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Capítulo 20

***

Tú y yo, tenemos que creer que para escapar no hay que correr.-David Bisbal.

***

Luego de esa charla en el auto, ambos se dirigieron a otro motel, ya lejos de Miami.

Al llegar, ya sentado en la cama Mark tomo la mano de Ela con sumo cuidado, enviando descargas eléctricas a través de todo su cuerpo.

-¿Te molesta también que tome tu mano?-pregunto.

Ela sonrió- Mi miedo no es tan extremo Mark.

Este sonrió y aprovecho ese momento para acariciar con la yema de sus dedos, el rostro de Ela.

Esta se estremeció ante su contacto, pero no de manera desagradable, al contrario.

-¿Y esto?

Ela negó con la cabeza.

Mark se acercó más a su rostro, observando sus ojos fijamente y rodeo su cintura con sus brazos.

-¿Y esto?- susurro casi rozando sus labios.

¿Cómo le iba a molestar o causar miedo eso?

Pero al contrario de lo que pensaba contesto:

-Si te acercas más, volare tus sesos con mi arma.

Mark sonrió y alzo sus manos en señal de rendición.

-Ya- dijo y Ela sonrió.

-¿Tienes hambre?- pregunto Mark y Ela asintió- Iré a comprar algo de comer. Por favor no te muevas de aquí.

Gabriela dudo por un momento.

¿Y si él quería entregarla nuevamente?

-No Ela- contesto Mark como si leyera sus pensamientos- No te entregare, solo iré a buscar pizza.

A Gabriela se le hizo agua la boca al escuchar la palabra Pizza.

Así que dejo a Mark irse.

Se acomodó en la cama y pensó en todo lo que había pasado en esos días.

Conocer al detective, tropezar más de una vez con él. Sonrió al recordar la primera vez que lo vio, sus lindos ojos azules.

La mataba su sonrisa, esa forma en la que le decía que todo estaría bien.

Pensando en todo eso, cayó en un profundo sueño.

***

Un largo y oscuro pasillo se extendía ante sus ojos. Bajo su mirada y noto que llevaba un vestido rosa, el mismo que usaba de pequeña.

¿Por qué lo tenía puesto?

Comenzó a caminar por el pasillo, un escalofrió recorrió su columna vertebral y Gabriela sintió miedo.

El pasillo se extendía indefinidamente. Gabriela camino por unos cuantos minutos, por ese pasillo.

De repente, en el oscuro pasillo apareció su madre. Con su cabello recorrido como de costumbre y un vestido largo, rojo como la sangre.

-¿Mama?- pregunto Gabriela algo asustada.

-Mi linda Ela- hablo esta, con una voz que provoco más escalofríos en Gabriela.

-¿Qué haces aquí?

-¿Creíste que te habías librado de mí?- pregunto mientras sonreía de manera macabra.

-Tú estás muerta.

Su madre soltó una carcajada.

-¿Muerta?- Rio- No cariño, yo te seguiré a donde quiera que vayas.

-¡Lárgate!- su madre rio nuevamente y Ela se acercó a esta para percatarse de si era real.

Pero cuando fue a tocar su rostro, se encontró con un pedazo de vidrio y con su propio rostro. Vestida con el traje rosa.

-Si mi Ela-sus labios comenzaron a moverse, sin ella haberlo hecho-. Yo estoy aquí- seguía hablando la mujer del reflejo.

Gabriela quería gritar, decirle que se fuera. Pero sus labios se negaban a responder.

-Mi linda Ela- continuaba diciendo.

Gabriela logro gritar, asustada. Mientras que la mujer del espejo reía como loca.

-¡Ela!- una voz la llamaba- ¡Ela!

De repente, ya no estaba en ese pasillo oscuro, estaba en la habitación del motel, toco sus mejillas y estaban mojadas debido a las lágrimas.

Mark la abrazo y esta comenzó a llorar nuevamente.

-Tranquila- le susurraba, con una voz que provocaba paz en Ela- Solo fue una pesadilla, yo estoy aquí contigo.

-No me abandones- dijo Ela entre sollozos- Por favor Mark, yo no quiero que ella vuelva.

-Estoy aquí, no te abandonare Ela.

***

-Nos quedamos sin dinero, Ela-dijo Mark.

-Mierda- comento esta.

Una semana había pasado, desde su huida. Una semana quedándose en hoteles y viajando por Miami, huyendo de la justicia.

Mark y Ela estaban más unidos que nunca. No, no unidos de la manera en la que piensan. No ha pasado nada más, después de aquel beso en el auto de Mark. Sus vidas ahora consistían en huir. Pero ahora tenían un problema. Mark no tenía dinero. Habían agotado todo el dinero de su cuenta bancaria.

-¿Qué haremos ahora?- pregunto Mark frustrado.

-Sobrevivir- Mark la miro a los ojos y sonrió.

Ella era hermosa, y él tenía el privilegio de despertar todos los días y ver su rostro. Así durmieran en el carro, en un motel o en una banca a él no le importaba. Sentía que estaba protegiéndola y se sentía más que bien al respecto.

Ahora mismo ambos estaban parados junto al cajero automático.

-¿Por qué tienes esa sonrisa de idiota?- pregunto Ela, enarcando una ceja.

Mark soltó una carcajada.

-Es que es inevitable sonreír al ver lo hermosa que eres.

Gabriela se maldijo internamente por sonrojarse. Mark soltó otra carcajada y se tomó la libertad de acercarse más a esta. Gabriela se estremeció al tenerlo tan cerca.

¿Por qué él le provocaba eso?

Con sumo cuidado, Mark rodeo la cintura de Ela con su brazo. Al principio esta se tenso, pero poco a poco su cuerpo se fue relajando al sentir el calor que le provocaba la cercanía de Mark.

-¿Ves?- Mark sonrió- Ya estas mejorando Ela.

Esta sonrió, provocando ese pequeño cosquilleo en Mark.

La acerco más a él y rozo su nariz con la suya, tentado a besarla. Mientras que Gabriela luchaba con todo su ser para no apartarse. Pero su miedo fue mayor. Se apartó de Mark y lo miro en modo de disculpa.

-Al menos tuve el placer de tocarte, por más de dos minutos- le guiño un ojo y al notar como Ela se sonrojaba, rio-. Bueno... ahora no tenemos dinero y necesitamos ropa y comida ¿Qué podemos hacer?

-Tengo una idea- Gabriela sonrió y Mark ya temía que no le gustara lo que ella propondría.

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Ela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora