(6)

11 0 0
                                    


*3 años antes*

Gabriela estaba débil. Tirada en el suelo, como si fuera una simple pila de basura.

-Tranquila pequeña- le dijo su tío mientras subía sus pantalones y los abrochaba con el cinturón, con el que le había pegado minutos antes- al menos yo lo disfrute- dijo con una sonrisa malvada.

Gabriela aun lloraba. Tenía solo 16 años y los abusos continuaban. No sabía lo que era la felicidad. No conocía la felicidad.

Ella nunca volverá a permitirse tener esperanzas.

Se sentía impotente. Ya era casi una mujer y aun así no lograba librarse de esto.

Pero estaba decidida. Se vengaría.

Su tío se retiró del cuarto, dejándola golpeada en el suelo.

Gabriela se preguntaba tantas cosas. Le cuestionaba a Dios, se cuestionaba así misma.

¿Por qué permitía todo esto?

Su hermano Cristopher, se había ido hace dos semanas y no había señales de él.

Recordaba sus palabras, día a día.

"Cuando tenga diecinueve años, huiré de aquí y prometo que te buscare. Iniciaremos una nueva vida pequeña Ela. No más sufrimientos."

Ela aun aguardaba esa promesa en su corazón.

Día a día Gabriela, se imaginaba que su padre volvía, que nunca se había ido y que su madre nunca habia conocido a Víctor.

El padre de Ela, los abandono cuando esta tenía unos cinco años. Simplemente se fue. Si darles explicaciones, los abandono a su madre, a Cristopher y a la pequeña.

***

La chica de dieciséis años, estaba haciendo lo posible por portarse bien y obedecer. Hace tres días que no era castigada y eso le estaba dando fuerzas, para cuando fuera a actuar. Haría lo posible por no ser castigada nuevamente.

-¡Gabriela!- su madre la llamo y esta salió de su habitación.

-¿Si?- pregunto.

-¡Lava la ropa!

Gabriela ya estaba cansada de ser una sirvienta. Pero no podía contestar o seria castigada. Solo asintió con la cabeza y fue hacia el área de lavar ropa. Luego de unos minutos termino y se dirigió a su habitación.

-¡Gabriela!- la llamo su madre nuevamente.

Ela salió de su cuarto y fue hacia su madre.

-Sírveme un vaso de jugo- esta asintió y se dirigió a la cocina.

Sirvió jugo en un vaso de cristal y se dirigió a su madre. Le extendió el vaso, pero su madre lo dejo caer a propósito.

-Mira nada mas- su madre la señalo- Eres una inútil ¡No sirves para nada!- obviamente su madre le hacía esto para provocarla.

Gabriela no soportaba más. Ya no era una niña. Tenía dieciséis años y no aguantaba más. Ya estaba lista.

-¿Yo soy la inútil?- le pregunto a su madre y esta quedo sorprendida. Nunca Gabriela le había contestado. Nunca en sus dieciséis años de vida- La única inútil aquí eres tu- la señalo- ya estoy cansada de tus mierdas y pronto me iré de esta casa. Y cuando lo haga, los buscare uno a uno . Haré que sufran como yo lo he hecho toda la vida ¡Hare que me supliquen, que se arrodillen ante mí y me pidan que no los haga sufrir más y los asesine de una puta vez!

Los ojos de su madre estaban abiertos de par en par. Estaba en shock.

-¡Y nunca en su puta vida vuelvan a tocarme!-grito Ela furiosa.

De repente en los ojos de su madre, apareció un brillo de diversión.

-Hoy recibirás castigos- dijo con una sonrisa aterradora-¡Victor!- lo llamo y este apareció en la sala, junto a su medio hermano Julián.

-Gabriela tiene castigo hoy- ambos sonrieron morbosamente.

-Atrévanse a tocarme y les cortare los testículos.

Víctor y su medio hermano quedaron algo sorprendidos.

¿Ela? ¿Ela contestándoles de esa manera?

Pero no les importaba. La tocarían y harían con su cuerpo lo que se les diera la gana.

Se le acercaron peligrosamente. Pero Gabriela era más inteligente. Tenía su pequeña navaja, la cual Cristopher le había conseguido días antes de irse, escondida en su pantalón.

Saco la navaja y los señalo a ambos.

-Es en serio lo de cortarles los malditos testículos-dijo Ela

Los tres malnacidos no sabían que hacer. Su madre, aun sentada en el sillón estaba asustada y ni hablar de los dos hombres de pie.

-Se acabó el abuso- dijo Gabriela furiosa.

Pero en un abrir y cerrar de ojos, en los que Gabriela se distrajo. Julián se abalanzó sobre ella y le arrebato la navaja de sus manos.

-¿Qué decías pequeña Ela?- pregunto este divertido.

-¿A quién les cortaras los testículos?- esta vez hablo Víctor.

Gabriela sonrió. Definitivamente era más lista que todos ellos juntos. Si, le habían arrebatado la navaja, pero Ela tenía algo más. Sus socios, los que le ayudaban a conseguir dinero y a prepararse para su escape, le dieron un regalo esa misma tarde. Una pistola. Gabriela tenía una pequeña y poderosa pistola escondida en el bolsillo de su pantalón y no tardo nada en sacarla de ahí y mostrarla.

Los ojos de los tres malnacidos, se abrieron como platos. Gabriela podía oler su miedo. Se sentía poderosa con esa arma entre sus manos.

-¿Y ahora?- pregunto divertida- ¿Quién va a intentar tocarme primero?


Ela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora