Capítulo 2

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Al día siguiente, llegamos a la casa donde sería nuestro nuevo hogar, la señora Isabel Bustamante nos presentó a toda familia la cual estaba compuesta por su esposo y sus dos hijos.

— Alison, Steven, les presento a mi esposo, el señor Roberto Jiménez, y estos son mis hijos, Dylan de 10 años y kely de 12 años.

— Hola, mucho gusto —saludó Steven.

— Alison, saluda —me dijo la señora Isabel, pareciendo su tono a una orden.

— Hola Señor —saludé sin ánimos.

Admito, sólo había saludado porque la señora me lo había pedido.

— Hola, Dylan. Hola, Kely —los saludó Steven de manera amigable.

— Alison, ven, te voy a mostrar tu habitación —me dijo Kely en un tono extraño cruzando mirada con Dylan.

— Dylan, lleva a Steven a que conozca su habitación —le ordenó Isabel.

— ¡Vamos! —habló Dylan para luego llevarse a mi hermano escaleras arriba.

Al llegar a la habitación sentí una extraña emoción.

— Alison, esta será tu habitación y bienvenida.

(...)

Pasaron varios meses y todo marchaba bien.

— Oye hermana, ¿te gusta este lugar? —me preguntó Steven.

Lo noté extraño, como triste.

— Sí, me encanta —sonreí.

— Me gusta verte feliz, hermana, y no importa en que lugar estemos siempre cuidaré de ti —me abrazó.

— ¿Que tienes hermano?

— Nada, nada —se volvió y se dispuso a salir de mi habitación.

Sabía que algo le pasaba a mi hermano, su comportamiento era muy extraño, lo conocía demasiado bien como para que él pretendiera creerme y yo fuera a creerle fácilmente. Aunque en ese momento no le di mucha importancia.

3 años después:

Ya casi era mi décimo cumpleaños y estaba felíz porque tenía lo que durante mucho tiempo había soñado y deseado con tantas ansias: una familia, un hogar y muchos amigos. En la escuela todos los profesores no dejaban de felicitarme por mis buenas calificaciones, pero mi hermano las había bajado en matemáticas y eso eran señales de que algo no estaba bien con él.

No sabía qué le pasa, pero ya no era el mismo de antes.

— ¿Qué te pasa? —le pregunté preocupada.

— Nada, ya para de preguntarme —respondió algo enojado.

— Algo tienes, te noto extraño —insistí.

— No entiendo cómo te puede gustar este lugar —dijo enojado y con desdén.

— Este es nuestro hogar —le dije.
— ¿Nuestro hogar? No me hagas reír, Alison. ¿Acaso no te das cuenta de que estas personas nos tienen aquí sólo por interés? —espetó.

— Según tú, ¿cuál es ese interés?

— El dinero que les pagan por tenernos aquí. Todo esto sólo son negocios, Alison. ¡Para ya de soñar y despierta a la realidad! — me gritó molesto.

— ¿Soñar? Esto no es un sueño, ésta es la realidad —dije con seguridad.

Él río con ironía.

— Realidad es lo que pienso hacer —dijo entre dientes, su tono me asustaba.

—¿Qué piensas hacer? —inquirí.

— Escapar de aquí en cuanto pueda.

Me dijo y luego salió de mi habitación.

De un sueño a la Realidad(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora