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Capítulo 17

-¿Qué rayos te pasa Mark?- pregunto Luis, mientras Mark intentaba tranquilizarse.

-Solo no la vuelvas a llamar así.

Él sabía lo que se sentía ser tratado como basura, como un animal y no iba a permitir que a Ela le hicieran lo mismo.

-Yo la llevare- se acercó a Gabriela, quien estaba siendo agarrada del brazo por Luis y la saco del edificio, mientras que los oficiales lo seguían.

Subió a Gabriela a los asientos traseros de su auto y luego se dirigió hacia sus compañeros.

-Está segura- comento-. Yo me encargare de llevarla al cuartel.

Los tres oficiales asintieron. No estaban muy convencidos, pero aun así asintieron.

-Nosotros nos encargaremos de Ernesto. No puedo creer que uno de nuestros compañeros haya intentado asesinarlos.

-Malditos policías corruptos- susurro Gabriela, pero aun así fue escuchada.

-Tus no estás en condiciones de hablar-le dijo Luis.

-Ya basta- ordeno Mark-. Ernesto es su primo.

Los oficiales asintieron en señal de que comprendían.

Una vez que sus compañeros se marcharon, Mark hizo que Gabriela se sentara a su lado, en el asiento del copiloto y soltó sus esposas. Esta rápidamente hizo el intento de abrir la puerta del auto para huir, pero Mark fue más listo y puso el seguro.

-No voy a permitir que te me vuelvas a escapar Gabriela Hays- le dijo-. No huiras de mí.

-No puedo confiar en ti- dijo Ela-. Intente confiar en ti, y me traicionaste. Eres un maldito imbécil.

-Lo soy- dijo este-. Sé que soy un maldito imbécil Gabriela. Por esa razón estoy ayudándote. No permitiré que te encierren.

Se acercó a esta y tomo su rostro entre sus manos.

-No me toques-dijo Gabriela, pero no se apartó.

Se sentí vulnerable ante los ojos de ese detective.

La miro fijamente a los ojos, provocando la extraña sensación de miles de animales corriendo en el estómago de Ela.

Mark la observo fijamente, su mirada bajo a sus labios. De repente un gran deseo de probar esos lindos y rojizos labios, se apodero de él. Se acercó a esta, acortando aún más la distancia entre ambos.

-Aléjate de mí- susurro Ela, débilmente.

Pero Mark no hizo caso, al contrario. Se acercó más a esta, hasta que ya no quedaba distancia alguna entre sus labios y los de Ela.

Acaricio su labio inferior suavemente, con los suyos como pidiendo permiso y la beso, embriagándose con su cálido aliento. Esta algo sorprendida, no sabía cómo seguirlo. Después de todo ella nunca había besado por voluntad propia, y eso la asustaba. Pronto comenzó a seguirle el beso y el bajo sus manos a su cintura. El cinturón de esta, los incomodaba a ambos.

El beso era suave, intenso. Un beso que robaba sus alientos.

De pronto una imagen desagradable llego a la mente de Gabriela. Su padrastro Víctor forzándola a besarlo. Recordó sus sucias manos en su cintura, el asco que le provocaban sus labios. Las veces en la que la desnudo, la toco y la abuso. Gabriela comenzó a moverse desesperada en su asiento, intentando apartar a Mark. Pero este estaba demasiado cómodo en sus labios como para hacerlo. Pronto las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Gabriela. Un sollozo se escapó de sus labios y Mark se separó de golpe.

Ela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora