustarme un tipo mayor que yo? Podría ser incluso, no sé, mi hermano mayor, o peor aún, ¡mi papá! — Hice lo posible por sonar un poco dramática, pero era necesario y apesar de que a una parte de mí la estoy contradiciendo, quiero convencerme de que no puede y no debe ser para mí.
La charla se hizo tan extensa, que tuve que inventar que me dolía la cabeza debido "al encierro y la mucha gente que estaba en el lugar" dado esto, al fin era libre de Angie y sus inquietantes preguntas.
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"— Tengo en mente algunas cosas que hacerte, Amy.— Me dice al oído y tirandome del pelo fuertemente. — Muchas cosas, en realidad... — continúa susurrandome y esta vez me pasa su lengua cerca de mi oído.
Estoy contra una pared color beige. Mirándolo con miedo e inquietud. ¿Qué esconde en ese brillo? Está sonriéndo y me tiene atrapada con su peso contra el mío.
— Mmm, cuanto tiempo espere por esto... — Siento como roza sus dedos en mi piel, respiro hondo e intento cerrar los ojos lo más fuerte que puedo, pero aún sigue ahí, y creo que lo hice enojar.
Me toma fuertemente de los brazos y hunde sus dedos en mi piel, está cerca de mi entrepierna y yo comienzo a jadear..."— Amelia, ¿quisieras cerrar tu bocota? — la voz chillona de mi hermano me sobresalta y abro los ojos con un suspiro aliviado, era un sueño, sólo eso... Aún que no estoy segura si eso es bueno o malo.
— Yo... ¿Qué acabo de decir? — le pregunto nerviosa. Si llegue a decir algo de más dormida creo que es mi fin.
— No sé, balbuceabas, pero dijiste un nombre, algo así como Damián.
Por Dios, no pude ser tan estúpida en nombrarlo
— Oh, si, es el... amigo... de Angie. — no hace falta decir que soy mala inventando cosas a último momento
— ¿Amigo de Angie? ¿Por qué entonces lo nombraste? — me observa desde el costado de su cama, sosteniendo su cabeza por una de sus pequeñas manos
No me cabe duda de que este enano es muy astuto y me conoce bien. Dos cosas en mi contra.
— Yo que sé, solo recuerdo que... lo estabs golpeando. Me llevo demasiado mal con él, duermete. — intente sonar lo más sería posible para que sea más creíble
— Aja, y ¿Cómo es que nunca vino a casa?
— Pues no tendría porqué venir, es solo un conocido. A dormir — Le ordene.
— Esta bien — reaponde de mala gana y se mueve entre sus sábanas.
Dicho esto, me acurruque en mi cama mirando hacia la pared y forzandome a dormir.
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La casa estaba en completo silencio, me encantaba la tranquilidad que a veces, muy pocas veces, habitaba aquí, pero no fue por mucho, que escuchamos a mi mamá gritar y tirar cosas. Lo que hizo que me sobresaltara y decida ir donde estaba ella.
— No me dejes sólo. — me dice una voz tierna y a la vez con miedo.
— Ya vuelvo, voy a ver que pasa y regreso — le dedicó una sonrisa y me voy lo más rápido posible, antes de que nos quedemos sin platos.
Cuando consigo acercarme, la veo a ella tirada en el piso y con pedazos de vidrios al rededor, supuse que era de todo lo que rompió.
— Danae... ¿Estás bien?
— No te acerques, Amelia, vete. — me contesta en forma amenazante
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Qué Suerte La Mía.
Jugendliteratur"Mis pesadillas crecían, me resguardaba en lo mas profundo de los libros y los dibujos. Ya estaba acostumbrada a estar sola y aunque necesitaba de alguien, me negaba a buscar o encontrar ese "alguien" que "ponga mi mundo patas para arriba". Pero, cu...