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Capítulo 15

La claridad que entraba por la ventana, interrumpió el sueño de Gabriela. Esta se incorporó en la cama y observo la habitación. Dirigió su mirada a el sofá y se percató de que Mark, ya no estaba ahí.

¿Acaso había huido?

Gabriela sintió un ligero cosquilleo, algo así como una decepción.

Sí, se sentía decepcionada. Ella en serio esperaba que el detective la ayudara. Pero se había equivocado. Él no estaba ahí.

¿Cómo fue tan tonta para creer semejante estupidez?

Huyo, se fue. Al igual que lo han hecho todas las personas en su vida.

El detective no estaba, y lo más probable es que saliera a buscar a sus compañeros, así que tenía que huir.

Ela puso de pie y rebusco en el bolsillo de su chaqueta, su celular. Eduardo la había llamado. Marco su número, para devolver la llamada.

-¿Ela?- contesto Eduardo.

-Eduardo.

-Oh, Gracias a Dios que te consigo.

-¿Qué ocurre?

-Tu rostro está por todas las noticias de Miami.

Gabriela se tensó. Ya todos conocían su rostro. De seguro el detective tuvo que ver con eso.

-Escucha Ela. Tienes que...

La llamada se cortó de manera extraña.

¿Porque Eduardo habrá colgado?

Se dispuso a llamarlo otra vez pero una voz a sus espaldas la interrumpió.

-¿Gabriela?

Se giró para observar a Mark entrar por la puerta, con unas bolsas en su mano. Sintió un alivio inmenso correr por su sangre al ver que no la había abandonado.

Pero luego recordó la llamada de Eduardo ¿Qué le había querido decir?

Gabriela aún estaba en ropa interior, y el detective al notar esto. Inconscientemente recorrió el cuerpo esbelto de la chica, con su mirada. La comparo mentalmente con un reloj de arena. Su fina y larga cintura, y sus sensuales caderas lo estaban dejando algo bobo.

Gabriela ya estaba acostumbrada a recibir esas miradas por parte de hombres como su padrastro. Pero la mirada de Mark, provocaba que se sonrojara.

Esta carraspeo para captar su atención. Mark dejo sus sucios pensamientos a un lado y dejo de observar el esbelto cuerpo de Gabriela, para devolver su mirada a los ojos de esta.

-¿Qué tramas?- pregunto sin rodeos.

-¿Qué quieres decir?- Mark intento disimular su nerviosismo pero no le salió muy bien.

-Quieres entregarme ¿No es cierto?

-¿En serio piensas que huiría de todos mis compañeros, para atraparte? ¿No crees que si hubiese querido entregarte, no lo hubiera hecho ya?-Gabriela se quedó callada- ¿No crees que si hubiese querido entregarte, hubiera aprovechado cuando estabas dormida, o mucho antes?

Ela medito durante unos segundos. Era cierto, si el la hubiese querido entregar, ya lo hubiese hecho ¿No?

Mientras Gabriela pensaba. Mark se aplaudía a sí mismo, mentalmente por haber mentido tan bien.

-Aun así, esto no tiene sentido- comento Gabriela-. No tiene nada de sentido que un detective como usted quiera ayudarme.

Mark iba a responder, pero su voz fue interrumpida por unos fuertes golpes en la puerta.

-¡Abran la puerta!- grito una desde el otro lado.

Mark sabía quiénes estaban al otro lado de la puerta. Pero tenía que fingir hasta el fin.

Ela miro hacia la puerta con los ojos abiertos como platos.

-¡Abran esa puerta o entraremos por la fuerza!- la voz se le hacía demasiado conocida a Gabriela, pero no podía identificar de quien se trataba. Pero esta ya tenía una idea clara de que serían policías.

El detective saco su arma del bolsillo de su chaqueta y le susurro a Gabriela:

-En esas bolsas, hay algo de ropa. Vístete- Gabriela se le quedo mirando algo dudosa- ¡Rápido!

Gabriela pensaba que todo esto era un engaño del detective.

- Derrumba la puerta- ordeno la voz al otro lado. Al parecer se dirigía a uno de sus acompañantes.

Comenzaron a golpear la puerta y Gabriela se apresuró a ponerse un vestido que encontró en una de las bolsas. Esta hizo una mueca antes de dejar que el vestido entrara en su cuerpo. Era corto y casual. De un color rosa que provoco desagrado en Ela. Ese no era su estilo, en lo absoluto.

Los golpes continuaban en la puerta. Mark se paró al lado de la puerta, fingiendo que no sabía lo que sucedía.

Gabriela tomo el arma nuevamente en sus manos y apunto hacia la puerta.

Luego de unos cuantos golpes más, la puerta se derribó, dejando ver a un rostro perfectamente conocido por Gabriela, con un uniforme de policía y a un hombre más. Gabriela abrió los ojos como platos. El hombre sonrió malvadamente a Gabriela y apunto a esta con un arma.

Un momento, pensó Mark. Él nunca había visto a ese oficial.

-Nos vemos de nuevo pequeña Ela- hablo Ernesto.

***.


Ela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora