Capítulo 18 "Ella es mi ex"

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Termine de leer una novela juvenil que me recomendó Brenda, una chica a la que le compro libros muy seguido, de hecho, todo mi dinero va hacía la librería, bueno... Casi todo.

Saco mi teléfono del bolsillo y noto que son las 3:34 am. ¿Qué hago ahora para que pase el tiempo?
Estuve todo el dia leyendo, observando médicos pasar de un lugar a otro, enfermeras subiendo y bajando escaleras, otras salir de los ascensores... Todo muy aburrido.

Trate de acomodarme de mil formas en el sillón de la sala de estar, pero me era imposible encontrar una buena forma en la que pueda dormir una hora o dos al menos.

Suspire ruidosamente y mire hacía mis costados, estaba la televisión de la sala encendida pero sin casi volumen audible, los otros sillones estaban vacíos a excepción de otras 4 personas que se encontraban también buscando una posición para dormir hasta que sea la hora de visitas.

Existía la posibilidad de que pueda ir a la habitación de Danae y Frédéric, pero una enfermera me hizo saber que por una o dos horas no iba a poder ingresar ya que iban a hacerles algunos chequeos y aplicarles los medicamentos apropiados mediante los sueros.

Cansada de estar quieta, me levanté y busqué un café por el piso de la cafetería. Algún desayuno express no me vendría mal, después de todo, es la comida que más amo en el día, ademas de las meriendas.

Ni bien busco el ascensor, espero unos segundos y éste se abre en respuesta.
Cuando casi tocó el botón del segundo piso, en el cual tenía dibujado una taza humeante de café. Una mano paraliza las puertas automaticas y hace que me sobresale del miedo.

— Uff, casi lo pierdo — y no hacía falta que lo mire para saber de quien se trataba esa voz

— Me asustaste, por dios — proteste un poco agotada, bostezando y tapando mi boca con mi mano.

—Ya veo... —me examina con la mirada y continúa — Hasta casi te duermes del susto — bromea mostrando su perfecta dentadura blanca.

Aquí vamos de nuevo

— Aquí me bajo — le dije secamente sin siquiera mirarlo antes de salir disparada por mis piernas del ascensor.

— ¡Hey Amy, espera!

No tengo humor y no quería por ahora tenerlo cerca, después de la amabilidad que tuvo con Cecilia y de enterarme quien era la famosa Olivia, obviamente quería evitarlo a toda costa.

— ¿Qué necesitas, Demian? — le digo dándome la vuelta con mi más falsa sonrisa

Bajó del ascensor y se acerca a mí — ¿Quieres tomar un café? — desvía su mirada hacia el sector de cafetería y me sonríe instantáneamente.

Siempre regalando sonrisas a las chicas.

— Pues... — quede callada sin poder decirle que no. Quería estar sola, pero no podía decir obsolutamente nada y él me guía agarrando mi mano

— Vamos, seguro ibas a tomar un café, y no es buena idea que lo hagas sola. No quiero que te deprimas — me guiña el ojo y me hace caminar sosteniendo mi mano.

Es increíble el poder que tiene Demian sobre cualquier persona, tenía "eso" que podía convencer fácilmente a la gente de lo que él quería. No lo hacía con ego o malicia, lo hacía con dulzura y amabilidad. Algo que confunde...

Nos sentamos en unos cómodos sillones blancos, con una pequeña mesa de color negro en el medio de nosotros.
Mi mirada estaba pérdida en el ventanal que estaba a nuestro lado, dejando así poder apreciar la noche en la ciudad. No era una gran vista, pero para mí era realmente hermoso contemplar la noche acompañada de las luces de las calles desiertas por la hora de la madrugada.

— Aquí tienen, un café con extra crema batida, un capuchino y una dona glaseada. — nos indica cada taza con una sonrisa.

— Muchas gracias — dice Demian devolviendole otra sonrisa a la chica, la cual desaparece tras escuchar dichas palabras.

— Espero que te guste, es exquisito este café, la mayoría de veces que tengo que quedarme — levanta su gran taza color blanco — esta es mi mejor compañía. Me cuenta con naturalidad

Ahora entiendo porque siempre está radiante

Sonreí ante tal creatividad de Demian y dejo escapar una pequeña risa.
Fueron unos intensos segundos en los que los dos nos miramos sin apartar la vista del otro.

— Eres hermosa — suelta tan deprisa que hasta me hace dudar si realmente dijo eso, o quizás lo imaginé.

— Mmmh, el sueño ya esta haciéndote efecto — dije sin que notará que su comentario hizo que mis mejillas ardan en cuestión de segundos al repetirme esas dos palabras en la cabeza.

— Tus mejillas sí que hicieron un rápido efecto

— Gracias. Pero, estoy sin pintar y con dos terribles bolsas oscuras bajo mis ojos. Al menos espera a que me arregle para intentar halagarme — le sonrió y esta vez yo le guiño el ojo, mientras devoro mi dona

Suelta una risa un poco escandalosa, que hace que la habitación silenciosa cobre un poco mas de vida — eres hermosa de todas formas. — me sonríe, intentando deslizar sobre la mesa su mano cerca de la mía

Yo no quería que esto pasará a otro plano, estaba aterrada con tantas cosas y dudas en mi cabeza qué honestamente no podía imaginarme con él...

Fue ahí, cuando nos quedamos en silencio y me invade el recuerdo de Cecilia, cuando los vi salir juntos riéndose de la habitación.
Y no sólo ese recuerdo, el de Olivia, es una bomba, todo junto en el mismo momento.

No pensé bien en que consecuencias podría meterme, pero las palabras salieron tan rápidamente de mi boca que no fui capaz de pensar, como siempre.

— Ayer tuve el honor de conocer a Olivia — hice una mueca al recordar sus expresiones y observe a Demian, quería analizar todo gesto que obtuviera al escucharme hablar de ella.

— Bueno, ella trabaja aquí, era de esperarse que la encuentres — su rostro permaneció tranquilo

Parecía no preocuparle mucho el hecho de que la haya conocido.

— Eso era algo que no sabía — le comente mientras tomaba un poco de mi capuchino, el cual sabe exquisito. Demian tenía razón.

— Ella solo quiere intimidarte, no le prestes atención.

Los dos nos encargamos de tomar nuestro café, pero a mi no me bastaba con esas simples palabras. Aunque él y yo no fuésemos nada, quería sacarme la pequeña duda que me molestaba.

— ¿Y ella es? — solté

— Ella es mi ex. Y no volvimos a estar juntos, por si te lo preguntas — su voz era firme, pero algo me hacía dudar todavía de ello...

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