epilogo

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Epilogo...

La celda estaba fría como de costumbre. Ela titiritaba del frio mientras leía un pequeño libro que había encontrado en la prisión.

Muchísimos años le esperaban detrás de esas rejas. El encierro era cada día más insoportable.

Esos meses en esa prisión le habían enseñado a ser más fuerte que nunca. Huyendo de las otras mujeres y asesinas al igual que ella. Luchando para que no le quitaran su comida, que por cierto era un asco y pensando en Mark.

Mark su detective, el amor de su vida del cual no había tenido noticias.

¿Cómo estaría en esos momentos?

¿Habría comido?

¿Estará bien?

Pensamientos como esos nunca abandonaban su mente durante el día, ni siquiera en la noche.

Observo la celda en la que se encontraba.

Su compañera, una mujer de unos treinta años encerrada por vender drogas, dormía en la cama de arriba.

Sus ronquidos eran la otra causa de los desvelos de Ela.

Miro hacia abajo y paso sus manos suavemente por su pequeña barriga. Cada día crecía más. Nunca por su mente paso tener una familia. Y ahora tendría un hijo en esa sucia prisión. Un hijo del cual Mark jamás se enteraría. Un hijo que le quitarían y llevarían sabrá Dios a donde.

No tenía familia detrás de esas rejas y de Mark solo quedaba el recuerdo y la criatura que crecía dentro de ella.

Estaba sola y pasaría lo que le quedaba de vida en esa prisión.

Las luces fueron apagadas, dejando las celdas en profunda oscuridad, excepto por unas cuantas lámparas encendidas.

Ela se recostó en el duro colchón e intento no pensar mucho esa noche para poder descansar y que su criatura creciera sana. Pero como siempre los recuerdos abundaron en su mente y le costó conseguir el sueño.

Pronto consiguió quedarse dormida, y como en todas las noches Mark apareció en su sueño.

Recostado en su cama blanca con una pequeña de ojos azules en sus brazos. Le cantaba una canción de cuna para que la chiquilla de cinco años, lograra caer en los brazos de Morfeo. Gabriela los observaba con una sonrisa, sintiéndose la mujer más afortunada del mundo. Su vida no había sido perfecta, pero todo lo que pasó en su vida y los malos momentos habían sido recompensados con esa pequeña familia.

Un fuerte ruido interrumpió el sueño de Ela. Se incorporó cuidadosamente en su frio y duro colchón pero no había nada. Intento conciliar el sueño nuevamente pero no pudo. Otro ruido y las rejas de la pequeña celda comenzaron a abrirse. Ela se asustó, podían ser mujeres de la prisión que venían a hacerle daño o peor aún, guardias de seguridad. Un pequeño escalofrió recorrió su cuerpo entero.

Pensó en despertar a su compañera pero una figura vestida de negra entrando a su celda distrajo sus pensamientos. Por la poca luz que entraba no pudo identificar de quien se trataba.

Se le erizo la piel y el temor la invadió ante la presencia desconocida que entraba a su celda.

Pensó en correr, pero la figura le impediría salir de la celda.

La persona alzo su mano y Ela temió por su vida.

¿Y si la golpeaba?

¿Y si la asesinaba?

Justo cuando abrió su boca para gritar, Gabriela reconoció las manos del individuo y cuando este retiró el pasamontañas de su rostro esta comenzó a llorar.

Ela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora